Capítulo 22: Necesita hacerse fuerte

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Acabo de dejar a Aiden en la cocina. La conversación que mantuvimos me ha dejado un poco hundida, pero me dio la tranquilidad que necesitaba para marcharme. Sé que él me entiende, sé que cree en mí.

Voy hacia mi habitación para recoger mis pertenencias e ir en busca de Chris para marcharnos. Pero oigo un ruido estruendoso al otro lado del pasillo. Me dirijo hacia él y miro a través del hueco de la puerta entreabierta. Entonces la veo.

Los sollozos se oyen en toda la habitación para que está abatida, destrozada, desolada. Me acerco a ella y sin dudarlo dos veces la abrazo. Ella se agarra a mí como si su vida dependiera de ello, llora sobre mi hombro y yo sólo puedo acariciarle el pelo. Poco a poco su llanto va cesando hasta que sólo queda su respiración irregular como rastro de su tristeza. Le tomo la barbilla y la obligo a mirarme.

- ¿Qué pasó Victoria? – Le pregunto en un susurro.

- Se fue. Ian se ha ido. – Me enseña una nota sujeta en una piedra.

"Victoria, tengo que marcharme. Ahora mismo la manada no es segura para mí, necesito encontrar respuestas a las miles de preguntas que tengo en mi cabeza. Pero tranquila, mo, la pregunta más importante sí tiene respuesta: Te quiero y volveré.

La distancia no será nada para nosotros, sólo kilómetros pequeña.

Atte: Tu Ian"

- Tranquila, ¿vale? Sé que es difícil la distancia, pero más difícil sería que no te quisiera, que no volviera. Piensa en eso, aunque sea duro, él volverá.

- Gra...Gracias Yanira. Espero que tú también vuelvas algún día. – Me dice mientras me abraza.

Pocos entenderéis porqué la ayudo, porque la consuelo o porque le doy esperanza. Pero es que uno no elige de quien se enamora, no elige quien quiere que sea su compañero. Sólo se siente y se padece.

Tengo defectos, soy orgullosa y rencorosa, pero no soy mala persona. No pagarán justos por pecadores. Ian tendrá lo que se merece, pero no Victoria. Ella sólo es una niña enamorada, una persona que sufrió y encontró la luz en alguien que, para mí, fue la total y absoluta oscuridad.

Tras asegurarme de que está más calmada, me dispongo a salir de la habitación cuando sus palabras me dejan paralizada.

- Ian se va a buscar respuestas para como matarte... - Suelta en un susurro.

Me giro de golpe y la enfrento, veo que en sus ojos hay lágrimas.

- Ella sabe lo que eres, pero no te considera ningún monstruo, su loba no miente y sabe que su prometido lo está haciendo mal, muy mal. – Me informa Sia. – Ella no está de acuerdo con eso.

- ¿Cómo lo sabes? ¿Dónde se ha ido? – Le pregunto con el corazón en un puño.

- No sé dónde está. Nuestra conexión es muy débil, por eso creo que se fue muy lejos, hacia las manadas fundadoras. – Responde Victoria en un hilo de voz - Lo sé porque su lobo se lo dijo a mi loba cuando vino a entregarme el mensaje.

- ¿Las tribus fundadoras? ¿Por qué crees que fue hacia allí? – La interrogo.

- Porque se cuenta que las tribus fundadoras tienen libros en los que explican todo lo que se sabe acerca de los licántropos, tanto los comunes como yo como los especiales como tú.

- ¿Y tú cómo sabes de los licántropos especiales? – Le pregunto con curiosidad, poca es la gente que conoce de nuestra existencia.

- Mi hermano lo era.... – Y veo como se le escapa de los ojos una lágrima.

- Lo... lo era... ¡¿LO MATARON?! – Pierdo los nervios al ver que asiente con la cabeza.

Salgo de la habitación tan rápido como puedo, necesito buscar a Chris, pero cómo no, él me encuentra antes.

- ¡Yanira! Joder, menos mal que te encuentro. Tuve una visión, Ian est... - Le interrumpo porque sé de que trata su visión.

- Está en las tribus fundadoras buscando cómo matarme... - Le digo con pesadumbre – Lo sé, Christian.

De repente Chris me coge de la barbilla y me obliga a mirarlo, me besa apasionadamente. Es un beso mordaz, feroz y hambriento, pero a la vez inseguro y frágil como si creyese que me va a perder. Cuando nos falta el aire nos separamos y mirándome fijamente me dice:

- Yanira, no habrá libro ni persona que logre matarte, porque antes pienso rajarlos de arriba abajo, sacarles los órganos y dárselos de comer antes de cortarles la yugular. No voy a dejar ni que se acerquen a ti. – La fiereza de sus palabras y la verdad en sus ojos me hacen temblar y arrojarme a sus brazos en busca de la seguridad que necesito.

- Gracias Christian. – Me limito a responder.

Christian me acompaña a mi habitación, me ayuda a recoger las pocas pertenencias que tengo y nos dirigimos a la puerta cuando oímos una conversación en el despacho de Aiden que no deja de piedra a los dos.

- ¿Cómo es posible que Ian sea así? ¡Nosotros no lo hemos educado para que sea un asesino! ¿Qué hemos hecho mal? – La voz dolida de Ana me destroza el corazón.

- Cariño, nosotros le hemos enseñado lo mejor que pudimos, pero al final, él es quien decide cómo quiere ser. – Le responde Aiden.

- Yanira no es un monstruo, Aiden, ¡no lo es! Ella es mi hija, la vi crecer, la vi madurar antes de tiempo, la vi volverse fuerte a base de golpes y golpes. Ya la perdí cuando se forjó un muro alrededor de su corazón cuando mamá se fue... No puedo perderla otra vez. ¡NO PUEDO! – Ana rompe a llorar y a mí se me escapan las lágrimas de los ojos.

- No la perderemos, cariño, no lo permitiré pero ella necesita marcharse... Necesita hacerse fuerte. – Aiden cita las palabras que yo le dije por la mañana pero su voz se rompe al tiempo que mi corazón lo hace, se rompe en trozos, en trozos tan diminutos que parecen polvo y recogiendo las cenizas del suelo, abandono la que ellos llaman mi casa y yo mi infierno.


***

Pedisteis un maratón y aquí lo tenéis, empieza la primera parte... Espero que os guste.

Un besiño y... ¡buenas noches!


El dolor de un rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora