Capítulo 8

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Bufé.

Faltaban cuatro días para el baile de bienvenida, ya todo estaba decorado y todo el mundo estaba con los preparativos. No entendía ese ansia que tenían por bailar en un gimnasio, que aún cuando no había nadie, apestaba a sudor.

El baile era el viernes y estábamos a martes. Tenía que conocer a Aidan, el primo de Claudia, y después tenía que ir con ella a comprarnos los vestidos.

Dejé la ropa sobre el lavamanos y puse música con el móvil. Abrí el grifo de la ducha para que el agua se fuese calentado. Mientras esperaba, me fui desnudando. El esguince de mi tobillo ya estaba algo mejor, ya no se me notaba tanto que cojeaba al andar. Observé mis muslos al sacarme los pantalones, tenía que volver a hacer ejercicio, mi celulitis estaba comenzando a reaparecer. Suspiré. ¡Con lo que me había costado quitarla!

Me despojé del resto de la ropa y me metí bajo el ardiente agua de la ducha. Claudia me había dicho que tenía que prepararme más de lo normal, para que su primo aceptase ir, por lo que esa vez utilicé una gama de champús para el cuerpo y para el pelo que tenía un aromatizante a lavanda que no solía usar mucho. Y ya que iba a prepararme en serio, aproveché para usar esa nueva crema depilatoria que había comprado.

Cuando acabé de ducharme, me vestí. No solía ponerme la ropa que había elegido para esa ocasión, pero era eso, o que Claudia me obligase a ir con ropa mucho más corta. Me puse una camiseta negra corta y unos vaqueros cortos de tiro alto, así, aunque enseñase pierna, sólo una tira de piel de mi abdomen era visible. Me coloqué unas botas con tacón negras y tomé una chaqueta de un colorido estampado tribal. Bufé y miré mi reflejo en el espejo, ¿qué hacía con mi pelo y cara?

Al final acabé por alisarme el pelo, pero aún no sabía cómo maquillarme. Saqué mi estuche de maquillaje de uno de los cajones del lavamanos. Cogí una paleta de sombras y comencé a aplicarme sombras en los ojos. Coloreé mis párpados con colores rojos y marrones, colores que no se notaban mucho sobre mi piel morena. Me delineé la línea de agua con negro y me apliqué rímel en las pestañas. Cuando estaba guardando el maquillaje que había usado, vi una barra de labios de color rojo al fondo de la bolsa.

Lo tomé.

« ¿Por qué no? », pensé y lo apliqué en mis labios.

Recogí todo el baño y me tiré en la cama. Tomé el móvil y miré la hora. Aún faltaban cinco minutos para que Claudia viniese a recogerme. Me reincorporé en la cama a toda prisa, se me había olvidado avisar a Susan. Corrí hasta su habitación.

— Susan, voy a salir con Claudia.

Susan estaba sentada al borde de la cama, no giró la cabeza en mi dirección, se mantuvo en esa posición.

— Tened cuidado.

Se llevó las pastillas blancas a la boca y se las tragó con ayuda de un vaso de agua.

Me apoyé en el marco de la puerta.

— Mamá... voy a ir al baile. Con vestido. Con un chico.

Mi madre dejó el vaso en la mesilla y de un salto llegó hasta mí.

— ¿Bird, que has dicho? Además, ¿por qué estás así vestida? ¿Estás enferma, hija? —dijo tocándome la frente— ¿O estás consumiendo drogas? ¿Por qué quieres comportarte como una chica de tu edad? —me agarró de los hombros y me agitó sonriendo—  ¿Qué has hecho con mi hija?

Reí.

— Susan, no creas que lo estoy haciendo por placer, le estoy haciendo un favor a Claudia.

Ella me soltó.

— Y ahí vuelve mi hija la repelente.

Reí. Cuando le iba a contestar a mi madre, el timbre de la casa sonó. Le di un beso en la mejilla a mi madre y bajé las escaleras a toda prisa.

Tinta PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora