Abrí mis ojos lentamente pero no conseguía enfocar muy bien. Todo estaba oscuro. ¿Cuándo me quedé dormida? Recuerdo que Ana se fue y me quede un largo rato pensando... Supongo que fue el resultado de aburrirme de pensar. ¡Sí señores, a mí me agota pensar!
Cuando conseguí acostumbrarme a la oscuridad, me levanté porque mi estómago rugió reclamando algo de comida. Salí de la habitación y me encontré con un pasillo demasiado largo para mi gusto y muchas puertas... ¡Arg, y ahora por donde coño tengo que ir! ¡Maldito castillo!. Decidí ir hasta el final rezando por encontrar allí unas escaleras pero desgraciadamente el pasillo de dividía en dos y no sabía hacia cual ir, así que probé en ir hacia la izquierda cruzando esta vez los dedos para llegar a las escaleras. ¡Y gracias a Dios aquí están las jodida escaleras!
- Yanira, en serio...¿¡NO PUEDE DEJAR DE MALDECIR NI SI QUIERA EN TUS PENSAMIENTOS!? - Me reprocha Sia.
- Venga ya... Decir maldiciones está mal pero me salen solas... ¡Qué quieres que haga! - Le respondí ý ella cortó la conexión.
Cuando quise darme cuenta ya era tarde... La breve conversación con Sia me despistó tanto que a pesar de haber encontrado las escaleras... No las vi llegar, por eso ahora mi culo duele, digamos que cada uno baja las escaleras como quiere. ¿La manera normal? Caminando. ¿ LA manera en que yo lo hice? Dando vueltas y haciéndome notar.
- ¡Mierda, mieeerda, mieeeeeerda! Mi culo, aaaaaai, ¡como duele! - Susurro medio gritando.
- ¿Necesitas ayuda? - Una voz ronca y familiar me sorprende.
- ¡AAAAAAAAH! ¡PERO QUE COJONES! - Grité sin acordarme de la gente que dormía. Mi corazón iba a mil por hora y no sabía si por el susto, por la caída o por quién me asustó.
- ¿Estás bien Yanira? - Me preguntó Ian apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados.
- Sí. Todo bien, gracias. - Respondí poniéndome de pie rápidamente y yendo hacia las escaleras.
- ¿Acabas de bajar y vuelves a subir? ¿A caso sólo quería dañar tu culo? - Me pregunta él intentando ocultar una sonrisa.
- Tenía hambre, pero al verte se me ha ido. - Le respondo fría porque me está empezando a pasar factura tenerle de frente y porque, de una manera u otra, sí que me quitó el hambre.
- Yanira, sé que ha pasado mucho tiempo pero yo quie...
- Callate Ian, no es el momento ni el lugar. - Le interrumpo con mucha dureza y frialdad. Pero esta capa de "no me importas una mierda" esconde todo el dolor que los recuerdos me provocan.
Cuando estoy a mitad de escalera siento como alguien me coge del codo y me voltea. Así es como quedo frente a frente con Ian, y es ahí cuando respiro profundamente por la impresión y me llega un delicioso olor a nutella con palomitas... Y de repente me quedo pálida cuando Sia empieza a gritar como loca:
- Woooow, nuestro mate está muy pero que muy bien. Mmm, ya quiero que nos marque como suyas.
- ¿Estas de coña? ¡Él no! ¡Él no puede ser mi mate! ¡Me cago en...- Iba a seguir maldiciendo cuando Ian al ver mi cara, frunce el ceño y también respira profundamente. De repente su cara pasa de confusión a sorpresa y de esta a...¿Tristeza? ¡Esto sí que no! ¿Por qué está triste? Si estuviera enfadado lo entendería, pero... ¿triste? Bfff, no entiendo una mierda.
- Ya...Yani. ¿Tú eres mi mate? - Me pregunta en un hilo de voz que me afecta más de lo que querría reconocer.
- Eh.. Esto... ¿Sí? - Joder, ¡y ahora tartamudeo! ¡Yanira centrate!
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El dolor de un rechazo
WerewolfMi nombre es Yanira. Tengo 18 años recién cumplidos y estoy a punto de vivir mi primera transformación. Estoy al corriente de qué es una manada, quién es un Alfa y quién es la Luna. Pero, sobre todo y lo que espero con más ganas es conocer a mi mate...