Capítulo 13

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La puerta principal de la cafetería está abierta, camino por el pasillo hasta ella sin pensar en lo que puede suceder cuando la atraviese. Es lunes y trabaje toda la mañana evitando a Will, pero ahora es imposible que no lo vea. Desearía saltarme el almuerzo, pero ya salté el desayuno y mi estómago esta enojado y gruñe por un poco de comida.

Entro en la cafetería cabizbaja, me encamino hasta la barra y tomo una bandeja. Me deslizo hacia un lado mientras la cocinera me sirve un poco de espaguetis. Me salto a un muchacho en la fila para coger una manzana y un puchero involuntario se produce en mi boca al no encontrar una color verde. Desganada cojo una manzana roja y la pongo en mi bandeja. Me volteo para caminar directamente hasta la mesa de Lou y James, pero frente a mi está esa sonrisa burlona que tanto conozco.

—Hey, Ali, ¿Por qué la cara larga?—Dijo Will aún sonriendo.

—Mi nombre es Alice.—No había humor en mi voz.—Y no puedo cambiar esta cara, últimamente es la única que se acomoda a mi estado de ánimo.

Pase por su lado dirigiéndome a las mesas, él se volteo y me siguió de cerca.

—Vamos no puede ser tan malo.—Se colocó junto a mi e igualó mi paso.—Tenemos asuntos pendientes.

Suspire y asentí.

—¿Podemos hablar de eso luego?—Me detuve entre las mesas y lo observé.

—No, no se puede.—Me dedicó una media sonrisa.—Necesito que te encargues de un par de cosas ahora. Y cuando digo ahora, es, ahora.

Pude ver a Lou observándonos de lejos, parecía confundida y un poco enojada. James por otro lado sólo miraba de manera sería.

—Debo comer algo.—Volví mi atención a Will.—Lo resolveremos luego.—Seguí mi camino sin lograr avanzar más de tres pasos, él tomó mi brazo.

—Ahora.—Recalcó. Suspire y deje mi bandeja en una de las mesas.

Lo seguí hasta las afueras del edificio, no había nadie en los alrededores, todos estaban en la cafetería.
Caminamos hasta la espesura de árboles en el costado del internado, procurando no ser vistos por algún guardia en turno.

Will se detuvo junto a una gran espesura de arbustos, una enredadera se asomaba por atrás. Metió los brazos en ella y separó las hojas y ramas creando una especie de agujero. Con un movimiento de cabeza me indicó que entrara, antes de poder dudarlo me lancé hacia allí y corrí hasta llegar al final. Las ramas me rasparon los brazos y algunas hojas se pegaron a mi cabello. Will llegó tras de mi, el espacio era reducido y su pecho estaba casi pegado a mi espalda.

Pasó un brazo por mi costado y empujó la aparente pared de madera que nos impedía el paso.

Del otro lado pude reconocer el lugar de juntas clandestinas al que ya había visitado un par de veces.

Un sabor amargo se situó en mi boca al pasar frente a la barra. Los recuerdos de aquella noche me produjeron escalofríos. Will pareció notarlo, me empujó sutilmente por la espalda hacia el pasillo.

Cuando llegamos a su oficina, tomé asiento en el único sillón del lugar. Esperé paciente a que dijera algo, pero sólo se dedicó a hojear una carpeta.

Comencé a contar hasta 100 en mi mente, mi estómago dolía, tenía hambre. De pronto el sonido de mi estómago rompió el silencio. Will levantó la vista y me observó.

Un pequeño rubor se apoderó de mi y baje la vista a mis manos. Esto era su culpa, podría haber estado almorzando en estos momentos, pero no, aquí me tenía sin decirme nada.
Crucé los brazos sobre mi pecho y me concentré en la madera del suelo.

Lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora