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Sentí el timbre sonar, bajé corriendo las escaleras y sentí un riquísimo olor a vainilla, sonreí al ver a Amy de espaldas a metiendo una bandeja llena de cupcakes al horno, ella cerró el horno y me miró.

—¿Esperabas a alguien? —  Dijo Amy.

Negué mientras me acercaba a la puerta.

Había pasado tanto, nos habíamos podido escapar y la policia ahora nos estaba protegiendo, estábamos las dos sanas pero un poco tristes ya que las otras chicas seguían sin aparecer.

¡Prueba, el mejor chocolate de todos!— Dijo Amy dándome un trozo de chocolate. 

Tome el trocito y lo probé, realmente era delicioso, le sonreí y asentí, uno de las mejores cupcakes los hacía Amy

El timbre sonó de nuevo y tomé la perilla con mi mano derecha ya con mis dedos  sanos,  habían curado rápidamente.

Amy tosió y unos hilos color carmesí comenzaron a deslizarse por  las comisuras de sus labios, ella se tapó boca y quise ayudarla pero mi mano abrió la puerta, un hombre vestido de rojo estaba parado frente a mi.

Ede...— Dijo con su voz ronca. 

Diego tenía una sonrisa muy amplia en su boca y de su traje comenzaron a caer gotitas que parecía ser sangre, lancé un grito y mi vista se volvió negra. 

—¡Edeline!— Diego me miraba preocupado.

Me senté en la cama y me pase la mano por la frente, estaba sudando.

—Tuve una...—  Dije mirándolo fijamente.

No tenía su traje gris como siempre, estaba vestido con una camiseta de negro que marcaba su torso y un pantalón del mismo color.

El frunció el ceño y colocó su mano en mi pierna, parecía realmente preocupado.

Negué frenéticamente intentando sacar el sueño de mis pensamientos.

—Nada... nada...— Finalicé.

Estaba sentado al lado de mis pies en la cama, acaricio mi pierna mientras me sonreía, miré de reojo a Amy y ella seguía durmiendo. 

En esos momentos incómodos que necesitas a tu amiga para que te rescate, Amy estaba en el séptimo sueño. 

Daniel entró por la puerta y comenzó a despertar a todas para ir a desayunar, llegó a Amy y ella no se movió, Diego se levantó de la cama y me sonrió, siempre me caíste bien Daniel, pero ahora mucho más. 

Diego salió de la habitación y todas comenzaron a levantarse para ir a desayunar incluyéndome, Amy ni siquiera había abierto un ojo.

—¡Levántate!—  Le gritó Daniel agarrando las patas de la cama y levantándola.

Amy gritó y cayó al suelo, se levantó y miró fijamente a Daniel señalándolo con el dedo indice.

—¡Te quemarás en el infierno por levantar a Amy Jones!— Dijo mientras arrugaba su nariz.

Daniel rió y ella se despabiló mientras se colocaba las zapatillas.

Nos preparamos y fuimos a desayunar, pasamos el desayuno en silencio ya que Amy todavía seguía un poco dormida, nunca había que despertarla, nunca. 

Corre Por Tu VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora