Desperté con la voz de mi padre.
—Buen día mi amor, perdóname que te despierte tan temprano, pero llamaron de la escuela, necesitan entregarnos el material de estudio para que te prepares—
—Bien papá, ahora bajo—
—Perdóname por lo de anoche, no volveré a presionarte—
—No tengo nada que perdonar— Le dije abrazándolo con fuerza.
—Debo hacer unos trámites, nos encontraremos en la escuela, desayuna tranquila, luego Vian te llevará—
Me levanté en cuanto cerró la puerta, entré en el cuarto de baño y me di una ducha para despabilarme, debía ir a una escuela, por lo que mi vestimenta tenía que ser la apropiada, no quería dar una impresión errada. Elegí un jean clásico, unas botas media caña de taco bajo y un suéter ajustado color bordó, sabía que con tez blanca necesitaba un color fuerte, delineé mis ojos de negro y el contorno de mis labios de solo un tono más fuerte, até mi cabello con una coleta alta, me bañé en perfume, tomé mi campera de jean y bajé a desayunar.
Mis abuelos me esperaban en la cocina y me llenaron de lindas palabras al verme.
—Te has levantado temprano hoy— Notó mi abuelo.
—Debo ir a la escuela, como no podía ser de otra manera la primera visita tenía que ser una molestia— Se rieron con mi enojo.
Vian me llevó en el auto, la escuela se encontraba a varias cuadras, cerca del centro, aparcamos frente al edificio, era imponente, tres pisos de ladrillo a la vista, la ventanas enmarcadas en una gruesa madera protegidas por rejas negras, parecían obras de arte, una gran puerta se encontraba en el centro de la estructura, eran más altas de lo común, al entrar la imagen me dejó sin palabras, un patio de cemento rodeado por ligustrinas bien podadas a la altura de mi cintura en forma rectangular y bancos de cemento intercalados entre ellas lo hacía un lugar glorioso, los pasillos daban al patio, en los tres pisos las puertas eran de madera, parecían recién pintadas, todo estaba impecable, como si fuera un gran castillo español.
—¿Impresionante verdad?—
—Debo citar una célebre frase de mi abuela "Virgen Santa"— Vian rió ante mi exclamación.
—¿Te gusta?—
—Vian, es una escuela, con más o menos plantas nunca podría gustarme—
—Dale una oportunidad— Me animó.
Caminamos por el amplio patio vacío, todos los alumnos se encontraban en sus aulas. Me ofreció su mano y yo la tomé sin dudarlo, necesitaba mucho coraje para estar ahí. Nos acercamos a una puerta, soltó mi mano y golpeó despacio, una voz femenina nos invitó a pasar.
Al abrir la puerta vi a mi padre sentado alegremente tomando una taza de café, una mujer alta que rondaba los cincuenta y cinco años, de un claro cabello lacio y muy bien vestida se acercó.
—Vian ¿Cómo has estado?— Preguntó a mi compañero.
—Muy bien, gracias—
—Tú debes ser Mell— Me estrechó la mano —Tu padre me ha estado hablando de ti—
—Mucho gusto—
—Mi nombre es Dora, soy la directora de la institución— Se presentaba mientras me dirigía a la silla donde me acomodé —Déjame contarte que es una escuela de excelencia, muchas familias importantes viven en los alrededores y sus hijos asisten aquí. Tu padre me ha hablado de tu educación hasta el momento, quiero que sepas que mantenemos un estricto control de discreción, podemos decir que has crecido en el extranjero si así lo deseas—
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Si supieras
Teen FictionConocer a tu ídolo Descubrir que es tu padre... Mell es una joven adolescente con una vida ordinaria y simple, la única diferencia es la ausencia de su padre y el manto de misterio que su madre se dedicó a tejer sobre él. El camino de su búsqueda...