Revelaciones II

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-P-Profesor... -tartamudeo Alois al ver su rostro tan cerca.

-Creo que esta película es demasiado para tí, mejor la quito. -dijo y con el control remoto puso alto a la reproducción del video.

Alois no pudo evitar sentirse algo avergonzado, había quedado como un miedoso enfrente de su atractivo profesor. Le costaba trabajo admitirlo pero... desde el momento en que Faustus ingresó al instituto a dar clases, le entró curiosidad por él. Era actualmente el profesor más joven y atractivo de la institución, y aparte era soltero, así que no era de extrañar que cada vez que entraba al salón de clases o caminaba por los pasillos todas las mujeres, ya fueran estudiantes o maestras se sintieran atraídas hacia él. Y poco a poco Alois también se comenzó a sentir atraído, a tal punto que a veces hasta soñaba con esos ojos dorados y gélidos que lo miraban a través de los cristales de sus anteojos.

Suspiró por que se sentía frustrado y patético por enamorarse de un hombre como Claude, por que la verdad, era un amor triplemente imposible, ya que para él, los separaba el género, la edad y aparte el vínculo que compartían como profesor-alumno. Y aparte el rubio se sentía como la persona menos apreciada para Claude, ya que el mayor siempre lo dejaba en claro al regañarlo constantemente en clases.

"Él jamás se fijaría en mí... ", pensó Alois con tristeza, bajando la vista.

-Oye... ¿te sientes bien? -preguntó el adulto al ver fijamente al niño.

-¿Oh? A-ah, si... es que yo... -comenzó a tartamudear, para su sorpresa. Se había perdido tanto en sus pensamientos que ya no sabía ni cómo actuar. Sentía que si se quedaba más tiempo ahí soltaría todo lo referente a sus sentimientos; se levantó rápidamente del sillón con intenciones de irse.

-Aguarda... ¿Qué tienes? -cuestionó Claude con algo de preocupación en su voz mientras sostenía del brazo firmemente al niño, evitando que se fuera. -Alois, dime... -lo sostuvo de los hombros para verlo a la cara.

-Yo... yo... -de repente el pequeño rubio se quebró y comenzó a llorar, se sentía completamente vulnerable ante aquella mirada dorada y penetrante.

-Alois, por favor... ¿qué te sucede? Cuéntame... sabes que puedes decirme lo que sea. -le habló Claude, ya que como profesor y tutor del grupo de Alois, era su deber el estar al pendiente de los alumnos y ayudarlos en lo que fuera.

Le limpió con delicadeza las incontables lágrimas, le dedicó una hermosa sonrisa llena de confianza y Alois no pudo resistirse más. Se inclinó y lo besó en los labios. El mayor abrió mucho los ojos, sorprendido, pero de alguna manera ya estaba preparado para eso, ya que podía notar en clases las miradas que el menor le dedicaba, así que desde que comenzó a notar aquella conducta en Alois, creyó que este lo veía como un padre o algo por el estilo, pero no se esperaba que el afecto que el rubio le tenía no era precisamente fraternal.

Alois se separó, avergonzado por lo que había hecho y trato de salir huyendo pero el adulto lo detuvo.

-¡Alois!

-¡No! ¡Por favor, yo... ! ¡Perdóneme, por favor! -dijo, tratando de soltarse.

-Alois, cálmate. -pidió el mayor y poco a poco el niño dejo de retorcerse. -¿Qué es lo que sientes por mi, Trancy? Dime, acaso tú estás... ¿enamorado de mí? -le preguntó mientras pasaba uno de sus dedos por los labios del niño, haciéndolo estremecer. -Ya veo... -murmuró al sentir el pequeño cuerpo temblar. -Así que es verdad...

-Por -Por favor perdóneme... yo no... nunca quise incomodarlo... -comenzó a balbucear el niño, nuevamente al punto del llanto. -Lo mejor será que me vaya...

Gardenias BlancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora