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La semana pasa casi igual que la anterior. Trabajo, café, y gimnasio. Una rutina a la cual me puedo acostumbrar sin problemas.

Después de romper el hielo, nuestros encuentros íntimos son más seguidos. Esta semana lo hicimos el martes, cuando ella me visito. Luego, el miércoles en su habitación.

Hoy viernes estamos aquí en mi apartamento completamente solos. Estamos en la sala sentados viendo una película. Es de tarde y ya hemos cenado. Javy ha salido con Zara. Así que el apartamento es para nosotros.

Alice esta acostada en lo que al parecer ahora es su almohada favorita, mi pecho. Yo la abrazo asegurándome de que no se aleje ni un solo centímetro.

Vemos "Edward Scissors Hands" de Tim Burton. A ambos nos fascinan las películas de este alocado director.

Justo cuando vamos por la parte en la que "nieva", Alice comienza a hacerme cosquillas en el cuello. Me muevo violentamente para sacar su mano, esto lo hago inconscientemente.

–¡Ay!– se queja.

Automáticamente la inspecciono a ver si le he hecho daño. ¿Cómo puedo ser tan brusco?

–¿Estas bien?– le pregunto mientras la observo.

–Sí. Solo que me asustaste.

–Y tú me hiciste cosquillas– me quejo a modo juguetón.

–No creí que te pondrías tan a la defensiva.

–¿A la defensiva?– pregunto con las cejas en alto.

–Sí. Pareciste un ogro gruñón– hace como si fuera una niña.

Si ella quiere jugar, entonces vamos a jugar.

–¿Ah sí?– me levanto y comienzo a acecharla.

Ella se despega de mí y se mueve hasta el otro extremo del sofá. Yo me le acercó lentamente con una mirada malévola.

–Jared... me estas asustando– dice, pero sé que no la estoy asustando. Sabe que estoy perfectamente que es lo que quiero.

–Has despertado a la fiera– digo lentamente con una voz gruesa.

–Uy, que miedo– dice y se le escapa una carcajada.

Llego hasta ella, me acerco rápidamente a su cuello y comienzo a morderla suave, pero, repetitivamente como si fue un perro, de hecho... ladro.

–¡Jared, no!– grita y luego la callo besándola.

La atraigo hacia mí, poniendo sus piernas entre mis caderas, y sé que comienza a excitarse, yo lo hice desde el momento en que me toco. Comienzo a besar su cuerpo. Primero el cuello, luego su pecho, y después voy directo a sus piernas. Ella me agarra la camisa por la espalda y me la quita. Yo asciendo y me llevo su camisa dejándola casi desnuda ya que no tiene sostén. Me aprovecho de eso, lamo y beso sus pequeño y hermosos senos, los disfruto y sé que ella disfruta de eso. Bajo poco a poco besando su abdomen, mientras le quito las bragas. Llego al punto clave y le doy todo el placer que soy capaz de darle. Cuando sé que está casi llegando al clímax, me detengo y regreso a su boca.

–Jared– me suplica entre besos.

–No, lo haremos juntos.

Paso mi mano por su entrepierna y meto un dedo, lo saco y acaricio el clítoris, ella se retuerce y cierra un poco las piernas, hago que las habrá y la miro muy serio, ella sigue acostado en el mueble y yo entre sus piernas.

Rosas Blancas y CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora