Capítulo 1: La transformación

26.4K 1K 100
                                    

Me llamo Yanira. Cumplí 18 años el 20 de Noviembre, y cuando se cumpla el mes desde que cumplí la mayoría de edad... Se llevará acabo mi transformación. Desde ese día me pregunté ¿Cómo seré? ¿Blanca, negra, marrón..? ¿Ojos de color rojo, verde, azúl..? Mil preguntas y desgraciadamente ninguna sin respuesta. Sé que si mi madre estuviera aquí, conmigo, me diría que seré la loba más bonita que jamás se haya visto. Pero ella ya no está, igual que no está mi padre ni mi hermano. ¿Dónde están? Aún me duele reconocer la verdad, pero ellos murieron. Los asesinaron a sangre fría, no conozco el motivo, yo apenas tenía 8 años y desde entonces hasta hace un año me cuidó mi abuela. Ella dio todo por mí, soy quién soy gracias a ella, pero tras la muerte de mi abuelo ella padeció la enfermedad del "corazón roto". Dicha enfermedad consiste en que tu corazón sufre tanto que con el paso del tiempo deja de ir al ritmo que debería provocándote ataques al corazón e incluso la muerte. Estoy sola en el mundo, sólo espero que encontrar a mi mate me ayude a salir de esta oscuridad a la que estoy atada.

Pasan las horas y aún no siento ningún cambio, no noto nada, mi loba aún no me ha hablado... Estoy empezando que incluso mi loba me ha abandonado para que siga viviendo en soledad...

- Yanira, yo no podría abandonarte, soy parte de ti.- De repente oigo una voz muy parecida a la mía pero más grave.

-¿Quéééééé? ¿Quién está ahí?- Pregunto aterrorizada.

- Tranquila Yanira, soy Sia, ¡tu loba! - Vuelve a hablar esa voz.

- ¿Sia? ¡Bonito nombre! - Digo para mi misma - Y dime Sia, ¿cuándo podré verte?

- Eres impaciente Yanira. Todo a su tiempo.

-¿Impaciente? ¡ Llevo 18 años y un mes esperando este día, dime tú si no es para estar impaciente!- Pero nadie respondió, creo que Sia cortó comunicación conmigo.

Desde el momento en que Sia por fín habló conmigo, los segundos parecían horas y las horas días... Pero de pronto, sentí un fuerte dolor de cabeza. La temperatura de mi cuerpo subió en décimas de segundos. No sab... ¡Está empezando mi transformación! ¡Oh Dios, que ilusión! Pero mientras más avanzaban los minutos y mi cuerpo me dolía a rabiar, empecé a pensar que refería no transformarme. Mis huesos se estiraban, se doblaban, se moldeaban y yo sólo podía gritar tirada en el suelo de mi salón.

-¡Ayúdenme, por faaaaaavor! ¡No lo soporto más! - Gritaba con los ojos llenos de lágrimas.

Crack, crack, crack, sólo oía como respuesta el crujir de todos y cada uno de mis huesos. De repente, mi mandíbula empecé a estirarse, mis dientes se transformaban en colmillos y mis manos... ¡Ohhhhh! Mis manos eran peludas y tenían garras.

Pasados los cinco minutos más largos de toda mi vida, sentí que todo estaba bien. Percibía olores que antes menospreciaba, veía hasta las motas de polvo que estaban en la pantalla del televisor, y todo el salón me parecía mucho más pequeño que antes. Estaba deseosa de verme, quería saber cómo sería.

- Yanira, si quieres verme es tan sencillo como que te mires en un espejo cariño... - Ahí estaba Sia con su sarcasmo. He hablado poco con ella pero creo que el sarcasmo le gusta mucho.

- A eso iba listilla - Le contestaba a Sia mientras subía por la escalera hasta mi habitación con mi velocidad sobrenatural.

Cuando me vi en el espejo, no tuve palabras. ¡Era hermosa! Era una loba blanca de ojos grises, pero no un gris tormenta, sino un gris claro casi blanco. Me fascinaba lo que estaba viendo, me sentía hermosa. E inevitablemente pensé en mi madre... A ella le hubiera gustado tanto verme ahora. Y de mi madre pasaron a mis pensamientos a mi abuela... Ella si que estaba deseosa de verme, siempre quiso llegar hasta mi 18 cumpleaños pero, no pudo ser. De repente mi pecho empezó a doler como nunca antes había dolido  al pensar en mis familiares. ¡Será cierto eso de que una vez te transformas todo es más intenso, más vivido!

- Sí Yanira, ahora cuando estés feliz, serás más feliz que nunca, pero cuando estés triste, sentirás tal tristeza que creeras que no la soportarás. Pero tranquila, nos acostumbraremos.- Me dijo Sia.

-Eso espero Sia, eso espero... Si sigue doliendo así, apenas podré respirar.





El dolor de un rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora