"Ahora tú eres mi casa."

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Miré fijamente la foto que tenía en las manos, estaba doblada levemente por las esquinas y había perdido un poco el color, pero a pesar de todo se podía observar con total claridad la mirada resplandeciente de mi madre, transmitía fuerza, humildad pero sobre todo amor y cariño, como si ella realmente esperara que algún día sus hijos la verían en aquella instantánea.

Y sí, si quería verla pero en carne y hueso, al lado mío, aconsejándome sobre moda o chicos, hablándome de anécdotas del pasado, transmitiéndome el amor que jamás fue capaz de darnos.

Era pequeña a comparación con la altura que teníamos mi hermano o yo, sin embargo poseía rasgos tan característicos como mis ojos pequeños pero con una mirada cargada de sentimientos, y la afilada y redondeada nariz de Youngjae, era un clon de nosotros, no dudaba de que ella fuera la que me había traído al mundo.

No podía apartar la mirada de los ojos de mi madre, estaba embelesada pensando todo lo que podría haber hecho con ella si no fuera por él, por el hombre al que desde pequeña llamé papá. Él no era digno de recibir aquella palabra que irradiaba calidez, como si fuera un hogar al que siempre acudir cuando sientas que estás perdido.

Él era un asesino, un maldito monstruo.

- Deja de torturarte – la voz de Yongguk llegó a través de la puerta –. Necesitas descansar.

- ¿Crees que me quería? – le pregunto – No fue capaz de pasar el suficiente tiempo conmigo, nunca pudo encariñarse de mí.

- Te equivocas – noté como el colchón se hundió a mi lado –. Desde que estabas en el vientre de tu madre, ella ya te quería. Es verdad que no paso el suficiente tiempo contigo pero apuesto lo que quieras a que eras muy importante para ella.

- Gracias – susurro –. Por decirme la verdad, por la foto.

- Suni, ese era su nombre – acaricié la foto.

- ¿Bondad? – sonrío tristemente – Apuesto a que todo en ella era bondad, mis abuelos hicieron bien en llamarla así.

- Descansa – Yongguk se levantó de la cama y se alejó de mi vista.

- ¿Me puedes salvar de la caída? ¿Puedes amortiguar el golpe? – pregunté rendida mientras dejaba la foto encima de la mesilla de noche evitando que se llenara de lágrimas.

- Puedo hacerlo – miré hacia él, sin embargo Yongguk estaba dándome la espalda –. Pero no sería lo correcto.

- Me lo prometiste – gruño – ¿Por qué te niegas a aceptar lo que me dijiste en la furgoneta?

- Te has envuelto en esta mierda por mi culpa, he hecho lo posible por sacarte de aquí pero parece que no puedo conseguirlo – su espalda se tensó bajo su camisa –. Solo quiero que puedas ser feliz, y conmigo a mi lado lo único que he conseguido es herirte más, yo... yo no quiero eso.

- Podré ser feliz si estoy a tu lado – me levanté de la cama y me acerqué a él –. Porque gracias a ti he podido conocer la verdad en la que vivía.

Lo abrazo lentamente por la cintura, noto lentamente como su cuerpo se relaja ante mi tacto, respiro tranquila y cierro los ojos mientras me apoyo en su ancha espalda.

- Ahora tú eres mi casa – susurro.

Rápidamente Yongguk se gira y me abraza contra su pecho de forma protectora, paso mis brazos de nuevo por su cintura y aspiro su aroma a recién duchado mezclado con menta, su cabeza descansa sobre la mía y por primera vez en mucho tiempo siento que le importo a alguien, que alguien se preocupa por mí, que alguien me quiere.

- Te quiero Sora – susurra Yongguk –. Más que a mi propia vida.

- Yo también te quiero Yongguk, para siempre.

Bang me cogió de la barbilla y acercó nuestras bocas hasta que escasos centímetros nos separaban, nos miramos a los ojos y me quedé asombrada de lo que fue capaz de transmitirme sin llegar a utilizar ninguna palabra, de la nada Yongguk decidió que no quería más contacto visual, quería demostrarme lo que la palabras no podían.

Nuestros labios se rozaron y prometo que unas horripilantes mariposas se posaron en mi estómago, eran desagradable al comienzo pero después en un mísero instante se transformaron en cohetes que explotaron de la emoción y de la felicidad que acumulaba, pase mis brazos por detrás de su cuello y lo obligué a acercarse más a mí, él gruño satisfecho.

Paseé a mis dedos entre sus suaves cabellos, mientras el beso subía de intensidad, Yongguk con fuerza me agarró por la cintura y me levantó del suelo, yo le rodeé con mis piernas para evitar cualquier distanciamiento.

No quería que aquello acabara. Yo era de él y él era mío.

Caímos en la cama, Yongguk apoyó su peso en el colchón mientras yo me mantenía agarrada a él por mis piernas. Seguíamos besándonos, como si literalmente el mundo se fuera a acabar. No nos importaba nada, solo éramos él y yo, nadie ni nada importaba ahora.

Acaricié la espalda de Yongguk y gemí cuando sus labios fueron a parar a mi cuello, lo atraje a mí deprisa y le abracé dejando que su peso cayera sobre el mío, él rápido se acostó hacia la derecha y me miro a los ojos.

- Gracias – susurro mirándolo fijamente.

- Gracias a ti por existir – dice sonriendo.

Me acerqué a él con cuidado, y me acurruqué en su pecho, Yongguk comenzó a dibujarme extraños dibujos en la cintura.

- ¿Qué haremos ahora? – murmuro.

- Tu padre acabará por encontrarnos – dice mientras me acaricia el pelo –. Tendremos que prepáranos.

- ¿Lo mataremos? – elevo mi vista hasta sus ojos.

- Se hará lo que tú quieras.

- Quiero hablar con él, cuando eso pase te diré lo que decida – Yongguk asiente.

- Cuando todo esto termine, te daré una sorpresa – me acerco a sus labios.

- Vale – susurro – Ahora es mi turno de darte mi sorpresa entonces.

Vuelvo a unir mis labios con los suyos, volviendo a sentir toda la bola de sentimientos que Yongguk es capaz de hacerme sentir.

Porque él era posiblemente con el hombre que quiera pasar el resto de mi vida. 

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¡Hola de nuevo!

Otro capítulo más este domingo, ¿qué os ha parecido? 

¡Ya dentro de poco es Navidad! ¡Wiiii!

Espero que todos estéis genial, os deseo lo mejor de lo mejor. 

Nos leemos, 

XOXO



One Last Shot /BAN YONG-GUK - BAP/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora