Capítulo 4: La Cosecha

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Camino por las calles del distrito rumbo a la Veta, Katniss va a mi lado sin pronunciar palabra. Yo tampoco. 

Es día de cosecha y eso me tiene furioso y enrabiado. Pensé que se me pasaría cazando en el bosque con Katniss. Pero el relajo sólo duró un rato. Cazamos, vendimos, intercambiamos, pasamos por la casa del alcalde a vender las mejores fresas... y esa niña tonta comenta que se ha puesto un vestido caro y bonito por si acaso sale en la cosecha y se la llevan al Capitolio. Espero que salga su nombre, a ver cómo se las arregla para sobrevivir en condiciones extremas, después de toda una vida mimada con comida extra, vestidos caros, sirvientas y esas regalías que casi nadie tiene, excepto los comerciantes. Si antes apenas toleraba a Madge Undersee, pues ahora creo que la odio, ella representa todo lo que mi familia y yo nunca tendremos, jamás. Siempre seremos pobres. El Capitolio se asegura que siempre sea así. Panem es un país con recursos naturales suficientes para que todos vivamos bien, pero claro, el gobierno se lleva la mejor tajada y sólo deja migajas para la población, provocando nuestro odio y resentimiento. 

Miro a mi amiga y sé lo que está pensando: que no debería tomarla contra Madge. Vale, tiene razón. Ella no es la culpable del sistema que nos oprime, pero de todas formas, disfruta las garantías junto con su familia. Porque es la hija del alcalde. 

Si no lo fuera, no le tendría tirria a Madge Undersee. Si ella hubiera nacido en la Veta, hasta seríamos amigos Katniss, ella y yo, porque es una chica lista y reservada. Incluso es bonita. De hecho, es una de las chicas más lindas del distrito pero es obvio que no tengo ninguna chance con ella, una chica como Madge jamás se fijaría en un futuro minero. Rara vez alguien de la clase comerciante se enamora y se casa con alguien de la Veta y viceversa, la señora Everdeen es una de las pocas excepciones; muchos padres no consienten estas relaciones tampoco. No es que esté prohibido, pero cada clase sabe cuál es su lugar en esta injusta sociedad. Y el mío es trabajar en las minas de carbón cuando termine el colegio este verano. Como mi padre. Luego mis hermanos también trabajarán en las minas cuando les toque su turno, así se perpetúa el círculo de la pobreza. Sólo espero sobrevivir allá abajo, en la trampa mortal que son las galerías subterráneas, el tiempo suficiente para que mis hermanos hayan crecido y puedan ser el sostén de la casa. No soy un cobarde y no me asusta la muerte, pero no quiero dejar a mi familia desamparada.

A propósito de eso, Katniss y yo tenemos un acuerdo por si alguno de los dos saliera sorteado en la cosecha. Si uno de los dos va a los Juegos del Hambre, el otro se encargará de proveer carne de caza, pescado, frutas y verduras a su familia. Si yo fuera, me tengo suficiente confianza para sobrevivir cazando y recolectando, pero nunca se sabe qué tipo de ambiente tendrá el coliseo hasta que arrojan a los tributos dentro. Tampoco sabes qué tan fuertes o inteligentes serán los chicos de los otros distritos. 

Ya casi llegamos a nuestros hogares, es hora de comer algo y prepararnos para ir a la plaza. Como no disponemos de agua caliente en la Veta, nos aguarda un baño de agua tibia calentada al sol o en el fogón de la cocina. Veo niños de la Veta, jugando en las polvorientas calles, ya bañados y con sus mejores ropas, mientras las madres les advierten que no se ensucien otra vez. Mi madre es una de aquéllas. A medida que nos acercamos, veo que Rory y Vick llevan puestas ropas que hace años fueron mías, camisas y pantalones desteñidos, zapatos viejos y gastados. Mamá los reta porque están sentados en la tierra, jugando con otros niños del barrio. 

- Te veo en la plaza -se despide Katniss, caminando hacia su vivienda.

- Ponte algo bonito -me despido yo, intentando sonar como bromeando.

Miro cómo se aleja Katniss y pienso en la conversación de la mañana, su negativa a tener una relación amorosa y una familia... ¿cómo no se da cuenta que me gusta, lo que siento por ella? Es cierto que es un riesgo tener hijos para que luego el Capitolio te los quite, pero hay tantas papeletas y sólo dos salen en el sorteo. Este año se termina mi angustia sobre si voy a los Juegos o me quedo en casa viéndolos por televisión, aunque a Katniss le quedan dos años más. Tendré que esperar a que ella tenga dieciocho para poder casarnos... en el más optimista de los casos. Si ella acepta mi propuesta. Y si no salen nuestros nombres. Definitivamente, esta tarde le diré a Katniss lo que siento por ella. 

Gale y Madge: Fresas en el BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora