En el bosque (editada)

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Corríamos desesperadamente, me parecía sentir ya su aliento frio en mi nuca y sinceramente debería tomar un caramelo de menta. No me equivocaba, una risa psicópata nos atormentaba cuando oí un golpe sordo y a continuación un alarido grave y ronco. No paramos de correr, lógicamente, pero si eché la vista atrás sin poder ver nada; se habría caído o algo. Nos detuvimos agotados pero otro grito estremecedor nos devolvió al ritmo, cruzamos un riachuelo y seguimos entre la espesura.

Tras un largo rato de carrera desenfrenada, nos escondimos en unos arbustos al pie de un árbol con el corazón a mil por hora. Pero cuando recuperamos la respiración normal dije:

-Tenemos que seguir, encontrar una carretera- lo más sensato.

-No, es mejor escondernos bien- respondió serio- mañana seguiremos.

-No, es mejor aprovechar la oscuridad de ahora- contrapuse susurrando- mañana descansaremos y...

No pude acabar mi frase porque los arbustos se movieron cerca y se oyeron gimoteos. Estuve a punto de gritar cuando vimos una figura pasar delante de nosotros cojeando y con un hacha en mano. Me agarre fuertemente al brazo de Nando, aterrorizada en la posibilidad de hacer un ruido y nos descubriese. Pasaron unos minutos desde que habíamos perdido de vista al asesino  hasta que nos asomamos para ver si estaba cerca todavía, suspiré aliviada.

-Tengo una idea, el asesino se ha ido por allí,- susurro Nando- así que iremos de nuevo al campamento, tenemos carretera y comida.

-El plan me parece bien- respondí- pero le daremos una pista falsa para despistarle.

Los dos asentimos conformes, pero antes de que pudiera levantarse, le agarré de la manga a Nando y lo senté de nuevo. Sin esperar abrí la bolsita de una chocolatina y ande unos pasos en dirección distinta a la nuestra y tiré el papel bajo un árbol. Metí mi pie en barro y marqué huellas en el árbol en dirección a la copa, eso daría la impresión de que nos escondíamos allí. Tras limpiar mi bota, me gire y vi a Nando mirándome con admiración, sonreí encogiéndome de hombros, la presión me ayuda a pensar. De nuevo comenzamos a andar en dirección al campamento, no es que me encante andar pero... Tenía ganas de llegar pronto, además seguro que podríamos tenderle una trampa a ese asqueroso.

El camino se me hizo eterno, el terror y la preocupación me llenaban el corazón haciendo que me sintiera muy mal. Lo único bueno era... no, no había nada bueno en aquella situación. Porque lo único bueno se iba al traste de todas maneras: Nando era una gran compañía pero igual moría y controlando mis acciones podría vivir la película de 1D, pero si no salía viva no sirve. Pero todas estas cavilaciones amenizaron el dolor de la caminata y me ayudaron a pensar con claridad. Me animé al ver el campamento un poco más adelante, pero al estár en el se me saltaron las lagrimas. Había cuerpos por el suelo, ensangrentandos, monitores y niños; sería una película pero eso no quita que sea tan traumático. Nos metimos corriendo en una cabaña al azar. Nos sentamos en el suelo cerré los ojos con fuerza y Nando me estrechó entre sus brazos. Nando me soltó y oí un quejido que me sonó familiar. Abrí los ojos y vi a Leo con un cabestrillo y junto a él, a Nando que debía haberle dado una colleja.

-¿Sigues vivo?- pregunte incrédula- ¿como lo has conseguido? 

-No,- respondió sarcásticamente- Pues después de... y lanzarme contra la pared me desmaye. Al abrir los ojos vi... atrapado, me escondí en otra cabaña, ahora iba a irme.

-Eso me recuerda...- dije furiosa.

Me levante de golpe, me puse frente de Leo dando un paso y le pegue un puñetazo en la cara del cual salió despedido con la nariz sangrando.

-¿Pero que haces?- preguntó Nando que no sabia como reaccionar.

-Pues este idiota asqueroso,- dije furiosa, pero ahora no servía de nada-dejalo.

Leo se tapaba la nariz ya en pie con una sonrisa, Nando no tenía que pegarle, si no yo. Con todas mis fuerzas le di una patada en la entrepierna a la que el se cayó llorando por lo bajo.

-Bien hecho- me dijo sonriendo- lo has dejado incosciente.

 Metimos a Leo bajo la cama, para que no se le viera. Nosotros entramos en otra cabaña,  esta no tenía manchas de sangre, ni cuerpos en el suelo. Pusimos las maletas de sus antiguos ocupantes tiradas alrededor de la cama de abajo y las ropas también, eso nos taparía si aparecía alguien; nos íbamos a tumbar bajo la cama, en el suelo utilizando las bolsas como almohadas. Permanecimos en silencio hasta que dije:

-Me voy al baño.- muy poco refinada pero...

-Vale, ten cuidado.- respondió mirándome preocupado- Date prisa, por si acaso...

Le sonreí y salí del escondite. Agachada abrí la puerta lentamente, eché un vistazo y corrí hasta la gran sala. Volví a mirar si había alguien y entré al cuarto de baño. Oí un grito grave y una suplica de piedad de Leo. Su voz tenía el gallo inconfundible de cuando le dejé incosciente.  Asustada cerré la puerta con pestillo y me subí al váter para que no se vieran mis pies. Una persona entró en el baño y me llamo en susurros:

-Angela... soy Nando.

Abrí la puerta y este entró cerrando de nuevo con pestillo. Nos miramos fijamente y con lagrimas de terror. No podía estár pasandome esto, no...El me abrazo con fuerza, cuando un golpe derribó la puerta del baño. El asesino recorrió el pasillo hasta detenerse en  nuestra puerta, el corazón se me paró y no pude reprimir un gemido de angustia. Eso fue suficiente para el asesino, que clavó un hacha en la puerta rompiendo la cerradura, abrió la puerta y nos enseñó su sonrisa satisfecha. Ese era mi fin, levantó el hacha dispuesto a acabar con nuestras vidas.

-¡No!- gritó Nando haciendo que abrirá los ojos preocupada.- No te lo permito.

Nando le asestó un puñetazo en la cara y una fuerte patada. El asesino retrocedió, pero los golpes no sirvieron más que para alimentar su ira. Dio un salto hacia Nando clavando su hacha en su pecho. Nando se agarró a él, diciendo cosas extrañas, hasta caer al suelo en un charco de sangre. Grité, descomponiéndome en lagrimas y soltando pequeños improperios hacia el asesino, mientras veía caer a Nando. El asesino apartó el cadáver de una patada y avanzó hacia mi, ese sí era mi fin. El hacha se acercó a mi rápidamente y cerré los ojos esperando a la muerte.

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