Capítulo 15

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Entré a la cafetería resignada, avancé hasta la barra de alimentos y tomé una bandeja con desgano.

Caminé entre las mesas, siendo consciente de la mirada de Lou taladrando mi nuca, mientras tanto los compinches de Will dirigían extrañas observaciones a mi persona a medida que me acercaba.

Sin decir palabra arrastré una silla de otra mesa y la coloqué junto a Will en la cabezera. No habían asientos disponibles y mucho menos espacio entre todos los hombres que conformaban ésta, además no estaba dispuesta a tomar un lugar entre ellos.

Todos sin excepción dirigieron miradas anonadadas, saltando las de Will a mi, el cuál ni siquiera se inmutó y continuó con su comida.

—¿Como estas pequeña Alice?—Scott me sonrió de forma amistosa, lamentablemente en otras circunstancias lo habría agradecido, pero ahora estaba tan cabreada que me era totalmente indiferente lo que estos burros pudieran pensar.

—Bien.

Me concentré en la comida, evitando las miradas de soslayo que me dirigían todos, incluso las personas de otras mesas cercanas.

—¿Y que se supone que es esto?—Saltó Max, aparentemente fastidiado con mi presencia.—¿No tienes nada que decir Will? ¿Es que acaso la nobata de pronto se a ganado un lugar de acogida en el grupo?

Will levantó la vista de su bandeja, mirando directamente a Max, se encogió de hombros como si responder le fuera inútil.

—Alice está cumpliendo su trato con nosotros. Hará favores y obligaciones hasta que yo decida que es suficiente.

La cara de todos tomó un gesto burlesco a conciencia, rebajandome aún más. ¡Imbéciles!

Max sonrió.
—Entonces, creo que podrías cumplir haciendo un trabajito para mi dulzura.—Dijo mirándome de forma lasciva.

¡Dios! Como es posible que tenga que soportar esto, malditos engreídos. ¡No soy la puta de nadie! Estoy hasta el tope de esta situación, necesito salir de este lugar, alejarme de estos idiotas, o acabarán con mi sentido de conciencia. Sin esperar que alguien hablara o irrumpiera, decidí reaccionar de la primera forma que llegó a mi mente.
Tomé el tenedor y lo lancé directo a la cara de Max, éste lo evadió asombrado, mientras mi rostro se tornaba rojo de ira.

Todos parecieron sorprendidos. ¡Al cuerno con ellos! Me puse de pie. Tomé la bandeja y se la lancé también, la comida esparciéndose por la mesa.
Max me miró peligrosamente, sus ojos indicaban que quería asesinarme. Tornó un gesto furioso y avanzó rápido hasta mi.

Mi pulso se aceleró, mientras veía al chico llegando a mi lugar con claras intenciones de golpearme.
Retrocedí dos pasos dejando atrás la subida adrenalinica que me había dado fuerzas. Palidecí cuando sentí a Max tomar de forma cruel mi brazo, alzó su otra mano y me abofeteó duramente, logrando que volteara la cara, cuando volví a mirar su mano formaba un puño en mi dirección.

Cerré los ojos instintivamente, esperando recibir el golpe, pero el dolor no apareció. Abrí los ojos y vi a Will entre nosotros, sosteniendo el brazo de Max en una llave.

Respire agitada, mis ojos aguándose a medida que el miedo de ser golpeada nuevamente por un hombre se instalaba cada vez más profundo en mi cuerpo. Me sentí pequeña, débil, totalmente asustada.

Toqué mi mejilla y retrocedí, mientras Will reducía a Max y le propinaba puñetazos en la cara. La cafetería completa estaba de  espectador. Todos habían dejado de comer y ahora observaban lo que sucedía.

El alboroto había sido suficiente para que llegaran los guardias alertados por las cocineras. Separaron a un furioso Will de Max, el cuál sangraba de nariz y boca.

Lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora