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Franco

Anaysa toma a Max de la mano y lo lleva hasta la pista en medio de las risas. Este último dirige su pulgar levantado hacia mí, con una sonrisa cómplice. Seguro como un demonio que necesitaré esa suerte que me está deseando. Tratar con Dakota es de por sí una hazaña, pero hacerlo mientras está celosa y borracha...

- ¿Qué quieres y qué haces aquí? – Me dirijo a ella sin un ápice de amabilidad.

Aprieta los labios con rabia, pero trata de aparentar.

- Pareces muy contento con esa pequeña zorra a tu lado.

Levanto una ceja.

- No la llames así, Dakota. Tú no tienes idea de quién es.

Rueda los ojos, acercándose hacia mí.

- ¿Y tú sí? Por favor, Franco. ¿Cuánto tiempo lleva en tu casa? Una semana, dos... ¿Me vas a decir que ya has estado entre sus piernas y que por eso la estimas tanto, o es que la chica se resiste y por eso te gusta más? - Se ve demasiado patética y borracha como para que pueda tomar en serio sus palabras.

- No estás pensando en lo que dices – mi mirada se suaviza un poco -. Deberías ir a casa.

Me observa incrédula por un minuto entero. Finalmente regresa a la mesa y se desploma con los ojos cristalizados.

- ¿Qué tiene ella que no tenga yo? – Se lamenta al borde de las lágrimas.

Suspiro y me acuclilló frente a ella.

- Yo nunca dije que estuviera con ella – su mirada se vuelve a mí.

- ¿Nunca vamos a regresar o sí? – Es la primera cosa que parece decir en su sano juicio.

Niego con la cabeza. – Lo lamento.

- ¡No, no lo haces! – Grita tan fuerte que varias personas se giran para vernos.

- Dakota... - Trato de calmarla con mi voz.

- No lo haces - murmura en el llanto.

- ¿Quieres que te lleve a casa? – le pregunto tras acariciar su mejilla.

Ella simplemente asiente.

- Bien. Espera aquí un segundo – me pongo de pie y busco con la mirada a Max. El hombre es muy alto así que no tardo en ubicarlo entre la multitud. Me acerco a ellos y le explico la situación a Max, de manera acelerada. Anaysa me está mirando, pero no puedo detenerme mucho tiempo a explicarle a ella también. Sé que Max lo hará en cuanto me marche.

- Max te dejará en casa cuando se lo pidas, yo te alcanzaré en el departamento, ¿está bien? – le pregunto observando como dirige su vista hasta Dakota. Aprieta lo labios, pero asiente.

- ¿Estás seguro de lo que haces? – Me pregunta mi amigo antes de que me marche. Lo miro extrañado.

- ¿Por qué lo dices? – Me mira por un segundo, pero luego niega con la cabeza.

- No, nada. Ve – palmea mi espalda -. Se ve que la chica te está esperando – su voz no parece muy conforme.

- Ok. Cuídala – Me despido, dejando a Ana bajo su cuidado. No tengo tiempo para pensar mucho en las implicaciones que podría tener eso en la seguridad de Ana; pero quiero pensar que mi amigo no se comportará como un idiota en este caso.

- ¿Estás lista? – Le pregunto a Dakota al regresar a nuestra mesa.

- Sí, vámonos – me toma del brazo y se sostiene de él hasta la salida. La miro de soslayo. Es incómodo estar a su lado, pero no quiero parecer un idiota cuando yo mismo fui el que se ofreció para llevarla.

¿Qué Pasaría Si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora