El pasado

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La semana pasó más rápido de lo normal, cada día que despertaba me invadía una emoción imposible de describir, era simplemente feliz pero a la vez una gran tristeza me teñía por dentro.

Cuando veía al Varón sentía la misma emoción todos los días, seguía siendo mi ídolo y todo lo que hacía, tenía o pensaba era simplemente perfecto, la sonrisa se instalaba en su rostro en cuanto me veía y ese era el mejor regalo de todos. Pasábamos largas horas hablando, era abrumador escucharlo decir por ejemplo que el poema de la fotografía de mi madre lo había escrito él el día en que había nacido, resultaba que yo era el "capullo" y mi madre "la más hermosa flor".

Luego del almuerzo nos dirigíamos al estudio, me cantaba todas las canciones que le pedía y además las nuevas que incluiría en sus recitales, lo acompañaba siempre dentro de la Finca, Denisse había sido muy estricta en que nadie me viera con él cuando salía, para evitar conflictos con la prensa, por lo que prácticamente pasaba el día en la casa. La verdad era que no me importaba, estaba viviendo el sueño más maravilloso que podría haber tenido.

Vian me acompañaba en los momentos que mi padre se ausentaba, siempre aportaba una perspectiva distinta sobre todo lo ocurrido a lo largo de los años en la carrera del Varón, mi corazón se sentía encantado, de pronto dos hombres maravillosos eran parte de mi vida.

Una tarde, mientras mi padre se regodeaba de alegría narrando cómo había terminado blanca de harina mientras ayudaba a Rosa, sus ojos quedaron fijos en mí.

—Es la historia favorita de tu abuela— Dijo, yo solo sonreí —¿Te gustaría verlos?—

—Me hubiera encantado conocerlos— Respondí sin dudarlo.

—Puedes— Se limitó a contestar.

—Creí que tus padres ya no estaban—

—Los míos no, pero los de tu madre sí—

—No es posible, yo misma lo leí en un recorte del diario— La curiosidad se apoderó de sus expresiones —Es que junto con la fotografía y las cartas de mis abuelos que encontré había unos recortes de diario donde anunciaban sus decesos, en la última carta hablaban de que estaban muy enfermos— Expliqué —Esas cartas eran mi tesoro, esperaba encontrar pistas de ti, pero solo escribían súplicas, se ve que nadie de la familia estaba de acuerdo con la decisión de mamá. Nunca encontré un sobre, quizás porque imaginó que podría encontrarlas algún día y no quería dejar ninguna dirección o simplemente porque detesta su nombre, Azucena, y no quería verlo ni en el sobre— Reflexioné con una sonrisa.

El Varón que hasta el momento había permanecido escuchando seriamente rompió en una escandalosa carcajada.

—¿Azucena?— Preguntó incrédulo y divertido. —Odiaba ese nombre, Azucena Pérez era su Tía Abuela, tuvieron una relación tan tensa que no soportaba ni su nombre—

Algo en mi rostro lo sacó de trance, evidentemente mi expresión era perturbadora.

—¿Cómo es el nombre de mi madre?— Pregunté inexpresiva.

—Anabel, Any Clavers le gustaba—

Nos quedamos mirando, él esperaba alguna explosión sentimental y la verdad yo también, pero conocer otro nombre de mi madre era demasiado abrumador y de todas las emociones no sabía cuál elegir.

—¿Te animas a hablar con tus abuelos?— Rompió la tensión que se había generado volviendo al tema.

—Seguro— De repente me sentía entusiasmada.

—Bien, pero vamos despacio, ya son mayores y hay que cuidarlos—

—¿Por qué han publicado sus muertes?—

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