Capitulo 1

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Es un día frío, las nubes grises aumentan amenazantes, queriendo tapar todo rastro de luz brillante. Quizás llueva, quizás no. De todas formas no me importa.

Estoy encerrada en mi habitación, sentada frente a la ventana, contemplando mi patio trasero, el cual tal vez no vuelva a ver.

Mi nombre es Alice Foster, tengo diecisiete años y pronto seré enviada a un centro para jovenes problemáticos, o una prisión para jovenes delincuentes mejor dicho. Hace un par de días atrás jamás hubiera pensado que estaría en esta situación; con una maleta hecha sobre la cama, sentada sola en mi cuarto esperando que mi padre venga a por mi.

Nunca fui una chica agresiva, siempre me comporté de la mejor manera, con un buen historial de conducta en la escuela y notas regulares. No era la muchacha perfecta, pero era "normal". Claro que eso ya no es importante, no lo es porque  un día cambio todo. Lo recuerdo perfectamente... Fue hace venticinco días atrás, era viernes y había salido antes de la escuela por que una chica se lesionó una pierna en la clase de gimnasia. Aquel día no quería caminar así que tomé el autobus. Llegué a mi hogar aproximadamente treinta o cuarenta minutos antes de lo que usualmente lo haría. Busque mis llaves cuando me detube frente a la puerta. Todo iba bien. Hasta que gire el picaporte.

Cuando me adentro en casa soy recibida por un grito, pegue un salto instintivamente por el susto, me quede inmóvil un segundo tratando de entender que sucedia. Miré a mi alrededor buscando señales de mi madre, pero aún no era capaz de mover mi cuerpo de la puerta.

Un fuerte golpe logro tomar mi atención. Mire la escalera con miedo de que algo bajara de allí y me pillara parada inmovil, asi que decidí moverme. Camine cuidadosamente hasta la escalera, podía escuchar voces discutiendo en el piso superior, pero no lograba distinguir lo que decían. Llegué arriba sin emitir ruido alguno y me concentre en regular mi respiración. Algo malo estaba sucediendo.

Escuche a mi madre hablar, con voz afligida,y luego sonó otra un poco mas prepotente. Camine por el pasillo lentamente, no quería ser descubierta espiando lo que quizás solo era una discusión de mi madre y su pareja. Harold y ella llevaban mas de un año saliendo y jamás los había escuchado discutir de esa manera.

Me relaje por un momento y camine hasta mi dormitorio el cual estaba continuo al de mamá. Deje mi bolso sobre mi cama y lance un suspiro. La discusión continuaba y cada vez subía mas de tono. Comence a preocuparme así que pegue mi oído a la pared para comprender de que iba todo esto.
–Por favor Harold sabes que nunca te engañaria.–La voz de mi madre sonaba angustiada.–Sólo mirate estás borracho a estas horas del día, no piensas con claridad.

–¡Callate maldita perra!–Harold sonaba realmente furioso y mis manos comenzaron levemente a temblar.–Has estado revolcandote con ese bastardo de John ¿Jamás dejaste de amarlo no es asi? ¡¡Zorra!!–Y oí un golpe.

Me alejé de la pared rápidamente. El miedo me invadió. No sabía que hacer. Mire a mi alrededor y pensé seriamente en llamar a la policía, busqué mi telefono y comencé a marcar el número.– "911, ¿cuál es su emergencia?"–Escuche la voz de la mujer al otro lado de la línea pero no pude hablar. Frente a mi vi a mi madre moverse rápido por el pasillo y a un furioso Harold tras ella. Ni uno de los dos se fijó en mi. Arrojé rapidamente el teléfono a la cama aún sin cortar y salí al pasillo para ver que sucedia.

Frente a mis ojos vi a mi madre ser golpeada por Harold. Quedé paralizada. Escuchar sus llantos y ruegos hacia ese animal que la tenía en el suelo, me llenaron de una sensación inexplicable. Mis puños se cerraron fuertemente, un escalofrío recorrió mi espalda y mi vista se nublo por la ira y una que otra lágrima de impotencia. Corrí por el pasillo y me lancé contra él. Me daba la espalda por lo cual lo tomé por sorpresa. Giró desorientado en busca de quién lo había golpeado, pero aproveche la oportunidad para darle con mi codo en su cara, sentí el crujir de su nariz y luego su alarido por el dolor. Rápidamente mire a mi madre, su labio estaba sangrando, tenía el pómulo hinchado y un pequeño corte en la frente. Lucía terrible, aquello solo logró alterarme. Me giré violentamente en busca de aquel bastardo que se hacía llamar hombre.

Harold era robusto, pero no muy alto, yo por otro lado jamas me considere una chica débil. Él podría derribar me fácilmente, pero estaba borracho y eso lo hacía más lento. Me acerque a él, estaba en el suelo con una mano en su nariz, la cual sangraba. Tomé un poco de velocidad y le lance una patada en su costado. Harold cayó hacía un lado y me miro fijamente, poso una mano en el suelo y comenzó a ponerse de pie. Rápidamente se acercó a mi con una furiosa mirada, me alejé y busque algo con lo que podría golpearlo. No me dio tiempo suficiente ya que me tomo violentamente por el cabello, comenzó a gritar que era una perra traicionera al igual que mi madre y su agrio aliento me produjo náuseas. Mi cuero cabelludo escocio un poco, pero ignore el dolor mientras buscaba con mi mano algo con lo que pudiese noquearlo. Pronto tomé algo pesado, no logre ver bien lo que era pues aproveche para golpearlo en la cabeza. Soltó mi cabello y dio un paso atrás. Corrí a mi habitación, con la respiración agitada y el pulso a mil, tenía que hacer algo pronto y no pude pensar en otra cosa que mi batt de baseball. Mi padre siempre quizo un niño que jugara en alguna liga, me obsequio el batt a los doce años. Cada verano me inscribía en algún deporte masculino, pero nunca duré mucho. En éstos momentos agradecia el hecho de que mi padre fuese boxeador retirado, sin su ayuda nunca habría sabido ni siquiera como dar un derechazo.  Recuerdo el anhelo que sentí esa tarde,  que él estuviera ahí para protegernos.

Salí a toda prisa y no vi a ni uno de los dos en el pasillo. Bajé corriendo las escaleras, lo gritos venían de la cocina ésta vez.

Mi madre tenía el teléfono en la mano mientras Harold la tomaba por el cuello. Todo esto parecía irreal, era como una película de acción, con la diferencia de que realmente un hombre estaba estrangulando a mi madre y yo estaba a punto de terminarlo. Aprete el batt en mis manos y me acerqué. Mi madre abrió sus ojos sorprendida, pero yo ya estaba lanzando un fuerte golpe a Harold. Este se doblo por el dolor, soltó a mi madre y tocó su costado derecho, el cual era nuevamente herido por mi.

Mi madre se deslizo al suelo casi sin fuerza. Mi vista se nublo y comence a golpear aquél hombre por todas partes. Ese hombre que alguna vez se sentó en mi mesa y sonreía a mi madre como idiota. Ese que me llamaba bonita y compraba palomitas de maíz para ver una película. Siempre fue una farza y solo ahora lo entendía, cuando mamá llegaba con pequeños moretones en sus brazos y decía que no sabia como se los había hecho. Siempre estuvo ahí y nunca lo vi.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de impotencia, por no reaccionar antes, por que quizá pude evitar esta situación.

No sé exactamente cuanto tiempo estube dando golpes. Solo reaccioné cuando sentí un par de manos tomar mis hombros. Mi respiracion era pesada y sentía los brazos cansados.

Mire desorientada a mi alrededor y vi a un oficial de policía, el cual me alejaba de Harold y quitaba el batt de mis manos.

Todo había terminado.

Lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora