Capítulo 9: El dolor es temporal

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Pasó una semana de la charla que tuve con Christian. Al día siguiente de dicha charla nos pusimos a entrenar para descubrir mis "dones" como él los llama, estoy un poco desilusionada, no hemos descubierto ninguno y empiezo a dudar de si Chris estaba en lo cierto cuando dijo que yo era de ese 1/1000, porque me han sometido a varías pruebas donde mi seguridad se veía en peligro y no hubo ningún don que se manifestara.

La primera prueba fue nadar en un lago cubierto por hielo. ¿Cómo? Sencillo, Chris le pidió ayuda a Aza y ella fundió el hielo formando un gran círculo por el cual tuve que meterme... Aunque más que meterme, fue caer porque el gracioso de Chris me empujó cuando tenía la guardia baja y acabe bajo el hielo, sentía como la sangre corría por cada parte de mi ser, sentía como mis extremidades se congelaban y dejaban de responder a las ordenes que mi cerebro les mandaba. Según Chris, ahí habría manifestado el don del escudo, pues habría formado un muro invisible que me dejara aislada de la fría agua, pero eso no ocurrió, sino que Thor me tuvo que sacar por telequinesis.

Durante la segunda prueba me metieron en una casa vieja y destruida que prendieron fuego, sí suena a que son unos putos cabrones, yo también lo pensé pero Chris me confesó que había una puerta trasera abierta para poder salir de ahí en caso de que el humo me dañase demasiado. En esa prueba tendría que haber manifestado el don del agua, pero... tampoco pasó eso.  Sino que Aza tuvo que sacarme de allí cuando casi caigo inconsciente.

Y una tras otra pasé siete pruebas de mierda y ninguna dio resultado. Me estaba cansando todo el rollo de "exponerme al peligro para manifestar mis dones" así que decidí darme un respiro y tomarme el día libre y disfrutarlo jugando con la pequeña Tessa.

- Vamos Yani, ya quielo jugal contigo - Tessa me coge de la mano e intenta arrastrarme hasta la parte trasera de la casa.

- Voy, voy, dame un segundo para beber un poco de agua, ¿sí? - Le digo con el tono de voz más dulce que puedo.

- Yaaaaaaaaaaaaaani, pueres bebel después... - Hace un puchero tan tierno que me olvido de hidratarme sólo para jugar con esta lindura.

- Veeeeenga vamos doña pucheritos-lindos - Le digo con una sonrisa.

- ¡MIEEEEEEEEEEN! A jugaaaaaaaaal - Y literalmente me arrastra por la cocina para salir al patio.

Jugamos a las casitas y a los mamás y papás. Me parece increíble que sin tener una figura paterna o materna Tessa sepa tan bien como te riñe un papá y como te mima una mamá, y viceversa.

- Peque, ¿cómo sabe como riñen los papis a los niños traviesos? - Le pregunto.

- Polque tato y Aza son como mis papis, o al menos eso dicen ellos cuando me liñen pol habelme comiro toritas la galletas - Me dice Tessa mientras pone un dedito en su barbilla como recordando lo que le dicen.

- Oh, ¡pues tranquila Tessa! Yo te dejo comerte toooooooooooooditas las galletas que quieras - Le digo guiñándole un ojo.

- ¡Esooo es súpeeeeeeel! - Me dice dando palmitas con sus diminutas manos.

Cuando acabamos de jugar a las mamás y a los papás, Tessa decide jugar al pilla-pilla, e como mi mente es así de maja, me hace pensar en Ian y en cuando nosotros jugábamos, pero mi  mantra de "El dolor no es permanente", "El dolor no es permanente" me deja disfrutar del juego con Tessa. Llevamos como una hora jugando a este juego, pero ahora se escondió demasiado bien, llevo un cuarto de hora buscándola y no hay manera de encontrarla. Me estoy poniendo un poco nerviosa, Sia dice tener un mal presentimiento y eso no me ayuda nada de nada, así que decido gritar su nombre y decirle que me rindo para que salga.

El dolor de un rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora