EXTRACTOS de Vian

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Encuentro

La taza de café quemaba mi mano, pero no lo suficiente como para dejarla sobre la mesa, permanecí de pie mirando inmóvil el gran ventanal de mi apartamento, la ciudad se abría frente a mí bajo el radiante sol, a lo lejos las verdes colinas decoraban la vista. Meditaba sobre mi vida, mientras me invadía el fuerte aroma de mi infusión, sentía que la espera latente en mi interior desde hacía tantos años llegaba a su fin. Había regresado del extranjero con la bendición de mi jefe para ejecutar el plan, que desde mi punto de vista era implacable. Aunque sólo hacía tres días que lo habíamos puesto en marcha y la imagen se estaba haciendo pública, la impaciencia tomaba poco a poco el control de mis pensamientos, debía aquietar mi mente, tomé una respiración profunda con los ojos cerrados, el sonido del celular me desconcentró.

—Es ella— La voz de Jorge, mi compañero y mejor amigo sonó demandante.

Por un segundo mis pensamientos me abandonaron y mi cuerpo permaneció en la calma previa al gran impulso de adrenalina.

—Estoy en camino— Respondí dos segundos después, tomé las llaves del auto y salí.

Tardé menos de lo normal en llegar a la central, había una revolución allí adentro, todos caminaban de un lado a otro, miraban los monitores, hablaban por teléfono; mi presencia no los distrajo, me acerqué rápidamente a Jorge y nos dirigimos al computador, una mano me acercó los auriculares para escuchar una grabación.

—Central ¿En qué puedo ayudarle? –Escuché la voz de Estefanía, siempre cordial.

—Hola, llamaba por el retrato que se vio en la televisión ayer, de la joven que buscan y dieron este número— La dulce voz de la muchacha sonó nerviosa y asustada.

—Sí ¿La has reconocido?—Estefanía se mantuvo alerta.

—Tengo un cierto parecido ¿Usted sabe la fecha de su cumpleaños?—

—No tengo ese dato ¿De dónde me llamas?—

—¿Y su nombre? – No había querido responder, se escuchaba su respiración nerviosa – ¿Sabe si tiene alguna relación con la Finca del Varón?—

Luego el silencio, la relación con el jefe había confundido a Estefanía, segundos después se escuchó el letal corte de la llamada, había colgado o alguien lo había hecho por ella, me quité los auriculares mirando seriamente a mi amigo que permanecía junto a mí.

—Es de un pueblo llamado Catriel, tenemos su dirección— Me informó.

—También imágenes de las redes sociales— Claudio me dio papeles impresos –Es ella Vian— Dijo con total seguridad.

Colgada en la pared frente a mí tenía una imagen obtenida del programa que simulaba el paso de los años con referencia a niños pequeños, ella ahora tendría diecisiete años, la comparé con la ampliación del rostro que Claudio me había acercado, el parecido era indiscutible.

—Aparece como Mell Suarez en la red— Dijo Jorge, lo miré decidido —¿Tu coche o el mío?— Me preguntó sonriendo, no esperaba menos de mi mejor amigo, sabía que no perdería tiempo.

—Avisa al Varón— Exigí a Claudio mientras caminábamos apresurado hacia mi automóvil.

La salida de la ciudad fue tortuosa, Jorge envió un rápido mensaje desde su celular y escudriñó la pequeña caja plateada que había traído, el viaje fue más largo de lo que hubiera querido, no siempre el GPS mostraba los caminos más directos, pero esta vez no los conocía, de todas maneras no tenía dudas que llegamos varias horas antes que cualquier otro viajero. Frenamos en el frente de una pequeña casa, las paredes blancas denotaban los varios años que habían pasado desde la última vez que la habían pintado, sin embargo las pequeñas y coloridas flores, que acompañaban los cuatro metros de camino hacia la entrada, daban la sensación de prolijidad y pulcritud.

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