Capítulo 4: Recuerdos.

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Abrí mis ojos lentamente pero no conseguía enfocar muy bien. Todo estaba oscuro. ¿Cuándo me quedé dormida? Recuerdo que Ana se fue y me quede un largo rato pensando... Supongo que fue el resultado de aburrirme de pensar. ¡Sí señores, a mí me agota pensar!

Cuando conseguí acostumbrarme a la oscuridad, me levanté porque mi estómago rugió reclamando algo de comida. Salí de la habitación y me encontré con un pasillo demasiado largo para mi gusto y muchas puertas... ¡Arg, y ahora por donde coño tengo que ir! ¡Maldito castillo!. Decidí ir hasta el final rezando por encontrar allí unas escaleras pero desgraciadamente el pasillo de dividía en dos y no sabía hacia cual ir, así que probé en ir hacia la izquierda cruzando esta vez los dedos para llegar a las escaleras. ¡Y gracias a Dios aquí están las jodida escaleras!

- Yanira, en serio...¿¡NO PUEDE DEJAR DE MALDECIR NI SI QUIERA EN TUS PENSAMIENTOS!? - Me reprocha Sia.

- Venga ya... Decir maldiciones está mal pero me salen solas... ¡Qué quieres que haga!  - Le respondí ý ella cortó la conexión.

Cuando quise darme cuenta ya era tarde... La breve conversación con Sia me despistó tanto que a pesar de haber encontrado las escaleras... No las vi llegar, por eso ahora mi culo duele, digamos que cada uno baja las escaleras como quiere. ¿La manera normal? Caminando. ¿ LA manera en que yo lo hice? Dando vueltas y haciéndome notar.

- ¡Mierda, mieeerda, mieeeeeerda! Mi culo, aaaaaai, ¡como duele! - Susurro medio gritando.

- ¿Necesitas ayuda? - Una voz ronca y familiar me sorprende.

- ¡AAAAAAAAH! ¡PERO QUE COJONES! - Grité sin acordarme de la gente que dormía. Mi corazón iba a mil por hora y no sabía si por el susto, por la caída o por quién me asustó.

- ¿Estás bien Yanira? - Me preguntó Ian apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados.

- Sí. Todo bien, gracias. - Respondí poniéndome de pie rápidamente y yendo hacia las escaleras.

- ¿Acabas de bajar y vuelves a subir? ¿A caso sólo quería dañar tu culo? - Me pregunta él intentando ocultar una sonrisa.

- Tenía hambre, pero al verte se me ha ido. - Le respondo fría porque me está empezando a pasar factura tenerle de frente y porque, de una manera u otra, sí que me quitó el hambre.

- Yanira, sé que ha pasado mucho tiempo pero yo quie...

- Callate Ian, no es el momento ni el lugar. - Le interrumpo con mucha dureza y frialdad. Pero esta capa de "no me importas una mierda" esconde todo el dolor que los recuerdos me provocan.

Cuando estoy a mitad de escalera siento como alguien me coge del codo y me voltea. Así es como quedo frente a frente con Ian, y es ahí cuando respiro profundamente por la impresión y me llega un delicioso olor a nutella con palomitas... Y de repente me quedo pálida cuando Sia empieza a gritar como loca:

- Woooow, nuestro mate está muy pero que muy bien. Mmm, ya quiero que nos marque como suyas.

- ¿Estas de coña? ¡Él no! ¡Él no puede ser mi mate! ¡Me cago en...- Iba a seguir maldiciendo cuando Ian al ver mi cara, frunce el ceño y también respira profundamente. De repente su cara pasa de confusión a sorpresa y de esta a...¿Tristeza? ¡Esto sí que no! ¿Por qué está triste? Si estuviera enfadado lo entendería, pero... ¿triste? Bfff, no entiendo una mierda.

- Ya...Yani. ¿Tú eres mi mate? - Me pregunta en un hilo de voz que me afecta más de lo que querría reconocer.

- Eh.. Esto... ¿Sí? - Joder, ¡y ahora tartamudeo! ¡Yanira centrate!

El dolor de un rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora