Por La Falsa Elia

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 —Jackie

Estaba Jackie tranquilamente descansando, tratando que la noche y el sueño se llevaran el recuerdo de lo que Loreth le había hecho a la princesa, claro, hasta que eso metálico rechinó rasgando la puerta.

—¿Qué será eso? —pensó Jackie. Aunque al principio seguía rechinando en la puerta, luego desapareció.

—Sólo me taparé con la sábana... —dijo, pero alguien le quitó la sábana de encima, y con una sonrisa goteante de sangre, la princesa Elia, aún viva y con un cuchillo para carne en la mano, intentó rebanarle el cuello. Afortunadamente, Jackie era más delgada y logró escabullirse por sus pies, dando algunos tropezones hasta llegar a la puerta, y salió corriendo por el pasillo, tocando el suelo donde ya se notaban los primeros rayos del amanecer.

Corrió tanto que al final terminó exhausta y se tiró junto a un balcón.

Escuchó la voz del Rey. Estaba en un balcón, a punto de decir algo, pero quedo aturdido.

—¿Qué le pasará? —dijo, al tiempo que se asomaba por la ventana. El príncipe Milón, vestido de jardinero y portando una espada muy guapa, estaba siendo contemplado. Elia avanzaba hacia él, se detuvo, y luego caminó dando acuchilladas a todo aquel que encontraba en su camino.

—Debo detenerla, porque es claro que busca matar al Rey —dijo y con una lanza tomada de una armadura de adorno, avanzó hacia la entrada donde se accedía a la habitación del Rey.

—Debería colocarme también esa pesada armadura, por si esa falsa Elia quiere matarme —y se la colocó lo más rápido que pudo—. Ahora fingiré ser una estatua.

Apareció a final del pasillo esa Elia, algo molesta.

—Debí ser más cauteloso y no hacer tanto drama. Me costará hablar con este tonto del Rey —dijo.

—Habla como si fuera un joven —pensó Jackie. En ese momento, el Rey salió de su habitación.

—Alto ahí, sucio Elinor —dijo el Rey.

—Sabría que serías el único que podría reconocerme, tonto —dijo Elia, alias Elinor.

—Basta ya, no entiendo por qué sigues intentando destruir todo el reino, aun cuando no estés aquí.

—Porque me excluyeron de aquí, y debo vengarme. Si yo no puedo vivir bien aquí, nadie más podrá.

—Sea lo que sea, ya me hartaste. Tendré que sacrificar a mi hija con tal de que desaparezcas.

—No podrás evitarlo, aunque yo muera aquí y en mi verdadero cuerpo, seguiré controlando a todos. Y si no consigo hacerlo, igual las Criaturas del Mar los matarán —dicho esto, lanzó el cuchillo directo al corazón del Rey, y justo en ese momento, Jackie se movió para salvarlo.

Aunque tarde, pues le dio al Rey.

—Caballero, quien quiera que seas, detén a este tipo, que en un tiempo fue mi... —se detuvo, o al menos Jackie dejó de escucharlo, pues se lanzó al ataque de Elinor.


Publicado el 19 de diciembre de 2015.

El Ajedrecista Del DuraznoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora