Ciel se movió suavemente en la cama. Abrió los ojos a regañadientes debido a que le molestaban los rayos del sol, que traviesos se filtraban por la ventana acariciando las blancas cortinas recorridas con anterioridad. Completamente despierto se sentó en la cama y vio con incredulidad que el otro lado de la misma se encontraba vacío. Hizo una pequeña mueca de confusión preguntandose mentalmente en dónde se encontraría el mayor. Echó un vistazo a su cuerpo y se dio cuenta que traía la camisa de Sebastian puesta; seguramente el mayor se la había puesto mientras él dormía. Decidido a encontrarlo se puso en pie pero al querer dar el primer paso se cayó sobre la alfombra, hizo una mueca de dolor. En eso Sebastian entró a la habitación y reaccionando rápidamente, se dirigió para auxiliar al infante.
-¡Ciel! ¿Te encuentras bien? -preguntó preocupado mientras trataba de ayudarlo a incorporarse pero el niño no cooperaba.
-Me duelen... mis caderas... -murmuró Ciel en un quejido con las mejillas sonrojadas.
Sebastian no pudo evitar lanzar una risita.
-Lo lamento, -se diculpó con Ciel. -creo que anoche fuí algo brusco, pero... -hizo una pausa para acercarse al oído del niño y susurrar. -¿Quién no perdería el control contigo, querido Ciel?
Las mejillas del menor se tiñieron de un rojo aún más intenso y trató de ocultar la vista, apenado, mientras chasqueaba la lengua con fingido enfado.
-Deja de decir estupideces y dame un baño.
-Con gusto. -dijo Sebastian sonriendo con parsimonia.
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El mayor se puso a preparar el desayuno mientras Ciel se vestía. Por suerte ese día no había clases, así que no había prisa. Sebastian sonrió perversamente al pensar en lo que podría hacer con el pequeño a solas y durante todo el día. Trató de controlarse sacudiendo un poco la cabeza, no quería agotar de más a Ciel, aunque se muriera de ganas por hacerlo.
Terminó de cocinar y sirvió lo preparado en dos platos, abrió la alacena para sacar algunos utensilios pero al voltear levemente hacia atrás se quedó embobado con la visión que tenía enfrente. Ciel se había vestido de lo más adorable, con una playera azul que le quedaba algo grande y que lo hacía ver tierno y frágil, unas bermudas color marrón que dejaban al descubierto la blanquesina piel de sus piernas y unas deportivas color negro. Ese niño lo tentaba inconscientemente a cada segundo.
Ciel, ajeno a los pensamientos de Sebastian, se acercó al frutero para tomar una manzana roja y morderla con evidente hambre, pero casi la deja caer al sentir al adulto abrazarlo por detrás de forma inesperada.
-S-Sebastian... -tartamudeó sin querer. -¿Qué haces?
-Te ves tan lindo... -murmuró el mayor cerca de su oreja haciendolo estremecer.
-¿Qué nunca te cansas? -preguntó el ojiazul algo divertido.
-¿Contigo? Jamás... ¿Qué te parece si repetimos lo que pasó anoche? -murmuró mientras paseaba sus manos por el pequeño torso tratando de filtrarlas por debajo de la playera.
-¿Acaso no puedes esperar hasta la noche? -cuestionó el niño, cerrando los ojos tratando de no soltar un gemido.
-Pues, tú decides... pero te diré que si lo hacemos en la noche no te dejaré dormir en ningún momento. -dijo mientras suspiraba y se mordía el labio inferior al momento que aspiraba profundamente el olor del champú del cabello de Ciel. -¿Qué me dices? -preguntó mientras besaba la oreja del ojiazul y filtraba una de sus manos bajo la playera acariciando su pecho.
Ciel soltó un gemido, en eso tocaron el timbre lo cual ocasionó que se separaran de forma involuntaria y el niño aprovechó para escabullirse.
-¡Yo abró! -se apresuró a contestar mientras Sebastian hacia una mueca de inconformidad, si tan sólo el timbre no hubiera sonado...
El niño abrió la puerta y se encontró detrás de esta al vecino de enfrente y profesor de su escuela; al mismísimo Claude Faustus,aquel tipo que parecía conocer a Sebastian desde antes. Claude miró a Ciel y sonrió ligeramente mientras se deleitaba con ver lo adorable que lucía. "¿Cómo es posible que un niño pueda ser tan hermoso?", se preguntó mentalmente sin poder quitarle la vista de encima.
-¿Se le ofrece algo? -preguntó Ciel, algo extrañado por la mirada que le dedicaba el mayor.
-Ah, si... ¿Se encontrará tu hermano? -preguntó, saliendo de su ensimismamiento.
-Si, -contestó el infante. -está en la cocina, pase.
-Gracias. -dijo Claude y al pasar al lado de Ciel no pudo evitar acariciarle los cabellos, acción que tomó desprevenido al niño y que lo molestó ligeramente. -Eres tan adorable... -murmuró.
-¡Sebastian! Te vino a visitar el señor Faustus. -le avisó el menor a su hermanastro, quien salió de la cocina para hacerse presente en la sala.
-Gracias por anunciarme, pero para tí soy solamente Claude. -le dijo con una sonrisa.
-De acuerdo. -dijo Ciel algo coibido, pero aliviado por la presencia de Sebastian.
-Un gusto verte Claude, desde que regresaste de Francia no te habías dejado ver. -mencionó Sebastian.
-Bueno, es que he tenido asuntos pendientes que resolver. -dijo Faustus mientras se acomodaba sus lentes. -Pero no podía perder la oportunidad de platicar con mi antigüo compañero de dormitorio.
"¿Compañero de dormitorio?", se preguntó Ciel mentalmente. No sabía la razón, pero no se sentía del todo cómodo con la presencia de aquel sujeto.
-Sebastian, saldré un momento con Alois. Regresaré en un par de horas. -anunció Ciel.
-De acuerdo. Cuídate y cualquier cosa me llamas al celular. -le dijo Sebastian y trás un asentimiento del niño, este se fue.
-Un hermanito muy adorable el tuyo. -mencionó Claude con media sonrisa.
-Si, bastante... -murmuró Sebastian al ver con ojos entrecerrados a Claude. Había algo en la mirada dorada que ese tipo le dedicaba a su niño que no le gustaba.
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Minetras tanto Ciel caminaba por las calles, llegando a un parque cercano a su edificio en donde se había quedado de ver con Alois por medio de mensajes de texto por el móvil. Se sentó en una de las bancas a esperar pacientemente a su amigo, después de unos cuantos minutos sintió como unas manos le tapaban la vista de manera sorpresiva.
-Adivina quién soy. -canturreó una voz muy conocida con efusiva alegría.
-Me la pones difícil. -dijo el ojiazul con algo de sarcasmo. -Eres Alois. -dijo y el rubio le destapó los ojos y se puso enfrente de él para hacer un puchero.
-¿Cómo supiste que era yo? -preguntó algo molesto.
-No fue muy difícil adivinar. -declaró Ciel. -Bueno, vámonos por ahí.
-¡Si! -exclamó Alois al momento que se lanzaba felizmente a los brazos del peliazul quien bufó algo molesto al pensar que su rubio amigo era demasiado bipolar. -¡No sabes lo feliz que me hizo que me contactaras para invitarme a salir contigo!
-Bueno, sólo un rato, no quiero que Sebastian se preocupe. -dijo Ciel, preguntándose de lo que podrían estar hablando su hermanastro y su profesor. -Y, ¿a dónde quieres ir?
-Mmm, ¡al centro comercial!
by Lariett
Nos leemos prontos ^^
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Gardenias Blancas
RomanceCiel Phantomhive es un niño de doce años que por decisión de su padre debe irse a vivir con su hermanastro Sebastian. A decir verdad Ciel no recuerda mucho de Sebastian, solo sus amables sonrisas, su cálida mirada carmesí y las gardenias que de vez...