Capitulo 2

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–¿Alice?–La ronca voz de mi padre quito todo rastro de recuerdo en mi mente. Me giré para mirarlo. No había cambiado mucho desde la última vez que lo vi, excepto por la barba sin afeitar que llevaba. Sus ojos grises lucian cansados, aquellos ojos que yo veía frente al espejo comúnmente.–Es hora de irnos cariño.–Asenti levemente. Heché un vistazo alrededor, extrañaría mi habitación, tanto como mi vieja escuela y a mis amigos. Dolía tener que dejar todo.

Mi padre tomó mi maleta y espero a que saliera primero. Camino hasta la puerta principal de la casa, su auto estaba estacionado en frente así que caminé hasta él. Me acomodé en el asiento de copiloto y observé a mi padre decir algo a mi madre, ésta sólo me miró desde la puerta, veía lo triste que estaba, pero no tenía ánimos de despedirme. Papá caminó hasta el auto, subió la maleta y luego se acomodó a mi lado. Miré al frente sin querer mirar atrás. Me costaba aceptar todo esto, no quería dejar mi antigua vida, pero tal parecía que yo no era nadie para decidir eso.

–Tu madre estaba muy apenada.–La voz de mi padre resonó en el silencio del auto, llevabamos apenas cinco minutos de viaje, pero se me hacían eternos.-–Sabes que estoy en desacuerdo con todo esto Alice. Sé que eres una buena chica, que lo hiciste para defender a tu madre.

–Ella no parece valorarlo mucho.–Estaba molesta, no quería hablar éste tema, solo lograba empeorar mi humor.

–Estoy tan enojado como tú, cielo. Tú madre hizo mal en no presentarse en el juicio, pero debes entender que ella tenía miedo.–Me miró de reojo y posó una mano en mi rodilla.–Ella está arrepentida. Por eso declarará en contra de Harold en cuanto éste salga del hospital y puedan enjuiciarlo.

–¿Por qué si sabes que no he hecho nada malo me estas llevando a prisión?

–Hasta que tu madre no declare y se presenten evidencias tú eres culpable, el juez cree que eres un peligro.–Su seño se frunce levemente y noto como apreta el volante.–Estoy en desacuerdo con ésto, eres mi niña y no quiero nada malo para ti. Me aterra que vallas a un lugar al que no perteneces.

Fijé mi vista en la ventana, me sentía sola en todo esto. Sólo quería ir a mi cama y dormir hasta que todo se solucionara.–Iré a una prisión y no hay nada que lo impida.

–No irás a una prisión Alice. Te quieren bajo custodia mientras se retoma el caso, te enviarán a una escuela para jóvenes en tu situación.

–Genial, ya no es centro para menores problemáticos ni una prisión para adolescentes. Me enviarás a un internado con muchachos como yo, gracias, me siento mucho mejor al saberlo.–dije irónicamente. Estaba frustrada y resentida con todo aquello. Yo no era una delincuente, solo defendí a mi madre de un borracho agresivo y celoso.

El resto del viaje fui pensando en como sería el lugar a donde voy. Siempre he vivido en Portland, e irme a otro sitio nunca estuvo en mis planes. Extrañaré todo, y no puedo evitar sentirme desdichada.

Veinte minutos después el auto se detuvo frente una gran reja negra. El dichoso internado se encontraba a un par de kilómetros de la ciudad, en algún lugar de la carretera.

–Dime una cosa John, si logro escapar de aquí, en qué sentido debo caminar para encontrar el camino a casa entre todos estos arboles?–Pregunté abriendo la puerta del vehículo.

–Bueno, para empezar soy tu padre así que no me llames John. Y si logras salir de ahí, solo te meterás en más problemas.–Dijo mientras bajaba mi maleta.

Observé todo con cuidado, la estructura que a lo lejos se alcanzaba a ver no era tan tétrica como imaginaba. El clima frío y húmedo no ayudaba a que el lugar se viera muy alegre, pero no me aterraba del todo. La reja se abrió y apareció un hombre y una mujer de mediana edad. Ambos llevaban ropa formal y tenia un gesto serio en su cara.

Lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora