13

48 6 1
                                    

Sentí un pinchazo en el lado izquierdo de mi frente.
Me habían puesto puntos.

-Buenas tardes, Mine. -dijo Roschel con una sonrisa sincera.

-Así que me he desmayado... Quién diría que una quemadura y un cuchillo en el pie darían como para desmayarse. -reí irónica.

Intenté mover un poco el pie para ver como estaba, pero no lo sentí. Se me heló la sangre.
Lo intenté durante unos instantes más hasta que el doctor entró en mi habitación diciéndome que si no me lo sentía era por el sedante.

-Por un momento pensé que me habían amputado el pie o algo por el estilo. Creo que me he mareado otra vez. -me llevé la mano a la frente, dramatizando.

A veces me preguntaba a mí misma que de donde sacaba ese humor mío, en momentos tan malos como esos.
Mis padres habían desaparecido, mi hermano vivía cosas raras con una pelota, sin darse cuenta, y la querida Roschel andaba todo el día agobiada por mi culpa.
No iba a pasarme nada bueno en mucho tiempo o eso pensaba.

Mientras los tres reíamos, un muchacho joven entró en el cuarto.

-Tenga doctor, los análisis. -le tendió una carpeta metalizada.

-Muchísimas gracias. Mine, te presento a Chris. Es un alumno de la facultad que está haciendo aquí las prácticas. Me tiene asignado como su supervisor, así que nos vamos a ver mucho las caras los tres. -rió

Sentí como las mejillas se me incendiaban, poniéndome de lo más colorada posible.

-Mine, te has puesto muy roja. ¿Tendrás fiebre? -se preocupó Roschel.

-No, no creo que tenga. El color de tu piel a mejorado mucho. Cuando has llegado parecías un doble de avatar. -rió casi a carcajadas.

Abrí los ojos como platos. ¡Cuanta confianza! Le seguí la broma.
Roschel y el doctor se pusieron a hablar, hasta que salieron juntos de la habitación. Cuando lo hicieron, Chris se acercó teniéndome la mano.

-Soy Chris Larden, tengo 21 años y vivo aquí desde que empecé las prácticas, es decir, desde hace dos meses. Vivo solo con una perra a la que llamo Bola.

Le correspondí el saludo y le contesté:

-Yo soy Mine, tengo 17 años. Vivo con mis padres que desaparecieron hace un día, y mi hermano pequeño que está más apegado a una pelota que a mí. Encantada. - sonreí sarcastica.

Esperaba sinceramente que después de aquella contestación se fuera, pero no lo hizo.
Se sentó en los pies de la cama y me cogió el dedo gordo del pie que tenía sedado.

-Seguro que tus padres aparecen pronto. Y por lo de tu hermano no sufras, es pequeño. -me consoló.

-¿Cómo sabes que mi hermano es pequeño? -pregunté.

-Hay un niño ahí fuera sentado en las sillas de la sala de espera. De unos diez años. Tiene la misma nariz que tú y además está abrazando una pelota azul. -sacó la lengua.

-Un chico muy observador, por lo que veo. -Reí escandalosamente.

Él se rió conmigo.

-Y bien, doctor, ¿cual es mi diagnóstico? ¿Me queda mucho tiempo? -exageré de nuevo.

Movió la cabeza hacia un lado y me pidió que le pasara la carpeta que el doctor había dejado encima de la mesita. Miró los papeles y me dijo.

-Quemaduras de primer grado. Esto tiene sencilla solución, pues una crema cicatrizante en unos días te lo deja como nuevo. Pero te quedaran algunas marcas.

Tiré la cabeza hacia atrás y resoplé.

-Está bien, otro complejo para cuando vaya a la playa. -di dos palmadas. -¿Y qué hay del pie?

-Eso es más complicado... El cuchillo ha cortado algunos tendones, por lo que habrá que intervenir de manera quirúrgica. Pero nada de lo que debas preocuparte. Mañana por la mañana entras en quirófano y pasado por la tarde, si todo va bien, estarás en tu casa reposando. Además tu hermano te abrazará a ti y tus padres habrán aparecido.

Le sonreí y asentí con la cabeza. Era realmente encantador.
Tenía el pelo de color ceniza, no era muy alto pero suficiente como para ser, repito, encantador. En su cara destacaban unos ojos barrones y una nariz marcada.
Salió del cuarto y yo me quedé pensando en lo que acaba de pasar. ¿Qué narices?

Un cuerpecito pequeño se paró en la puerta y picó.

-Hola, enano mío.

-Hola, Mine. ¿Cómo te encuentras? Oye... Tengo algo que contarte...

-Estoy bien. Sí, yo tengo algo que comentarte también. Ven, siéntate en los pies de la cama.

-Verás, es que... -empezó.

SucesosWhere stories live. Discover now