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El malestar que aquella visión dejó en mí, no me abandonó hasta pasada la puerta de aquella encantadora finca.
Pasé todo el camino con las manos metidas en los bolsillos, echando humo por las orejas, quemando mi cabeza en busca de una explicación mínimamente lógica a lo que sucedió. Pero nada consiguió hacerme sentir bien, excepto la Sra Roschel.

-Buenos días, Mine. ¿Cómo estás? Tienes mala cara.

-No es nada, Roschel. Estoy bien, solo que... Me ha dado mucho el sol de camino aquí y vengo un poco agotada. Eso es todo. -fingí una sonrisa que, por mucho que lo quisiera, no convenció a mi amiga.

-Espera, te traeré un poco de agua y cuando te sientas mejor saldremos al bosque, ¿de acuerdo? -preguntó.

Acepté y me bebí el agua de dos tragos. Mi seca garganta me agradeció mucho aquellos tragos y a los 5 minutos me sentí muchísimo mejor. Mi anciana amiga se fue a preparar y cuando estuvo lista, emprendimos camino hacia el bosque.

Mientras caminábamos y esquivábamos piedras, me volvió a inundar ese malestar que me tentó a contarle aquello a la Sra, pero me eché atrás al verla tan llena de vitalidad y energía. Era un día demasiado bonito como para angustiarla de aquella manera. Más tarde, mañana o quizás nunca se lo llegaría a contar. Quizás solo fue imaginación mía por el susto que me llevé al ver que mi hermano no dio los golpes. Mi cabeza estaba confusa y eso era todo.

-¡Mira, Mine! -gritó Roschel señalando con el dedo índice, un pequeño riachuelo que surgía de no se sabe donde.

Me resultó muy extraño ya que hacía muchos años que el río que cruzaba aquel bosque se había secado. Tantos años que yo ni lo recordaba.
Deseaba de corazón que aquel riachuelo creciera hasta hacerse un hermoso río del que enorgullecerse.

Paseamos cerca de una hora y decidimos volver a casa.
Una vez allí, mi compañera de paseos se acomodó en un sillón y se puso a gesticular con las manos.

-Mine, ¿vas a contarme que es eso que te trae tan angustiada? Eres una chica muy alegre... No te veía tan apagada desde que se murió tu canario. De normal habrías estado saltando de piedra en piedra y sin embargo hoy te has conformado con ir siguiendo mis pasos. Mine, confía en mí.

Mis ojos se abrieron como platos. Aquella mujer me conocía bien, muy bien. Realmente quería contárselo pero temía que pensara que me estaba volviendo loca. Así que guardé silencio.

-Verás, cuando una persona cumple cierta edad (y 63 años no son pocos), normalmente ha pasado de todo en la vida y sabe reconocer cuando a una persona le preocupa algo y puede hasta mirar de saber que es eso que le angustia según la reacción que tenga a un seguido de preguntas. Yo solo te preguntaré una cosa. Mine, ¿qué era aquello?

SucesosWhere stories live. Discover now