Caí sobre mi cama; gateé hacia atrás hasta que mi espalda chocó con la pared gris que hacía de cabecero.
— Atrás —siseé.
— Vamos Bird...
Mi madre me lanzó una mirada de: " Deja de actuar como una niña pequeña y haz lo que te decimos ".
Yo negué.
— Sólo queremos maquillarte.
Alterné mi mirada entre Susan y Claudia. No pensaba dejar que esas dos me pusieran las manos encima.
— Me maquillo yo solita, gracias por preocuparos.
Ellas rieron.
— Juramos no maquillarte como a un payaso... al menos no esta vez —Claudia rió.
Me limité a mirarla mal y a lanzarle un cojín.
La última vez que dejé que me maquillaran quedé —literalmente— como un payaso. Aunque en realidad yo iba disfrazada de payaso, pero ese no era el punto.
— No.
— Vaaamos —odiaba, odiaba realmente, cuando Claudia hacía esa cara. Sacar el labio inferior y poner ojitos mientras con una mano te agarraba y con la otra te hacía la peineta. Te ofendía ese gesto pero lo que más ofendía, era que conseguía lo que quería.
— Antes. Muerta.
— Bird...
Miré a Susan bufando: — Dejo que me maquilléis... —ambas rieron y se abrazaron mientras empezaban a decir como iban a maquillarme. Levanté una mano en el aire, parando su momento de felicidad— pero, como me maquilléis como a un payaso; le digo a Alex que lo estás engañando y tiro a la basura todos tus libros de cocina, ¿entendido?
Ambas asintieron, esta vez ya más relajadas, y sabiendo que si me maquillaban como a un payaso, haría lo que les había dicho.
Me levanté de la cama y me acerqué a ellas.
— ¡Muy bien! ¡Primer paso: a la ducha!
Internamente reí por la cara de felicidad de mi madre.
« Tengo una madre que se comporta como una adolescente de mi edad... y luego estoy yo, que me comporto como su madre... sí, una familia completamente normal ».
(...)
— No sé por qué me maquillas tanto —hablé. Sentí como Claudia cargaba un poco más la brocha para los ojos contra mi párpado—. Los chicos son imbéciles, y no es que esté insultando a tu primo Aidan —me callé—. Bueno en realidad, sí...
— Es de mi sangre, Bird.
— Eso lo explica todo.
Reí cuando sentí como la novia de Alex gruñía y me clavaba el mango de la brocha en las costillas. Me retorcí un poco y abrí los ojos.
— Me amas.
— Tanto como a la peste.
— ¡Ey! Aunque le cambies el nombre de la enfermedad, esa frase sigue siendo mía —le dije a Claudia cruzándome de brazos.
Por el rabillo del ojo vi a Susan sonreír levemente mientras nos observaba sentada sobre el inodoro.
Claudia le dio media vuelta a la silla que habíamos llevado al baño para poder maquillarme, me vi en el espejo.
— Ah, pues no estoy maquillada como un payaso —solté.
Claudia me pegó una leve colleja. Reí y me llevé una mano a la nuca mientras observaba la pequeña mirada severa que le había dedicado mi madre a Claudia.
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Tinta Peligrosa
Novela JuvenilFue como caerse en un precipicio sin fin. Una vez se halló allí metida, tan sólo rodeada de oscuridad, no se vio capaz de salir. Ella consideraba tener una vida normal antes de conocerle, una vida complicada, pero normal al fin y al cabo. Después ca...