Me robaste el corazón (Justin Bieber) Primera y Segunda temporada

Capítulo 23

*Últimos capítulos de la primera temporada* (2/3)

Mi estado de ánimo no había mejorado mucho que digamos. Habían pasado un par de horas y estaba esperando la llamada de Kina, sentada en mi cama. Le había dicho a Kina de cenar fuera y ella había aceptado sin reprochar. 

Mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Tenía miedo.

Con ella no me iba a contener, le iba a explicar todo, o casi todo. Lo más triste es que Hugo no mentía cuando decía que estaba "obligada" a irme con él a vivir. Yo misma había ido allí a preguntar hace ya una hora. Sentía muchísima impotencia acumulada en el cuerpo y me costaba asimilar lo que pasaría en unos días...

Mi móvil empezó a sonar sacándome de mis pensamientos. Era ella.

-Hola-saludé, hablando algo bajo.

-Estoy en tu puerta-dijo ella animada.

Abrí lo ojos y me levanté rápidamente del sofá. No quería que tal persona se diese cuenta de que me iba, y menos sin avisarle. Colgué el móvil y me lo guardé en el único bolsillo trasero del pantalón. Después cogí una chaqueta fina azul al igual que mis zapatos y salí de allí de puntillas. Corrí la suerte de no encontrarme con él, que según parecía se estaba duchando. Abrí la puerta con sigilo y dí dos paso hacia adelante.

-¿De quien te escondes?-la voz de Kina entró por mis oídos y me giré para verla cruzada de brazos y con una ceja enarcada.

-Vámonos-la agarré del brazo y la obligué a meterse en el coche y a conducir hacia algún sitio lejos de allí.

Íbamos en el coche en silencio. Kina giraba su cabeza hacia mi mirándome extrañada pero yo la ignoraba. Empezando a aburrirse apretó un botón poniendo música y empezó a cambiar emisoras. Un rato después, apagó la radio.

-No te vas a librar de mi hasta que me cuentes lo que está pasando-habló- Lo sabes, ¿no?

Yo asentí con mi cabeza. No sabía como pero se lo iba a contar. Al fin y al cabo, era mi mejor amiga. Minutos después llegamos a una pizzería. Al salir de allí me dí cuenta de que estaba lloviendo. Nos sentamos en una mesa cerca de un gran ventanal que había en la pared, mostrándo la calle. 

-¿Y bien?-dijo ella. Sabía de sobra que hasta que no le contara o le diera una excusa demasiado buena para sentirse satisfecha, no me iba a dejar en paz. No podía echarme hacia atrás.

No sabía cómo ni por dónde empezar. Tampoco si decirle solo una palabra o explicárselo todo. Tampoco tenía porqué. La miré. Ella me miraba esperando respuesta, esperando explicación, y se la iba a dar. Si no ahora, ¿cuando?

Tragué saliva y después dí un largo suspiro. 

-Me...marcho-murmuré y cerré mis ojos con fuerza porque sabía que si no lo hacía me pondría a llorar. Y lo que menos quería ahora era dar pena. Mis labios se juntaron formando una línea y después la miré. 

Me miraba incrédula, sin saber que decir, sin saber si creérselo o no, sin saber como tomárselo. Frunció las cejas y miró hacia la mesa, como intentando analizar todo. "Me marcho", esas dos palabras creaban un mundo de preguntas. Preguntas, la mayoría, sin respuesta.

-¿Co-como dices?-me miraba sin hacer ningún gesto y después miraba a su alrededor- ¿Como que te marchas? ¿A donde? ¿Por qué? ¿Porque no me lo has dicho?-preguntaba sin parar- ¿Por que?-agachó la cabeza.