Transparente

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En el Motor home el ambiente era alegre y familiar, Vian se tomó la tarde libre y con Denisse aprovechamos para ir de compras a un shopping, ya adoraba salir con ella, me estaba acostumbrando a tener una tarjeta libre para comprar lo que quisiera y Denisse me enseñaba a no limitarme, aunque ella terminaba con las manos llenas de bolsas y yo solo dos o tres.

Decidí bañarme con tiempo, me encerré en mi cuarto y disfruté de todo el proceso de preparación. Teníamos señal en ese lugar así que hablé cuarenta minutos con Julia contando con detalle todo lo que había vivido, solo evité mencionar mi obsesión por Vian, como buena amiga no hizo falta para que se diera cuenta.

Esa noche me vestí con lo que había comprado, unos jeans ajustadísimos con manchas plateadas que les daban un toque de glamour, unas botas de gamuza negra de media caña y taco alto, la musculosa negra ajustada al cuerpo llevaba un gran dibujo rojo de un águila, me coloqué la campera símil cuero de color rojo, porque de noche el frío era implacable. Até mi pelo en una coleta alta y como mi estilo era roquero opté por pintarme los ojos con delineador negro y brillo plateado. Por supuesto me bañé en mi infaltable perfume con fragancia a Jazmín, dulce, como yo.

Salí de la habitación, aún no habían llegado todos, mi padre era el último en salir siempre, Vian había estirado su tarde libre hasta la noche. Su falta me hizo sentir mal, de repente mi humor hizo un cambio radical, había reparado en que su tarde libre podía compartirla con cualquiera de las bailarinas o alguien de su interés, quizás su tardanza se debía a eso.

Tomé un vaso y lo coloqué debajo del fino chorro del filtro de agua, mientras veía cómo se llenaba de a poco un sentimiento de ira se apoderó de mí, lo cual era muy apropiado debido al estilo rockero que había elegido, apretaba los dientes con fuerza cuando la puerta se abrió y Vian se asomó con el pelo mojado y una hermosa camisa negra con finas líneas plateadas a lo largo.

—¡Cuatro a tres, hubo alargue, no terminaba más!— Dijo alegremente.

Me sentí aliviada, su demora evidentemente se debía a algún partido, no pude contener una sonrisa delatora.

—Waw, va a ser cada vez más difícil cuidarte— Dijo sin tapujos en cuanto me vio.

Nunca había visto a Vian tan alegre y despoblado de preocupación. Me reí despacio, complacida con su comentario. Lo miré, levantó una ceja y con gesto burlón dijo bien fuerte.

—Hoy me parece que voy a tener serios problemas con un baterista—

Le sonreí. Mi padre abrió la puerta de su alcoba bruscamente y se asomó.

—¿Qué problema hay con el baterista? A la la, hija, estás...— Tardó en encontrar las palabras— Distinta, demasiado hermosa—

—Bueno, ya me han hecho sentir mal, voy a tener que cambiarme— Fingí.

—No, no hija, es que cuando te apareces como una mujer, realmente...eres increíblemente bella. Lo que me recuerda ¿Qué problema hay con el baterista?—

—Ninguno señor, por ahora, pero hoy a la tarde estuvo acercándose a Mell—

—Bueno puede hablar con quien quiera—

—Por supuesto, solo que dijo que como era la chica más linda del lugar y estaba sola aprovechó para acercarse a conocerla un poco más—

—¿Cómo sola y tú dónde estabas?— Demandó mi padre.

—Detrás de ella—

—Que coraje el jovencito— Respondió sonriendo mientras caminaba hacia nosotros abrochando su camisa.

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