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Es sábado por la mañana. Aun no son la diez del día y ya estoy junto con Laura cerca del "Café Leo". Solo dos cuadras más y llegamos.

Laura viste un hermoso traje estilo gitano color verde, muy propio de ella. Mientras, yo visto una polo azul y unos jeans azul oscuro.

–Javy se comportó más normal anoche– menciona Laura.

Hemos estado hablando sobre un pequeño problema que ella tenía con Moisés. Resulta que este no quiere que ella vaya a una despedida de soltera de una sus viejas amigas. Le he dicho que realmente yo no soy quien debía aconsejarla en este caso, ya que si tuviera novia, no dejaría que esta fuera a una despedida de soltera. La defensa de Laura se basa en que sería una despedida de soltera sana, es decir, solo tomarían unas copas y hablarían sobre viejos tiempos. Nada de strippers y todo tipo de artefactos en forma de pene.

–Sí, supongo que después de nuestra pequeña conversación se ha sentido más seguro– menciono.

–Pobrecito. No puedo creer que llame amigas a esas zorras. Es injusto lo que hacían con él.

–Ya sabes como es. Es un poco... tonto– no quería decirlo, pero, es una realidad.

Javy hace cualquier cosa para que los demás sean felices. Si eso implicaba dejar a su novia porque no les agrada a sus amigas, pues la deja, porque disque sus amigas estaban primero.

–Qué bueno que ya casi no las ve– añade Laura.

–Y si las ve e intentan comerle el cerebro, ahí estaré yo para rescatarlo– agrego.

–Si yo tengo que meter mis garras, también lo hare– Laura mueve sus dedos como si tuviera garras.

–Estoy seguro de que todos lo haríamos.

En ese momento el "Café Leo" llega a nuestra vista.

–Mira, ahí está– dice Laura un poco emocionada. –No se cómo no lo había visto antes. Es bastante llamativo.

Me pongo nervioso al instante.

–Sí, vamos a ver si ella esta– digo con la voz temblorosa.

–Lo harás bien. Tranquilo. Voy a llamar a Moisés como te dije.

Resulta que ella y Moisés se han puesto de acuerdo para llamarse justo cuando entremos al café. Así ella podrá decir que tiene novio y que solo es mi amiga de forma indirecta. Esperamos que la chica del café lo capte y no piense erróneamente que Laura es mucho más que una simple amiga.

–Está bien. Voy a respirar profundo antes de entrar– digo justo cuando llagamos a la puerta.

Laura saca su móvil y llama a Moisés mientras yo sujeto la puerta para que ella entre.

Al entrar miro el mostrador rápidamente. Ahí está ella. Con una cola de caballo la cual no logra recoger todo su cabello, tiene algunos flequillos sueltos y, por supuesto, hermosa. Muestra una amable y blanca sonrisa a una dama de unos treinta años, quien agarra por una mano a un niño de aproximadamente seis o siete años. Vuelvo a mirar a la chica. Tiene puesto un delantal negro sobre su ropa, como el que tenía el chico que nos atendió a Javy y a mí el día de ayer. Esta vez trae una polo blanca y unos pantalones crema.

–Sí, estamos en el café– dice Laura al móvil.– Y si, al parecer sí.

Sé lo que está diciendo. Se ha dado cuenta de que la chica del mostrador es la que me gusta.

Rosas Blancas y CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora