Capítulo 21: Lo que calla.

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Abro un ojo y veo la luz del sol filtrarse por la ventana. Desconozco la hora que es pero por la luminosidad, sé que no es muy temprano.

Me desperezo, me estiro y me retuerzo disfrutando de la sensación de que mi cuerpo está reaccionando poco a poco. Odio las mañana, para qué mentir, estoy de malhumor y no me gusta que me hablen... Pero hoy es diferente, hoy me desperté con el píe derecho supongo.

Me dispongo a salir de la cama. Mis pies tocan el la alfombra pero piso algo que no es suave y aterciopelado. Miro hacia abajo y veo una rosa azul con una nota. Me sorprendo, nunca me había pasado tal cosa y con toda la ilusión del mundo la cojo del suelo y leo la nota.

"La luz puede ser lo que todos buscan

pero la oscuridad también es bonita,

lo que esconde, lo que guarda, lo que calla.

Mira más allá de lo que tus ojos te muestran

Atte: El Dios del infierno."

La caligrafía es preciosa y el mensaje me deja el corazón en un puño. ¿Quién pudo haber sido? ¿Qué es lo que quiere decir?

- Yanira, comparto lo que dice la nota pero me inquieta que alguien haya entrado al cuarto mientras dormíamos. - Oigo la voz de Sia.

- A mí también Sia. Debe de ser alguien conocido si pudo pasar la frontera de la manada.

- O eso  o es Batman. - Responde con guasa para quitarle hierro al asunto.

La nota me deja confundida. No me muevo de mi habitación en un rato. Recuerdo que alguien me habló de oscuridad, no de ella directamente, pero sí me lo dejó entre ver. Quiero saber quien es el Dios del infierno, quiero que me explique qué me quiere decir con estas palabras. Quiero ver la belleza en la oscuridad que me acompaña, que me persigue, que no me deja. Necesito ver que mis demonios no son mi autodestrucción.

Sigo revanándome los sesos intentando descifrar el mensaje, pero mi barriga ruge, decido asearme un poco y bajar a desayunar antes de que mi hambre incremente y con ella mi malhumor.

Salgo al pasillo y bajo las escaleras. Camino hasta la cocina y la encuentro sola. Me llena de una tranquilidad que no me esperaba no coincidir con nadie. No estoy de mal humor, pero estoy cansada de responder a las mismas preguntas de "¿cómo estás?", "¿te hicieron mucho daño?", "¿reconociste a tus agresores?",... No puedo más. Me agota las energías que tengo y más porque sé que realmente no les importa mi estado, sólo ser los primeros en tener información con sustancia.

Me preparo dos tostadas. Una con queso y jamón y otra con queso y mermelada. Mmmm, se me hace la boca agua sólo de ver tal manjar en mi plato. Me siento en uno de los taburetes de la barra americana y me dispongo a comer.

- ¿Tostada con queso y jamón y otra con queso y mermelada? Ya veo que las buenas costumbre no cambian. - Oigo la voz de Aiden y del susto casi me atraganto.

- Jo..Jo... Joder Ai.. Aid.. Aiden. ¡NO VUELVAS A HACER ESO! ¡CASI NO LO CUENTO! - Le digo mientras hago esfuerzos sobrehumanos por coger el aire que necesito.

- JAJAJAJAJAJA, perdóname pequeña. Pensé que me habrías escuchado entrar. - Se disculpa con una sonrisilla tierna.

- Sabes que si tengo comida enfrente, no veo más allá de ella.

- Cierto. Desde siempre has sido la culpable de que mi nevera tiemble.

Aiden camina hasta la banqueta libre a mi lado y se sienta en ella. Dirige la mirada de mi plato a mis ojos, de mi plato a mis ojos. Así tres veces y cuando veo sus intenciones me apresuro a responder.

El dolor de un rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora