Capitulo 10

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Caí sobre mi cama; gateé hacia atrás hasta que mi espalda chocó con la pared gris que hacía de cabecero.

— Atrás —siseé. 

— Vamos Bird...

Mi madre me lanzó una mirada de: " Deja de actuar como una niña pequeña y haz lo que te decimos ".

Yo negué.

— Sólo queremos maquillarte.

Alterné mi mirada entre Susan y Claudia. No pensaba dejar que esas dos me pusieran las manos encima.

— Me maquillo yo solita, gracias por preocuparos.

Ellas rieron.

— Juramos no maquillarte como a un payaso... al menos no esta vez —Claudia rió.

Me limité a mirarla mal y a lanzarle un cojín.

La última vez que dejé que me maquillaran quedé —literalmente— como un payaso. Aunque en realidad yo iba disfrazada de payaso, pero ese no era el punto.

— No.

— Vaaamos —odiaba, odiaba realmente, cuando Claudia hacía esa cara. Sacar el labio inferior y poner ojitos mientras con una mano te agarraba y con la otra te hacía la peineta. Te ofendía ese gesto pero lo que más ofendía, era que conseguía lo que quería.

— Antes. Muerta.

— Bird...

Miré a Susan bufando: — Dejo que me maquilléis... —ambas rieron y se abrazaron mientras empezaban a decir como iban a maquillarme. Levanté una mano en el aire, parando su momento de felicidad— pero, como me maquilléis como a un payaso; le digo a Alex que lo estás engañando y tiro a la basura todos tus libros de cocina, ¿entendido?

Ambas asintieron, esta vez ya más relajadas, y sabiendo que si me maquillaban como a un payaso, haría lo que les había dicho.

Me levanté de la cama y me acerqué a ellas.

— ¡Muy bien! ¡Primer paso: a la ducha!

Internamente reí por la cara de felicidad de mi madre.

« Tengo una madre que se comporta como una adolescente de mi edad... y luego estoy yo, que me comporto como su madre... sí, una familia completamente normal ».

(...)

— No sé por qué me maquillas tanto —hablé. Sentí como Claudia cargaba un poco más la brocha para los ojos contra mi párpado—. Los chicos son imbéciles, y no es que esté insultando a tu primo Aidan —me callé—. Bueno en realidad, sí...

— Es de mi sangre, Bird.

— Eso lo explica todo.

Reí cuando sentí como la novia de Alex gruñía y me clavaba el mango de la brocha en las costillas. Me retorcí un poco y abrí los ojos.

— Me amas.

— Tanto como a la peste.

— ¡Ey! Aunque le cambies el nombre de la enfermedad, esa frase sigue siendo mía —le dije a Claudia cruzándome de brazos.

Por el rabillo del ojo vi a Susan sonreír levemente mientras nos observaba sentada sobre el inodoro.

Claudia le dio media vuelta a la silla que habíamos llevado al baño para poder maquillarme, me vi en el espejo.

— Ah, pues no estoy maquillada como un payaso —solté.

Claudia me pegó una leve colleja. Reí y me llevé una mano a la nuca mientras observaba la pequeña mirada severa que le había dedicado mi madre a Claudia.

Tinta PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora