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Mis párpados  volvieron a abrirse lentamente. Todo estaba muy oscuro. Quise levantarme pero no tenía fuerzas. Quedé en el suelo, sollozando hasta que sentí como bruscamente frenaron el camión.

Abrieron bruscamente la puerta haciendo que inevitablemente cierre los ojos ante la luz.

—La primera en salir de aquí quedará libre — Dijo uno de los hombres vestidos de negro. Todas luchábamos por pararnos pero no podíamos, ese líquido azul que nos inyectaron nos impedía movernos.

Empezaron a reír cada vez más fuerte al vernos luchar por salir de ahí. Agarraban chica por chica y la tiraban al suelo, como si de bolsas se tratase. Amy se despertó por uno de los gritos. No entendía nada, traté de calmarme y sonreirle para que no se preocupara, luego le contaría todo.

Iban tirando chica por chica hasta que quedamos solo nosotras dos. Esta vez el hombre de traje gris entró al camión.

—Ay miren las mejores amigas. Sería una lastima que las separen.

Amy lo observó con cuidado y detalladamente, como si quisiera pasar a través de sus ojos. —Mire cerdo egocéntrico. No sé quién es usted y que hago aquí, pero le voy a resumir todo en una palabra. Usted toca a mi amiga y lo mato. — Dijo Amy enojada, mientras yo le movía del brazo para que no diga nada.

El hombre rió y le peóo una cachetada tan fuerte que hizo que Amy perdiera el equilibrio por unos segundos. Ella se tocó la zona adolorida, se levantó bruscamente y se abalanzó sobre él haciendo que este pierda el equilibrio y termine cayendo, no entendía como podía haberse levantado mientras las otras no podían, de seguro que le habían puesto poco de ese liquido azulado al ver su estado. Trató de pegarle pero no pudo ya que tres hombres de negro la sacaban del camión y la tiraban muy fuerte en la calle. Un grito desgarrador y trágico se escuchó salir de la garganta de Amy. El señor de traje grisáceo bajó y se agachó frente ella.

—No sabes con quien te estas metiendo querida Amy. — Se levantó y le corrió el cabello de la cara. Me dolía tanto verla en ese estado, por mi culpa estábamos ahora muriendo lentamente. Quise levantarme o si quiera gritar algo, pero no podía no sentía mi cuerpo y de mi boca, al abrirla no salía nada.

Nuevamente entraron al camión pero ahora para sacarme a mi, cerré lo ojos antes de que me tiraran en el asfalto pero de lo contrario a lo que le hicieron a las demás chicas, me apoyaron cuidadosamente en el. Fruncí el ceño ante el comportamiento que tuvieron hacia mi.

—No te hagas falsas ilusiones — Comentó la mujer que nos había recibido — Si te cuidamos es porque muchos querrán tener tu cuerpo y  tiene que estar en buen estado. — Dicho esto se dio media vuelta y entró en una casa.

Los hombres empezaron a agarrarnos y llevarnos hasta una casa antigua, era completamente de ladrillo y parecía ser mas bien un castillo antiguo, tenia muchos garajes y al lado había una casa que parecía ser bastante moderna. Nos llevaron a una de las habitaciones de la gran casa. 

Después nos ataron a una silla para que cuando volvamos a tener fuerzas no podamos escapar.

—Bueno señoritas, bienvenidas — Comenzó el hombre de traje gris, se escuchaban sollozos y súplicas, pero el seguía hablando como si no escuchará — Muchas se preguntaran que hacen aquí, bueno, pronto lo sabrán. Por ahora solo voy a presentarme, soy Diego.

Me rompí en llanto al recordar la idea de ser vendido mi cuerpo a un hombre desconocido. "Diego" se acercó a mí cautelosamente — ¿Qué pasa preciosura? ¿Por qué lloras?

Sequé las lágrimas con mis hombros ya que tenia las manos tras mi espalda. Algo que odiaba era llorar, Amy me había visto muy pocas veces llorar y la última vez fue cuando teníamos diez años. Respiré hondo mientras sentía el corazón latir a mil.  — Por favor, déjenos ir. Mis papás deben estar muy preocupados, soy su única hija. Se lo ruego, por favor.

Él me sonrió pero no fue esa sonrisa falsa, si no una alentadora. Pasó sus manos por mis mejillas —Lamento informarte que no podrás ver nunca más a tus papás — Dijo aún sonriendo. Esas once palabras bastaron para que sienta romperse algo dentro de mí, mi corazón tal véz...

—¿Y quién dijo que no los vamos a volver a ver? — Se escuchó una voz femenina muy conocida de atrás, Amy — Vamos a escapar de aquí. Usted no va a obtener nada nuestro — Gritó.

Diego largó un carcajada irónica — Me encanta que tengas esperanzas pero créeme cuando te digo que no.

Diego camino alrededor de todas nosotras mirándonos, iba tocándoles el cabello a las chicas y ellas trataban de moverse para que no las tocara.

—Hermosas señoritas, es muy fácil salir vivo de aquí... Solo tienen que trabajar y seguir unas simples reglas.—  Dijo tomando una botella de agua que le dio uno de sus hombres.

Abrió la botella y de esta salió una especie de vapor, debería de estar muy fría.

Comenzó a caminar alrededor nuestro y le lanzo un poco de agua a una chica que estaba a mi lado, la chica se quejo sollozando y el saco un arma, cerré mis ojos y lo único que escuche fue un grito muy grave y un disparo.

Todas las chicas gritaron y lloraron, abrí mis ojos para ver que la chica tenia un disparo en su pierna, estaba perdiendo mucha sangre y parecía estar en shock. 

— Una de las reglas es no quejarse de nada, los objetos no se quejan así que ustedes tampoco...—  Dijo sonriéndonos.

Hizo una señal y unos dos hombres desataron a la chica y se la llevaron. 

—¡Eres un asqueroso, te pudrirás en el infierno!— La voz de Amy sonó en toda la habitación. 

Sabía que era ella pero rece para que no lo fuera, Diego comenzó a caminar hasta el fondo de la habitación hasta donde estaba Amy.

Intente girarme para ver a Amy y lo ultimo que vi fue que Diego cargo su arma.

Lancé un grito rompiendo el silencio, sentí que mi garganta se rompía mientras gritaba a todo pulmón, se escuchó la risa de Diego y comenzó a caminar hacia mi.

—¿No escuchaste las reglas mi vida?— Dijo colocándose frente a mi.

Baje la mirada ante su pregunta y no lo mire hasta que sentí su mano en mi mejilla, me hizo mirarlo y apreté mis puños, nadie tiene el derecho de hacer lo que el hacia a nadie. 

Las chicas comenzaron a llorar, mi vista se desvió hasta la chica que había golpeado a uno de los hombres de Diego, ella estaba mirándome fijamente, su rostro no tenia ni una gota de tristeza.

—No la toques...— Dije mirándolo.

Sonrió y levantó su arma, en un movimiento rápido me golpeó con ella haciendo que la silla en la que estaba se desplomara al suelo junto conmigo. 

—¡Repite lo que dijiste!—  Dijo empujándome con su pie para darme vuelta.

—¡Déjala maldito!—  La voz de Amy de nuevo sonó por toda la habitación.

No podía dejar que el la lastimara, no me lo perdonaría nunca.

— Idiota, cerdo, asqueroso...— Susurré mientras me encogía.

Se acercó cautelosamente a mi, sonrió y me pisó la mano; Escuché crujir mis dedos.

  — Me canse de ti...—  Dijo Diego tomando mi cabello y levantando mi cabeza. — Llamare al oso, apuesto a que te gustara mucho jugar con el.—  Dijo mientras les hacia una señal a sus hombres.

Dejó caer mi cabeza con brusquedad al suelo, sentí de lejos unos pasos muy firmes y pesados, giré mi cabeza y vi a un hombre demasiado grande con un bate, comencé a llorar, no quería sufrir más, no quería estar aquí.

  —Kevin, llevatela de aquí.—  Dijo Diego dirigiéndose al hombre grande.

Kevin me desato de la silla y me levanto colocándome sobre su hombro como si fuera su presa, sentí como daba golpes con el bate contra el suelo.

Comenzó a sacarme de la habitación y me llevó a un pequeño cuarto, vi que unas gotas de color carmesí manchaban el suelo mientras el me llevaba, llevé mi mano a la cabeza y la miré, ahora esta estaba empapada en sangre. 

Me dejó en el suelo y apoyo el bate en mi hombro derecho, como si fuera degollarme.  


Corre Por Tu VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora