—¡Papá, no quiero ir! —renegaba un niño de doce años con voz firme.—Ciel, ya lo hablamos; por favor no lo hagas más difícil. —suplicaba Vincent Phantomhive, su padre, con una expresión cansada en su rostro.
Ciel y su padre esa tarde discutían por que debido a que Vincent Phantomhive quería lo mejor para su hijo, lo había inscrito en un prestigioso colegio que quedaba al otro lado del país, lo cual indicaba que Ciel tenía que mudarse, cosa que no le agradaba absolutamente en nada.
—Pero si me voy... —comenzó a decir el niño. —¿Con quién me quedaré?
—Con tu hermanastro, por supuesto. —intervino Madeline, su madrastra, una mujer atractiva de hermoso y largo cabello negro y ojos igualmente negros.
—¿Con Sebastian? —preguntó Ciel, inseguro.
Hace algunos años, cuando él era muy pequeño, su madre Rachel, murió por el asma. Ciel y su padre se quedaron solos. Tiempo después Vincent Phantomhive se volvió a casar con una mujer que hace un tiempo había enviudado y que tenía un hijo ya mayor de diescisiete años llamado Sebastian Michaelis.
Sebastian y Ciel hicieron conexión al instante. Sebastian adoraba a su nuevo hermanito de seis años al que cuidaba y protegía siempre, y Ciel amaba estar al lado de Sebastian, lo admiraba por todo lo que hacía y leencantaba que el mayor pasara tanto tiempo con él. Tres años después cuando Sebastian cumplió veinte y Ciel nueve años, el mayor se tuvo que ir a estudiar al otro lado del país, cosa que no le agradó a ninguno de los dos. La separación entre ambos fué muy dolorosa ya que ninguno se quería alejar del otro. Al final Sebastian se tuvo que ir y ya nunca volvió por que se había establecido en el lugar donde estaba la escuela en la que había estudiado.
Tres años después de ya no verse ni haber mantenido contacto, se tenían que reunir de nuevo. En lo personal Ciel no recordaba mucho de Sebastian, solo amables sonrisas y aquellos ojos color carmesí que proyectaban calidez.
La idea de vivir con él le causaba cierto desconcierto ya que no recordaba mucho de su persona, así que para él Sebastian era prácticamente un desconocido. Por más que quisiera evitarlo y quedarse no podía ya que su padre ya lo había inscrito en aquel colegio y ya no había marcha atrás. No le quedó más remedio que acceder y resignarse.
Su padre le avisó que mañana por la manaña saldría su vuelo, ya que se iría en avión y mandó a su hijo a hacer sus maletas.
Al día siguiente en el aeropuerto, Vincent y Madeline despidieron a Ciel, le dieron mil besos y abrazos y lo hicieron prometer que se portaría como el buen niño que era y no le causara molestias a su hermanastro. Ciel tuvo que acceder a regañadientes y después subió al avión.
Después de horas de vuelo el avión aterrizó en el aeropuerto de la ciudad. Los pasajeros descendieron y junto con ellos Ciel. El niño tomó sus maletas y camino hacia donde los familiares y conocidos recibían a los pasajeros. Caminó un poco, dejó sus maletas al lado de una banca y se subió a esta para ver si entre el mar de gente podía divisar a su hermanastro. No recordaba muy bien su rostro, asunto que le preocupó por temor a no reconocerlo o que él no lo reconociera y terminara solo y perdido en ese aeropuerto y por subsecuente perido en esa gran ciudad.
—¿Ciel Phantomhive? —escuchó a sus espaldas su nombre pronunciado por una voz muy familiar.
Se volteó y vio con sorpresa esos ojos color rojo carmesí y esa sonrisa tan amable dibujada en aquel rostro tan atractivo.
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Gardenias Blancas
RomanceCiel Phantomhive es un niño de doce años que por decisión de su padre debe irse a vivir con su hermanastro Sebastian. A decir verdad Ciel no recuerda mucho de Sebastian, solo sus amables sonrisas, su cálida mirada carmesí y las gardenias que de vez...