Anaysa
Tenía que estar de broma, ¿no? - Franco... ¿Qué demonios haces levantado? – eso era lo que yo quería reclamarle. Aunque en realidad lo único que hice fue levantarme y ponerme a despotricar maldiciones mentales mientras me metía al baño para no tener que verlo andar por la cocina de un lado a otro como si nada. ¿Acaso no era capaz de darse cuenta de que apenas se estaba recuperando? Peor aún, ¿tenía que haberme despertado tan temprano por un berrinche de niño pequeño, como yo suponía que lo hacía? ¿Siquiera tenía planeado hablarme? No me había dirigido ni una sola mirada mientras venía hasta acá. ¿Era consciente del daño que me había hecho antes? ¿O acaso estaba tratando de disculparse con un desayuno?
Gemí.
Adoraba su comida.
Volví a gemir.
Maldita sea si no adoraba su comida.
Miré mi reflejo en el espejo y puse una exagerada cara triste. Quería lloriquear como niña, pero sabía que ese no era el momento ni la forma. Esto no era un juego. Así que ensayé mi expresión indiferente y até mi cabello en un moño desordenado para poder salir con "la cara en alto" o algo similar. Aunque ¿a quién engañaba? Lo único que quería era volver a taparme con las cobijas y fingir que nadie estaba en la cocina. No quería hablar con él. No después de la manera en que me había mirado la noche anterior. Me armé de valor y abrí la puerta. Caminé lentamente por la sala y me aproximé a la puerta de la recamara para tomar un poco de ropa y cambiarme. Sin embargo, su voz me interrumpió.
- Tu teléfono estuvo sonando – me dijo inflexible.
Me giré hacia él y traté de descubrir lo que estaba pensando, pero su rígida espalda era la única que podía mirar desde esa posición. Dejé escapar un suspiro y me interné en el escenario del acto de la noche anterior. La cama estaba tendida y el cuarto completamente organizado. Parecía raro que ahí hubiera estado a punto de dejar escapar unos sentimientos inusitados para mí. Había sido bueno que Franco básicamente me corriera, al menos ahora lo pensaría mejor antes de acercarme. Tal vez el verlo tan débil se había prestado para jugar con mi mente y corazón en ese instante. Yo no tenía que haber susurrado esas palabras, y mucho menos haberme dejado engañar por las palabras que salieron de su boca a continuación. Yo tenía que haber dado la vuelta y haber vuelto la mirada atrás; pero había sido difícil hacerlo cuando todo mi cuerpo me había estado pidiendo quedarme a lado un momento más.
Abrí los ojos. Me había sentado en la cama sin darme cuenta. Los recuerdos, el tacto, las miradas... La mezcla de todo estaba siendo demasiado para mí. Por una parte me sentía contenta de haber salido, como lo hice, de la situación. Sabía que eso era lo mejor. Después de todo, por lo que sabía, Franco muy bien podría haberse drogado, aunque en realidad no creyera que eso fuera cierto; y sin embargo, aún permanecía en mí esa pequeña espinita por saber qué más habría pasado si hubiésemos pasado juntos toda la noche. Él se había acercado a mí más de lo que había hecho nunca antes; pero ¿eso era algo bueno o malo? ¿Acaso no debería haber sentido miedo por su cercanía? Él era diez años mayor. Su rostro, su cuerpo y su mente estaban ahí para corroborarlo; pero ¿qué con su corazón? ¿Los corazones de las personas también se hacen viejos? Y de ser así, ¿eso los hace menos sinceros, menos propensos a ser amados?
Mi boca se sentía seca. Esto era demasiado para mí. Simplemente no podía quedarme en esa casa y fingir que nada estaba pasando. Era domingo. Apenas llevaba una semana aquí y ya quería marcharme a causa del miedo que me provocaba la situación. ¿Pero el miedo a qué exactamente? ¿A su cercanía, a los sentimientos que creía estar desarrollando...? ¿Cómo se supone que resistiría las siguientes semanas o quizá el siguiente mes en esta casa? ¿Cómo? Mi corazón estaba latiendo con fuerza. Mi estómago se sentía vacío y no tenía nada que ver con que aún no hubiera desayunado. ¿Por qué los recuerdos tenían que afectarme de esa manera? ¿Por qué no podía simplemente pretender que nada de esto había ocurrido y salir a la sala como si nada, tal y como él lo hacía? ¿Qué era lo que me estaba pasando?
ESTÁS LEYENDO
¿Qué Pasaría Si...?
Romance"Cuando tu mente regresa continuamente al pasado y vives a través del miedo: ¿Qué pasaría si...?" Cuando Anaysa es enviada como delegada de la empresa de su hermano a Estados Unidos, lo menos que espera es ser recibida por un atractivo chico diez añ...