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Zindland era un pequeño pueblo muy tranquilo, me encantaba vivir allí. Las mañanas eran muy soleadas y siempre habían pájaros revoloteando mi jardín trasero, fuera cual fuera la época del año. Los veranos eran cálidos y los inviernos fríos, pero nunca sufrimos de temperaturas extremas. Aquel pueblo era el pueblo de la calma, sin duda.

Eran las 15:36 y me preparaba para salir de casa y encaminarme hacia la finca de la Señora Roschel, cuando mi madre me llamó:

-Mine, ¿has visto a tu hermano? Se levantó temprano y me dijo que salía a jugar con Charlie... Y no lo he visto en todo el día.

-Calma, mamá. Ya sabes como son, ¡se adentran en el bosque y se les pierden las horas! No tardarán en aparecer, ellos se conocen el bosque mejor que los guardas. Puedes estar tranquila. -intenté tranquilizarla, como todas las otras veces que mi hermano se despistaba.

Le besé la mejilla y me pareció verla más tranquila. Salía de casa y ella me despedía desde la puerta, a lo que yo le enseñé el móvil diciéndole que si necesitaba cualquier cosa que me llamara y acudiría rápidamente. Asintió con la cabeza, me lanzó un beso con la mano y se metió de nuevo en casa.

Encaminada hacia la casa de la Señora Roschel, me pareció ver a dos niños a lo lejos que creí reconocer como Erik (mi hermano) y Charlie. Jugaban con una pelota azul y se iban adentrando en el bosque que rodeaba el pueblo. Parecían estar bien y como además llevaba prisa decidí no pararme a llamarlos. Más tarde llamaría a mi madre para decirle que los había visto y que estaban bien.

-¡Buenos días, Sra Roschel! -saludé animada.
-Buenos días, pequeña. -me correspondió con una amplia sonrisa.

Los años y las circunstancias que vivió al largo de su vida, le habían pasado factura físicamente pero su alma seguía joven y radiante como cuando tenía 40 años, tal y como la describían mis padres.
Mis padres se conocieron en el pueblo, y cuando mi madre tuvo 16 años, se declaró a mi padre, el cual la correspondió des del primer momento, a pesar de ser 4 años mayor que ella.
Un día, yendo en bicicleta por los caminos, mi padre topó con una piedra cayendo al suelo bruscamente. Mi madre me contó que se golpeó la cabeza y quedó inconsciente unos segundos, cuando apareció la señora Roschel. A sus 40 años se retiró de la enfermería para formarse como curandera naturista, por lo que habitualmente rondaba los bosques en busca de hierbas y flores. Y aún era su día a día por aquel entonces, con sus 
Esa fue la suerte que tuvo mi padre. Caminaron juntos hasta las finca de esta desconocida señora, que se convertiría en una gran amiga de la familia.
-¡Me salvó la cocorota! -decía mi padre siempre cuando hablábamos de ella, golpeándose la cabeza con dos dedos.

No recuerdo cumpleaños alguno en el que no haya estado haciéndome compañía. Tampoco faltaba nunca a mis actuaciones escolares, ni a ningún acontecimiento en el que yo participara. La Sra Roschel era la abuela que nunca llegué a conocer.
Adoraba pasar tardes con ella, hablando, recolectando lo que necesitara, tomando té y viendo desaparecer el sol tras los altos árboles del bosque.

-¿Qué planes hay para hoy? -pregunté.

-Hoy me gustaría pasar la tarde tranquila en casa. ¿Te apetece una sesión de historias sobre el pueblo?

-¡Por supuesto que si! -exclamé emocionada. -Pero primero disculpa, voy a llamar a mi madre.

Salí al porche para no molestar a la Sra Roschel. Hacía un viento otoñal y aunque sin ser frío, erizaba ligeramente la piel.
Marqué los números rápido, pulsé el botón de llamar y esperé a que mi madre descolgara el teléfono.

Tuuuc, tuuuc, tuuuc...

-¿Si?, ¿quién es?

-Mamá, soy yo, Mine. ¿Ha llegado ya Erik? Son las 16:00 a eso de las 15:50 me ha parecido verlos antes de llegar a casa de la señora Roschel. Iban con una pelota azul.

-, ya han llegado los dos. Ahora están merendando. Si que han salido con una pelota, pero era amarilla. Serían otros críos. Bueno, Mine, te dejo que cuando acaben de merendar los bañaré. ¡Han llegado de barro hasta las orejas! Un beso y recuerdos a Roschel. -colgó.

Me quedé extrañada por lo de la pelota. Juraría que eran ellos... De acuerdo, estaban lejos... ¿pero quién no reconocería a su hermano? Y además, ¿dónde se habrían manchado de barro? No recordaba que hubiera llovido estas últimas dos semanas como para que hubieran charcos, ni tampoco habían riachuelos de tierra, era todo piedra... Aquello me dejó muy aturdida.

¡PI, PI, PI, PI, PI, PI!

Golpeé fuerte el despertador, a ciegas. Abrí los ojos y vi como entraba un hilo de luz por la persiana. ¿Cómo? ¿Había soñado todo eso? Extraño, muy extraño... Aún así decidí no darle demasiada importancia.

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Hola a todos! Me presento:
Soy Rady.
Esta es la primera historia que escribo detrás del anterior intento de 'Cuatro Cuerdas', que quizás siga.
En ocasiones escribo poesía, pero me he animado a escribir algo más largo, más intenso.
¡Espero de corazón que les guste a todxs y que se impacienten por más capítulos!
Con mucho cariño,
Rady <3 

SucesosWhere stories live. Discover now