El día había comenzado en una sublime locura, hasta ese momento todo eran prisas y nervios, parecía nisiquiera estar en su propia casa, por que para ser sinceros, ese lugar estaba hecho un desastre.
Se podía ver damas del mundo elegante familiares suyas cabe decir, corretear por la casa gritando si alguien había visto alguna prenda extraviada de sus glamurosos ropajes, miles de hombres hablando de alguna trivialidad y preguntando se por que tan bella se vería la condesa y a la servidumbre corriendo sin parar, y claro allí estaba ella aislada del resto de la sociedad, en sus aposentos sentada semidesnuda en una silla, aún que claramente no ajena a lo que fuera sucedía, pues era ella quien más presión mantenía sobre sus hombros en ese día
--intenta dejar lo un poco más apretado Julia por favor--pedía una vez más la pelirroja mujer parada a un lado de la joven que peinaba a la próximamente duquesa
--¿a si esta bien mi señora?
--no, suelta ese último listón y repite lo por favor esta vez intenta que quede mejor puesto y quizá un poco más apretado, y recuerda los tocados de flores naturales, debes ponerlos con un poco de esa crema de hay
--como desee mi señora
--esperen me un momento--pidió Antonia saliendo de la habitación--ya esta el té de Marianne?--grito mientras bajaba las escaleras
Marianne suspiro una vez más, ya había perdido la cuenta de cuantas veces le habían peinado después de que le deshicieran los moños y lazos por décima vez, y con los peinados su paciencia, le dolía la cabeza ¿como no doler le? Le habían peinado más de 10 veces y aún a si a su madre no le gustaba, esperaba que esta vez el trabajo de Julia fuera de su total agrado
--lamento mucho haber la lastimado tanto señorita--se disculpó la joven mientras pasaba una ves más el rojizo cabello de la condesa en un intento de peinado decente
--no se preocupe Julia
--a si me encanta el peinado, te felicito Julia, ese peinado esta a la altura de la ocasión, dale mis felicitaciones a la niña que consiguió esas flores--apremio la condesa entrando de nuevo en los aposentos de su hija
--fue para mi todo un honor mi señora, y le daré sus agradecimientos a Anna la hija de la cocinera
--a hora podrías ir por favor a ver si ya esta el té de manzanilla y valeriana de Marianne y luego ve a darte un baño, no puedes presentar te a la recepción a si vestida, como la dama de compañía de mi hija debes ir lo mejor arreglada posible
Y con esas últimas palabras la azabache se retiró de la habitación dejando a la joven condesa a solas con su madre, quien sonrió con felicidad mientras entraba en su armario, debía elegir un corpiño para ella, y agradecía a dios que había decidido a comprar uno el día anterior, era un hermoso corpiño de un color blanco perla y unas cintas de un tono violeta claro
--toma te un respiro cariño--concedió la mujer mientras recibía el té de las manos de la hija de la cocinera
--gracias madre
La aún no vestida condesa respiro hondo sintiéndose un poco más aliviada mientras se tomaba con total agrado el líquido tibio que bajaba por su garganta relajando la por completo, debía pesar muchas cosas, y preguntar aún más, pero no había tiempo, y aquello le fue confirmado cuando en la habitación aparecieron dos muchachas cargando con ellas el vestido enorme
--ven cielo debo vestir te--obvió su madres mientras se giraba a dar alguna orden a las chicas la servidumbre--llamen a victoria y Anastasia es hora de vestir a la novia
Y como alma que lleva el diablo las dos jóvenes desaparecieron por el corredor, mientras la condesa metía a su hija en el corset que utilizaría aquel día, entonces la mayor de sus torturas comenzó, la mujer de mayor edad tiraba con fuerza de los lasos para hacer que su hija se viera lo más delgada posiblemente y que su figura fuera tan estilizada como la de las hermosas francesas
--madre me deja sin aire
--lo se cariño solo un poco más
Solo un poco más pedía la mayor pero la en aquel entonces cazandera señorita no sabía si lograría aguantar un poco más, agradeció a todos los cielos cuando al fin su madre logró atar los lasos y dejarla respirar
--solo falta el vestido y las joyas y nada más
Y como si esas palabras fueran mágicas por la puerta entraron las dos llamadas mujeres que con alegría ayudaron a meter a la joven novia en su hermoso vestido, y la tarea más ardua de el día comenzaba, el reloj corría con rapidez y ellas nada podían hacer solo intentar ir tan rápido como les fuera posible, pero sería algo difícil, teniendo en cuenta que el vestido era grande largo y pomposo y claro muy delicado, un movimiento ti en falso y se rompería
--ya esta--sonrió agotada victoria mirando a su madre
Habían terminado de apuntar cada pequeño botón del vestido, 100 para ser precisos, habían arreglado, también la cinta, cien ojales también y el moño el la espalda estaba listo, la novia ya estaba peinada maquillada y vestida contaba con su cabello rojizo recogido en un sofisticado peinado, que tenía 10 pequeñas perlitas de plata rodeando el adorno principal de su cabeza una pequeña tiara, traía las joyas más finas que tenían en la casa de los padres de su prometido y la corona más cara prestada por la mismísima Elizabeth, quien -por petición de su madre- sería la madrina de su boda, ya constaba de los mejores zapatos que habían podido ser comprados, traídos desde Francia, y claramente tenía el vestido puesto, todo cuanto faltaba era su bouquet de flores , el cual su madre había mandado hacer por la mejor floristería de toda Londres
--estamos listas?--pregunto la mujer
--aún faltan el ramo madre
Y prácticamente victoria voló por las escaleras en busca de quien sabía del paradero de madan lafontaime quien llevaría las flores
Los minutos pasaban y el ramo aún no llegaba y eso realmente le estaba asustando, pero como si ese día la suerte estuviera de su lado, de la nada apareció victoria con el ramo entre las manos, un elegante bouquet de rosas rojas y pequeños diamantes que su madre le entrego en las manos, y por primera ves en el día se le permitió mirar se a el espejo,
No daba crédito a lo que veía ¿esa era ella? Aquella chica alta delgada bien peinada y hermosa que la miraba ¿era ella? No lo podía creer, se veía tan hermosa, que por un momento se decidió a ser egoísta y ¿por que no serlo? Después de todo era su día, el de nadie más, y tenía el derecho de decir que se sentía la novia más hermosa de todo el mundo es más de afirmas que en ese preciso día era la mujer más hermosa de todo el mundo, y aquello realmente le alegro. Hacia unos días había temido por verse "insuficiente" como dijo Isabel, pero a hora con todos los accesorios puestos no se podía sentir se más hermosa
--madrina--hablo la voz de la antes mencionada Isabel--ha llegado el carruaje que nos llevara hasta la iglesia
--tan pronto?
La rubia sintió, a lo que la mujer solo pudo a respirar hondo, acerca se hasta su hija a la cual abrazo
--bien cariño, debo irme, recuerda no comas nada no bebas nada mantener aquí hasta que tu carruaje llegue a por ti ¿esta bien?
--si señora madre
Y con eso se quedo completamente sola en su habitación, al fin pudo respirar tranquila, pero aún habían tantas preguntas en su cabeza y tan pocas respuestas que la consolasen que los nervios habían aumentado considerablemente
Bien amores como os he prometido he aquí el primer capitulo el 22 de diciembre os amo mucho besos abrazos y mucho mucho amor
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My Lady: boda arreglada
Historical FictionLibro #01 de la trilogía my Lady Lo último que necesitaba Marianne BerryCloth condesa de Loughty era una boda arreglada a sus 21 años con un hombre del cual no conocía prácticamente nada salvo su nombre y título y que era un hombre ridículamente ri...