7

49 6 3
                                    

Anaysa

El maldito sonido del reloj, me estaba volviendo loca; pero mi mente me seguía torturando con ese tic tac inconsciente, que llevaba toda la mañana escuchando. Mi estómago estaba hecho un revoltijo a causa de la presión. Necesitaba, en serio, pero muy en serio, dejar de pensar en mi viaje a Los Ángeles. De otra forma, no sería capaz de disfrutar de todo lo que había en Nueva York. Tampoco quería pasar todo mi tiempo en las conferencias y juntas de trabajo que tenía Mauricio con la editorial.

Precisamente, tratando de encontrar un algo con lo que entretenerme, iba caminando por la calle cuando la bocina de un auto, me trajo de vuelta al mundo real como un insulto a mi propia incapacidad para lograrlo por mí misma.

¡Estaba sobre la maldita banqueta! - Grité mentalmente al conductor que no pudo esperar. Un par de transeúntes me miraron, esperando a ver mi reacción. Así que bufé, erguí mis hombros, y me recompuse como pude para esperar que el semáforo se pusiera en absoluto rojo, y así, poder avanzar tranquilamente. Aunque claro, estábamos hablando de Nueva York. Aquí todo el mundo te empujaba si no cruzabas rápido en los Stop.

- Hola, enana. ¿Qué tal está Estados Unidos? - peguntó mi hermano desde el otro lado de la línea mientras yo trataba de acomodar mis cosas para poder contestarle mientras seguía caminando.

- Muy ajetreado la verdad. La gente parece no tener descanso.

- Bueno, se puede oír por el escándalo.

- Lo sé, lo sé. Voy a viajar en el metro.

- ¿Va Mauricio contigo?

- No, él tenía que quedarse a una junta de trabajo y yo quería vagar por un rato por mí misma.

- ¿Él está bien con eso?

No pude evitar reírme.

- Sí, hermano. Tranquilo.

- Eso no me convence.

- Lo sé, pero no puedes hacer nada.

- Y eso me estresa. Estoy preocupado por ti.

- No soy una niña.

- Pero siempre te he cuidado y ahora tengo miedo de que algo te pase.

Sonreí como boba, produciendo un sonido de ternura que estaba segura, él oiría.

- Eres muy lindo, ¿sabes?

- Bueno, pues no por mucho tiempo - dejó la línea en silencio por un segundo entero, para poder añadir ese aire melodramático a su sentencia -. Así que aprovecha hasta que se me pase el sentimiento de nostalgia -. Reí de nuevo, y él me siguió.

Steven siempre queriendo ser el más fuerte de los dos.

- Te quiero, tonto.

- Y yo a ti, tonta. Pero dime, ¿ya sabes quién es el chico con el que vas a vivir?

- Aún no le he pedido una foto.

- Bueno, pues a mí me sigue causando desconfianza.

- Cualquier chico que pudiera vivir con tu hermana, y no fuera tú, te causaría desconfianza.

- Puede que tengas razón...

- ¿Puede? - Pregunté divertida.

Alguien tosió del otro lado de la línea y volví a reír.

- Bueno hermano, estoy a punto de entrar al vagón, hablamos luego, ¿ok?

- Está bien. Cuídate mucho y salúdame a Mauricio. Dile que no te deje sola tanto tiempo.

¿Qué Pasaría Si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora