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Poco antes de llegar al camino de tierra que conectaba mi casa con el pueblo, abrí los ojos.
El día había oscurecido, el cielo se había tornado de un color grisáceo que nos alertaba de posibles lluvias y el viento agitaba los árboles de la zona, de una forma grotesca.
Cuando tuvimos a la vista mi casa, pude diferenciar dos coches más aparte del de mis padres. Eran coches de la patrulla del pueblo. ¿Qué estaría pasando?
Supuse que mi madre había llamado a la policía angustiada porque mi hermano no volvía. ¡Solía hacerlo, y nunca le pasaba nada! ¿Por qué se preocupaba tanto? Se marchaban al bosque y volvían cuando oscurecía. Aunque visto como se había puesto el día, normal que quisiera que volviera.

Roschel tenía el ceño fruncido, y forzaba la vista para ver que ocurría. Aparcó el coche junto a los de la patrulla y seguidamente bajamos para ir a ver que pasaba.
La puerta estaba sellada con una cinta con algo escrito: "No pasar, solo personal autorizado."

¿Cómo? ¿La policía había sellado mi casa cual crimen? No podía ser. Arranqué la cinta de un tirón y me metí en la casa. Detrás mío pude ver que la Sra Roschel también entraba, con cara de preocupación pero muy seria.

-¡Perdonen, ustedes no pueden estar aquí!

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde están mis padres? ¿Y mi hermano? ¿Qué es todo esto? -pregunté señalando la mesa del comedor, la cual estaba llena de bolsas selladas. Su contenido parecía lo típico de una serie policíaca: un mechón de pelo por aquí, un bastoncillo con alguna sustancia por allá.

Corrí hacia la cocina en busca de algo que me explicara que estaba pasando. Pero no había absolutamente nada, tan solo los platos sucios del desayuno de alguien. Empecé a asustarme tanto que sentí como me fallaban las piernas. Un policía me llamaba desde detrás, pero mi ansia de encontrar a mis padres y de saber que estaba pasando me impedía obedecer. Me dirigí al cuarto donde dormían, subiendo las escaleras de 3 en 3. Ni rastro de nada ni nadie.
Desesperada volví a bajar al primer piso y con toda mi rabia empujé a un policía que anotaba cosas en una libreta.

-¡Maldita sea! ¿Dónde os los habéis llevado? -de repente, reaccioné a lo que realmente estaba pasando. La anciana hablaba con el sargento de la comisaría, con una mano se tapaba la boca y la otra secaba sus lágrimas con un pañuelo. El policía al que embestí me miraba con cara de pena y me cogió del hombro.

-Verás... emm...

-Mine, ¡me llamo Mine! -lloriqueé.

-Verás, Mine... Hace un par de horas alguien llamó desde aquí diciendo que debíamos venir corriendo. Como no sabíamos que pasaba, vinimos juntos cuatro policías, el sargento Will, Bill, Josh y yo, Luck. Cuando llegamos, la puerta de casa estaba cerrada por dentro y no había señales de que alguien la hubiera querido o intentado forzar. Cuando conseguimos entrar, estaban los cuerpos de tu madre, tu padre y tu hermano sentados en el sofá, sin vida... La televisión estaba encendida. Rastreamos toda la casa y no había nada ni nadie. Todas las posibles entradas y salidas estaban cerradas o bien con llave o con pestillo, desde dentro... Aún no sabemos la causa de su muerte, pero puedes contar con que tardarán lo menos posible en averiguarlo y te lo comunicaremos.

-P-pero, no p-puede ser... -mis lágrimas brotaban de mis ojos cayendo por mi rostro, como si tuvieran prisa por salir. Mi respiración se aceleró y perdí el control. Grité que no podía ser una vez tras otra, en lo que Bill y Josh se abalanzaban sobre mí para calmarme.

El pueblo que siempre me había dado calma y paz, me resultaba el lugar más horrible del planeta. Todo aquello no podía estar ocurriendo de verdad.


SucesosWhere stories live. Discover now