14

51 7 1
                                    

Se quedó pensativo un momento y cuando parecía haber encontrado las palabras con las que proseguir, Roschel entró en el cuarto.

-Mine, creo que Chris ya te ha dicho lo pasa. Pero nada, en un par de días estás otra vez en casa. Ahora voy un momento a la finca, me ducharé, prepararé algo decente para traerte de comer y vuelvo. ¿Entendido? -me besó la frente, se la besó a mi hermano, cogió su bolso del sillón azul que había allí y se fue cerrando la puerta suavemente. De nuevo nos quedamos yo y mi hermano a solas.

-Sigue con lo que estabas, Erik.

-Sí, de acuerdo. Verás es que ayer, cuando salí al bosque, llegué hasta un riachuelo que no había visto nunca antes. ¡Y mira que me conozco bien el bosque! Estaba mirando fijamente el agua cuando algo me empujó desde detrás, haciéndome caer dentro. Cuando conseguí salir del agua, vi una pelota en la orilla, de color azul. Brillaba mucho y se veía nueva, así que la cogí. Pero un escalofrío me recorrió la espalda de abajo hasta arriba ya que escuché una respiración muy fuerte detrás de mí cuando lo hice y algo me hace sentir mal desde que pasó... Bueno, volví a casa y como ya te dije, estaba la puerta abierta. Papá y mamá no estaban pero pensé que estarían paseando, así que entré, me fui a cambiar y me quedé en mi cuarto esperando que volvieran. Como no volvían, me puse a jugar con la pelota pero se me escapó escaleras abajo así que fui a buscarla, entonces te vi allí. -se dejó caer en el sillón rebotando un poco.

-¿Eso es todo? ¿Te hiciste daño al caer al riachuelo? -me preocupé.

Él negó con la cabeza y yo me tranquilicé. Ya parecía bastante angustiado así que me limité a sonreírle y a decirle que todo estaría bien. No me parecía oportuno contarle en ese momento lo que yo sabía a medias. No podía soltarle un :
"-OYE ERIK, QUE EN NUESTRA CASA VIVE UN ENTE MALIGNO. ME PARECIÓ VERTE CON UNA PELOTA AZUL DESPUÉS DE VERLO, PERO TÚ AÚN NO LA HABÍAS ENCONTRADO. DE HECHO, NO HAN DEJADO DE PASAR COSAS HORRIBLES DESDE QUE SE DEJÓ VER. NO SÉ PORQUE LO HIZO, PERO ES REALMENTE ENCANTADOR." -dije en mi cabeza, dramatizando.

Mi hermano menor me observaba desde el sillón.

-Anda, ven aquí. -le dije señalando un hueco que había en la cama justo a mi lado. -¿te apetece echar una siesta?

Así que tal cual se acurrucó, se durmió. Consiguió darme la calma suficiente como para hacerme rendir al sueño yo también, a pesar del hambre voraz que tenía y es que al fin y al cabo, solo había comido un trozo de bizcocho.
Debían ser cerca de las tres de la tarde cuando ambos dormíamos profundamente.

Pasado un rato, me di cuenta de que mi hermano no dormía en el lado en el que se acurrucó primeramente. Se había colocado en el otro lado de la cama, pues sentía su respiración en la espalda. Esos momentos me enternecían muchísimo.
Pero la ternura no me quitaba las ganas de orinar y hacía muchas horas que no iba al baño. Entreabrí los ojos para ir despertándome de aquella siesta que debió durar aproximadamente 1 hora, cuando algo me frenó en seco los latidos del corazón.
Erik estaba sentado en el sillón como lo había estado antes de la siesta. Estaba paralizado, con una cara de horror indescriptible y como no, sujetando la pelota con las manos pero esta vez con una fuerza descomunal, dejándose los nudillos blancos.

No entendí nada hasta que me percaté de la respiración detrás de mí.

-No le temas, Mine. Se alimenta del miedo. Si le temes, estás perdida.

Controlando mi respiración, vigilando que se acelerara lo menos posible para que no se notara lo asustada que estaba, me levanté de la cama sin girarme, manteniendo la vista fija en mi hermano que cambiaba de objetivo visual continuamente. Yo, esa cosa, yo, ese cosa, yo, esa cosa. Nos miraba aleatoriamente.
Le puse una cara para que pensara que no pasaba nada. Aún oyendo su fuerte respiración, una respiración forzada, como la que hace un niño para llamar la atención y que le mires, me llené de valor y dije:

-Voy al baño, acompáñame ¿quieres? -le tendí la mano y sin soltar la pelota, él me tendió la suya.

Mientras nos dirigíamos a la puerta, Erik no levantaba la mirada del suelo. Caminamos los tres metros que había del sillón a la puerta y cuando la abrí, mi hermano intentó girarse para mirarlo una última vez, pero no se lo permití. Puse mi mano en su cara suavemente y volví a girarlo en dirección al pasillo.

Una vez fuera, mi respiración se aceleró buscando desesperadamente todo el oxígeno que había evitado respirar allí dentro. Miré a mí hermano que estaba con la mirada perdida.

-Enano, no pasa nada. Está todo bien. No ha podido hacernos daño y, ¿sabes por qué no ha podido? Porque somos más valientes y más listos. Esto es como un juego, el que tenga más miedo pierde. -le dije, mirándole a los ojos.

Asintió y se tiró a mis brazos rompiendo en llanto. Le acaricié la cabeza y lo tranquilicé todo lo que pude. A mí se me habían pasado completamente las ganas de ir al baño, así que nos sentamos en los bancos de la sala de espera hasta que llegara Roschel y me ayudara con ese panorama.

Mientras esperábamos hice recuento de todo lo que me había sucedido y sin duda alguna, su presencia durmiendo allí conmigo fue el colmo.

SucesosWhere stories live. Discover now