-Papi, me siento extraño -comenta Kyungsoo con un puchero.
-Tranquilo, idiota. Pronto pasará, sé un buen chico -dijo Jongin con voz demandante.
Tal vez un poco de felicidad no lo dañaría, pensó Jongin hacía horas cuando preparó las agujas con piedras derretidas.
Su bebé había pasado toda la noche anterior llorando en el cuarto contiguo a su habitación, decidió no levantarse. Ésa mañana su bebé había llorado de nuevo, tenía hambre y él no lo alimentó. Después en la tarde, su bebé había estado pidiendo ir al baño, tampoco hizo caso a las advertencias y Kyungsoo terminó con oro derretido entre sus piernas.
Su bebé esto, su bebé el otro. Siempre llorando.
Últimamente nada era como antes. Aunque no lo mereciera, siempre quería castigar a Kyungsoo, por cualquier cosa que hiciera se irritaba a niveles extremos de tan sólo oír su chillona voz.
Se encontró perdido en sus pensamientos, sentado en el suelo de su sala con Kyungsoo en frente de él a una distancia lejana.
Lo veía llorar, gritar y patalear pero nada le producía, más que asco. La imagen frente a él era borrosa, todo transcurría como en un sueño.
Extendió su mano frente a él, cerrando un ojo y la posicionó de modo que quedará en dirección al cuello de su bebé, rió a carcajadas y empezó a cerrar sus dedos en el aire, exprimiendo fuertemente, viendo en sueños como la sangre salía.
-¡Mierda Kyungsoo, muérete! ¡Piérdete! -gritó con el puño en el aire, tirando golpes a la nada.
-¡Papi, por favor! -sollozó.
Recordó que antes sólo usaba el por favor para pedir, no para implorar. Papi, quiero dulces por favor. Papi, quiero ver Pororo por favor. Papi, quiero cereal por favor. Papi, más fuerte por favor.
Papi, papi, papi, papi, papá, Jongin.
¿Quiénes eran ellos dos?
Se había perdido. Rasguñó sus muslos sobre la tela de sus jeans, sintiendo dolor en el proceso.
Gateó hasta Kyungsoo con una sonrisa gigante, Kyungsoo tembló.
Cuando estuvo cerca de su bebé, pudo ver mejor las lagrimas que caían en sus mejillas, incluso mucosidad había empezado a salir. Nunca había visto algo así, una persona con tanto miedo, tan frágil, tan dañada.
-No lo sé, pequeño. Tal vez sea el que ahora eres más gordo, mírate esa panza, llena de porquerías que me has hecho comprar. Mira ese cuello obeso, mira tus muslos tan gordos al sentarte. Ojalá pudieras ser yo, entenderías el asco que me das.
-Papi, por favor basta -dijo en un susurro apenas audible.
-¡¿Qué mierda has dicho?! Mierda, bebé. ¿Me estás dando órdenes?
Jongin se sentó en los muslos de Kyungsoo con demasiada furia, brincando sobre él al subirse, con intención de hacer daño.
-Se siente incluso más suave que el sillón el estar sobre ti, eres tan flácido. Eres tan feo, tu cara es horrible, bebé. Tus ojos saltones, tu nariz gorda, tus pómulos gigantes, tus labios asquerosos... no me quiero ni imaginar que ha estado ahí dentro, eres una puta.
Lo sabía, sabía que era el único. Había tomado su virginidad y también era el único con el que había mantenido relaciones sexuales. Lo sabía pero no el porqué de decir tal mentira, de mentirse a sí mismo.
Kyungsoo mantenía la mirada perdida, el brillo inocente que mantenía como su mayor tesoro se había esfumado. Las lagrimas lo habían hundido como mar a barco.
-No puedo creer que estuve tanto tiempo contigo, pequeño. En realidad creo que soy bastante bondadoso, si yo no te hubiera tomado nadie lo habría hecho.
-Rojo, rojo, Jongin, rojo. Para, no quiero más, esto es demasiado -habló Kyungsoo por fin mirando a los ojos de su amante.
Jongin tomó la barbilla de Kyungsoo, dirigió sus labios a los ajenos y besó con suavidad, fingiendo amor. Cuando tuvo al menor relajado, lo mordió con fuerza haciéndolo sangrar y no lo soltó en ningún momento por más que era empujado hasta que se llevó con él un pedazo de piel.
Kyungsoo dejó salir un grito aterrador lleno de tintes de tristeza y dolor.
-¡Jongin, rojo, me has hecho daño! ¡No estoy jugando!
-Yo tampoco, Kyungsoo. Oh no, yo tampoco.
El miedo desfiló dentro de la habitación hasta llegar a poseer al menor. Incrustándose profundo en su corazón y mente.
Kyungsoo y Jongin.
No más papi, no más bebé.
La seguridad de un juego de roles se esfumó. Ahora eran dos personas reales, con edades reales, con sentimientos reales, con palabras reales. Y eso era lo aterrador.
-Te amé, Jongin.
Un puñetazo en su pómulo izquierdo, luego otro en el ojo, otro más en su labio, uno en la nariz. Su cara se pintó en rojos y lágrimas azules.
El juego acabó.
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Polvo brillante (EXO).
Fiksi PenggemarHistorias cortas, one-shots o drabbles de EXO, contenido homosexual.