Regreso a casa

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Desperté escuchando el canto de los pájaros, habíamos viajado toda la noche y me costó comprender dónde me encontraba, miré por la ventana, vi árboles, manchones de césped, mesas y bancos de camping y a lo lejos un lago.

Al entrar a la cocina todos me saludaron alegres, como siempre era la última en levantarme.

—Hoy es el primer día del regreso, se puede decir que ya comenzó la cuenta regresiva— Dijo Denisse, siempre marcando los tiempos.

Todos sonrieron contentos, pero yo sentí una punzada en el estómago, el pecho me apretaba y el miedo me invadió. Tomé la taza y coloqué el café, me senté junto a mi padre, evidentemente no sería mi mejor día.

—Nos encontramos muy cerca de un bosque petrificado, si ya estamos de regreso deberíamos disfrutarlo al máximo—

Las últimas palabras de Denisse me entusiasmaron, eso era lo que debía hacer, concentrarme en lo que tenía en el presente sin pensar en lo que me esperaba.

Luego del desayuno preparamos unos emparedados y armamos las mochilas, Saúl prefirió quedarse en el colectivo, disfrutaba de la soledad y la televisión más que de las largas caminatas. Al cabo de una hora los hombres se encontraban tres metros por delante, con Denisse nos atrasamos mirando flores y disfrutando el paisaje, a pesar que era un lugar turístico solo nos encontramos con unos pocos excursionistas que saludaron respetuosamente.

El bosque fue todo lo espectacular que esperábamos, me emocionó ver los troncos que escondían silenciosos tantas historias desde miles de años atrás.

Dedicamos otra larga hora a recorrerlo y por supuesto a inmortalizar el momento con fotografías desde todos los ángulos, alegres y divertidas, amaba tomarme fotos con mi padre, llenaría algún lugar de mi cuarto con ellas.

En un momento divisamos un arroyo cruzado por un puente colgante, tan rústico y espeluznante como los de las películas, dudé de su seguridad, Denisse ni lo meditó, en cuanto lo vio aseguró que no la haríamos pasar por ahí, mi padre lo pensaba mientras tocaba los troncos y las gastadas sogas, yo simplemente quedé mirando a Vian que lo contemplaba con una chispa en sus ojos.

Estábamos en plena discusión de su seguridad cuando una pareja pasó entre nosotros y se encaminó decidida, en dos minutos ya habían cruzado aquella prueba.

—¿Vamos?— Pregunté sonriente a Vian.

—¿Te atreves?— Respondió incrédulo.

—No creo que sea muy seguro— Interrumpió mi padre.

—He venido hasta aquí, un simple puente no va a detenerme para que descubra la maravilla que se encuentra del otro lado, me quedaré toda la vida pensando qué habrá allí si no lo cruzo— Mentí descaradamente, sólo buscaba mostrarle a Vian lo buena compañera que sería y gustarle un poco.

—Bien— Aceptó mi padre —Vian, la cuidas ¿Me has oído? No permitas que haga nada arriesgado, queda a tu cargo—

—Por supuesto, no permitiré que le ocurra nada— Aseguró tranquilo.

El primero en pisar el puente fue Vian, las tablas tenían tanta separación una de otra que mis pies cabían perfectamente, el ancho era lo que mis brazos extendidos a los costados, sujeté las sogas con las manos húmedas por el miedo, el puente se sentía inseguro, el quejido de la madera al pisarlas era realmente aterrador, pero Vian ya estaba encaminado y decidido a cruzarlo, no podía desaprovechar esta aventura junto a él, en lo que tardé en cruzarlo hasta el otro extremo tragué saliva varias veces, el miedo me mareaba, pero logré pasarlo. Vian me tomó la mano con una gran sonrisa, me di vuelta y vi a mi padre y a Denisse expectantes del otro lado, salté festejando mi coraje y el logro, mi padre saludó con la mano y desde su teléfono ordenó a Vian que me cuide una vez más.

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