Los ojos castaños de la joven rubia frente si reclamaban su total atención, ¿como no hacerlo? Isabel era una joven realmente hermosa, y por un momento se arrepintió de su repentina boda con Marianne, se dio cubeta que todo el "amor" que había sentido por su ahora esposa era un simple capricho
--debo decir le que se ha llevado una gran mujer--decía la rubia con cierta molestia que gracias a dios el hombre no noto
Él estaba completa y absolutamente embelesado con la belleza de Isabel, veía como sus labios perfectamente rellenos de labia rojo se movían pero no escuchaba realmente lo que ella le estaba quería do decir, en un impulso frenético atrapó los labios ajenos
...
Marianne abrió los ojos con sorpresa, había estado escindida tras ese pequeño arbusto desde hacia unos cuantos minutos, creyendo que su esposo solo había citado a la ahijada de su madre allí para "hablar" pero aquella charla tomo un giro muy diferente, al ver a su esposo allí junto a la rubia no supo que hacer, y gracias a el terreno escabroso y la sorpresa término por caer de bruces a el piso
--Marianne--pronuncio muy confundido el duque mirando a su ahora esposa
La de cabellos fuego no pudo hacer más que ponerse de pie y realizar una caravana mientras sentía sus ojos desbordar se en lágrimas
--yo--tartamudeo y se odió una vez más a si misma por aquello--perdonen me interrumpo
Suspiro y con su poco orgullo aún puesto se dirigió al salón, allí fuera estaba Elizabeth quien le miro con preocupación, y a paso ligero y ekega te se acercó a ella
--esta todo bien querida?--pregunto la princesa a su amiga de infancia
--si no es nada--mintió la novia mientras se fijaba en el reflejo que le brindaba uno de los cristales que todo estuviera bien--yo estoy bien gracias por preocuparse
--segura?
--si solo tropecé y caí soy algo torpe con permiso
La castaña asintió confusa y la novia entro en el salón, estaba realmente destruida y algo asustada por lo que había presenciado, estaba pálida, y no sabía como actuar debía, que responder, suspiro agotada y pidió un vaso con agua
--sucede algo cariño tienes muy mala cara--pregunto Adelaida acercando se a la joven novia
Angustiada Marianne busco una escusa, y aún que era pésima en eso de las mentiras, debía crear una excusa para todas las preguntas que le formularían, suspiro con cansancio mientras miraba a su suegra
--si, Adelaida, me encuentro bien es solo un pequeño dolor de cabeza, nada más
--segura querida?
--si señora
La novia suspiro agitada una vez ver como la dama se retiraba, estaba agotada y muy cansada, se se tía algo mareada y aún que no le dolía la cabeza, veía venir una fuerte migraña, lo cual le puso de un muy mal humor
...
Antony miraba con cierto grado de preocupación a Isabel, ella había sin duda alguna captado el mensaje por lo cual tras disculparse se retiró al salón y el no pudo hacer más que suspirar con resignación ¿como le explicaría a su esposa lo que había sucedido? Le preocupaba la reacción que te dirá y el como actuaría, pero sabía que Marianne no sería capaz de hacer un espectáculo respecto a lo anterior sucedido, ella sabía en donde de fijaría la atención y siendo un chica inteligente se mantendría callada
...
Marianne no veía la hora en la que todo eso terminara para regresar a su casa, o eso era lo que deseaba pero sus sueños se vieron reprimidos al Recordar que no regresaría a su casa y que la cama que era suya y tanto añoraba sentir ahora había cambiado por una que no conocía
Se sentía imperfecta y mal peinada, aún que al mirar se en su espejo sabía que todo estaba en orden que su perfecto peinado seguía siendo perfecto que las perlas de oro que salpicaban sus cabellos aún se mantenían intactas y que pesé a su posterior caída su vestido estaba en completo orden
Pero no era su aspecto lo que le hacía sentirse inadecuada, ¡no! Era el hecho de lo que sus ojos anteriormente había presenciado, su esposo besando a la ahijada de su madre, aquello le callo como un baldado de agua fría, pero ¿que podía hacer? Nada esa era ella respuesta, no podía hacer nada más que resignarse, sabía que la mayoría de matrimonios pasaban por eso y aquello más que aliviarla la deprimió
--Marianne--llamo la voz ronca de Vincent nuevamente
La novia suspiro mientras miraba a la mujer junto a su amigo, era una chica que a sus ojos le pareció encantadora, de cabellos negros rizados y de ojos grandes color avellanas, vestía con un atiendo de color lila y violeta, y para estar con un hombre de 25 años ella no aparentaba tener más de 20
--Marianne--recalco el conde--ella es mi prometida Lady María Hernández marquesa de San José--el hombre miro a su prometida--María ella es mi amiga de la infancia la duquesa Marianne Alice BerryCloth de Danwork duquesa de Birdwhistle
--es un placer--comento Marianne haciendo caravana ante la marquesa
--lo mismo digo su alteza--hablo la dulce voz de la niña
--María querida podrías quedarte aquí un segundo?
--claro que si cariño
Vincent se retiró y la pequeña se mantuvo de pie, Marianne quien ya estaba sentada río con dulzura, ¿de donde habría sacado Vincent a esa pequeña niña? Era española no había duda pero era tan joven
--siente se María por favor
--muchas gracias--la marquesa sonrió y Marianne no aguanto más las ganas de preguntar
--María ¿es usted española verdad?
--si, soy española
--y que edad tiene?
--esto, yo tengo 18 años
Marianne abrió los ojos a más no poder, si es que María era una niña, una pequeña niña que estaba comprometida con un hombre, pero debía entender a su amigo, después de todo aquella jovencita era muy hermosa
--cuente me de usted María
--bien, yo nací en una hacienda en Sevilla que se llama la santa María, de hay mi nombre, mis padres son Helenor de santa Marta y Raúl de Santa clara, el título que tengo es de las tierras de San José una campiña en Segovia, a los 14 años me mude a Madrid y hace un año que me comprometí con el conde
--me alegra mucho, os deseo toda bendición
--muchas gracias yo también os deseo a vuestro esposo y a usted los mejores porvenires
Marianne sonrió con gratitud mirando a la marquesa, le agradaba que Vincent hubiera encontrado a alguien, y más que fuera una chica tan hermosa dulce y educada como aquella chiquilla
--bien regrese, Marianne muchas gracias, María ¿te agrado la dama?
--si es una mujer muy agradable
Marianne sonrió, pero su sonrisa se desapareció al ver entrar a su esposo del brazo de Isabel, sintió un mareo y perdió estabilidad cayendo a el piso de rodillas
--Marianne estas bien?
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My Lady: boda arreglada
Historical FictionLibro #01 de la trilogía my Lady Lo último que necesitaba Marianne BerryCloth condesa de Loughty era una boda arreglada a sus 21 años con un hombre del cual no conocía prácticamente nada salvo su nombre y título y que era un hombre ridículamente ri...