Capítulo 67: Medianoche

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Gale y yo vamos donde las Everdeen. No sería distinto de otras veces que nos hemos encontrado en casa de Katniss. Sin embargo, hay una sutil pero enorme diferencia: vamos de la mano. Sí, por primera vez, Gale y yo salimos de la mano, desde mi propia casa. Y se siente tan bien, me siento libre y dichosa de no tener que ocultarnos y vernos a escondidas. Creo ver mi propia felicidad reflejada en los ojos de Gale cuando me mira sonriendo... vaya, Gale sonriendo en público, tomando mi mano, quién lo diría. 

Imagino que esto es parte del futuro del que me ha hablado mi padre, el futuro que quieren construir los rebeldes para todo Panem. Y yo quiero saborear más de este atisbo de libertad que siento ahora. Libertad... suena hermoso. Estoy dispuesta a pelear por ella. 

Papá no nos ha revelado dónde están entrenando los futuros soldados que participarán en la rebelión, sólo ha dicho que tienen una base secreta (liderada por la tal Alma Coin) fuera de los distritos y que no quiere que yo participe como soldado. La verdad es que no me gusta la violencia, pero creo que ser libres es algo por lo que vale la pena luchar. Aunque también hay otras formas de ayudar a los rebeldes; papá y mamá hablaron de labores de inteligencia (lo que hacen ellos para Plutarch Heavensbee), junto con instruir a Gale sobre cómo ir pasando la voz sobre la rebelión en las galerías de la mina. Debbie dijo que podía empezar a entrenarme como enfermera. Creo que eso último estaría mejor para mí.

Sólo hay una cosa que me da miedo: que Gale salga mal herido o que lo maten combatiendo. Porque él ya expresó ante mis padres su deseo de entrenarse como soldado en la base secreta rebelde. Yo lo miré aterrada, con temor de perderlo ahora que por fin podemos estar juntos con la aprobación de mi familia, pero él intentó tranquilizarme. Señaló que, a solas con mi padre, le prometió que me cuidaría si a él y mamá les pasaba algo. Otro miedo más, perder a mi familia.

Entonces lo miro, ahora preocupada, tomo aire y le digo:


— Gale, creo que es más que suficiente con lo que mi padre te pidió hacer. Incluso eso ya es peligroso, instigar un levantamiento entre los mineros... —Pero él me corta.

— No te preocupes por mí, Madge. Te prometo que tendré mucho cuidado, derrocaremos a Snow, aunque tenga que ir a matarlo yo mismo al Capitolio y volveré contigo. Entonces, serás mi esposa y viviremos felices en un nuevo Panem.


Se supone que lo dijo para calmarme, pero tiene el efecto contrario. Sé que Gale odia tanto a Snow que es capaz de ir al Capitolio. Por eso, no quiero que él entrene como soldado, pero sé que es testarudo y que si insisto, sólo se empeñará más en su objetivo. Así que me callo, por ahora, y finjo quedarme tranquila con su promesa.

La plaza y las calles están prácticamente desiertas tras la bravata de Thread; papá nos ha dado un salvoconducto en caso que algún agente nos pregunte qué hacemos en la calle en vez de estar viendo los Juegos, como es obligación. Además, tengo una entrega para la señora Everdeen: una pequeña caja con medicinas traídas del Capitolio por Debbie. Sin duda, le servirán muchísimo para sus pacientes.

Ya vamos entrando a la Aldea de los Vencedores, sólo hay luz en casa de Katniss. Me duele pensar que ha debido ir otra vez a los Juegos, ya quedó bastante mal después de los primeros. Y ahora no sabemos qué nuevos peligros enfrentará, aunque papá habló de planes secretos para evitar que mueran los tributos que apoyan la rebelión. 

Katniss, Peeta, el Vasallaje, mis padres, Gale y yo metidos en la rebelión... necesito distraerme un momento.

Gale aprieta mi mano, como si leyera mi mente.

Gale y Madge: Fresas en el BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora