Sebastian miraba como hipnotizado la forma en la que Ciel comía; sonrió complacido al ver que el menor disfrutaba de la comida y del ambiente del restaurante, sabía que ese lugar le gustaría. El pequeño se percató de las fijas miradas que le dedicaba el mayor y se sintió un poco incómodo.
-¿Qué tanto miras? -preguntó un tanto irritado.
-Nada, es sólo que luces realmente adorable cuando comes. -confesó el mayor.
El pequeño bajo ligeramente la vista tratando sin éxito alguno de esconder el ligero rubor que afloraba en sus mejillas.
-¿Pero qué cosas dices?
Sebastian sonrió divertido con la escena.
-Dime Sebastian... -comenzó a decir Ciel. -tú y yo... éramos muy unidos antes de que te mudaras, ¿no?
Sebastian abrió ligeramente los ojos en sorpresa, jamás se imaginó que el pequeño tocaría ese tema, pero ya que lo hacía por voluntad propia pensó que sería una buena idea tratar de hacerlo recordar aunque fuera un poco.
-Bueno, si -respondió. -tú y yo pasabamos la mayor parte del tiempo juntos, inclusive a veces ibas a dormirte a mi habitación. -reveló con algo de tacto.
-Oh, ¿enserio? -preguntó Ciel algo avergonzado y en cierta manera sorprendido, ¿Por qué no podía recordar nada de eso?
-Y si nos llevábamos tan bien, ¿por qué te mudaste? -preguntó.
-Oh, bueno... mi madre creyó que sería algo favorable para mi educación, ella siempre quizo lo mejor para mi... para ambos. -corrigió. -Cuando me vine a vivir aquí, te extrañé como no tienes idea. -le dijo mientras alargaba su brazo y alcanzaba a tocar las manos de Ciel.
-Si me extrañabas tanto ¿por qué no me escribiste en todos estos años? -preguntó el niño.
-¿Qué?
-¿Por qué no me escribiste en todo este tiempo? -repitió la pregunta Ciel con un dejo de dolor en su voz.
-Bueno Ciel, todo este tiempo estuve ocupado con mis estudios y mi trabajo, no me daba tiempo de escribirte... -trató de explicar Sebastian.
-¿Ni siquiera para una llamada? -cuestionó le niño mirando al mayor con dolor.
Sebastian no sabía que decir, sólo recordaba las palabras de su madre hace tiempo.
"Ni siquiera te atrevas a establecer contacto con Ciel, quiero que te mantengas totalmente alejado de él, ¿me comprendes?"
-Lo lamento Ciel... -atinó a decir Sebastian.
-Si no te interesó saber de mi en todos estos años eso significa que en realidad no te interesas tanto por mi como dices. -dijo Ciel con algo de enfado mientras alejaba sus manos de las manos de Sebastian.
-Ciel... -musitó el mayor mientras acercaba su mano al rostro del pequeño y lo tomaba por el mentón, obligándolo a verlo a la cara. -Yo siempre te he querido, pero la verdad es que... si yo no te mandé alguna carta o te hice una llamada fue por tu bien...
-¿Por mi bien? -ahora el niño no entendía absolutamente nada.
-Ah, yo... -Sebastian estaba consciente de que había hablado de más, ahora debía buscarle una solución a todo eso. -Yo no quería que tu sufrieras por extrañarme, así que pensé que si me olvidabas, estarías más feliz...
-¿Más feliz? ¿Por qué creíste eso? Si hay algo que detesto es que las personas decidan por mi.
El mayor se dio cuenta de que la situación se le estaba saliendo de control.
-Ah... Ciel, ya es algo tarde y no quiero que te desveles, mejor vámonos al departamento. -y diciendo esto y sin darle tiempo al niño para reprochar pidió la cuenta.
Después de un rato llegaron a casa. Ciel fue el primero en entrar, se encontraba algo exahusto y se comenzó a dirigir a su habitación pero lo frenó la visión de un conejo de peluche en el sofá. Se acercó para verlo mejor, lo tomó entre sus manos y lo reconoció en seguida
-Este conejo... -musitó. -era mío, ¿verdad?
-Si. -respondió Sebastian con una leve sonrisa. -Era tu juguete favorito, tú... me lo diste antes de irme.
Ciel abrió los ojos con sorpresa.
-¿Yo te lo regalé? -el mayor asintió. -¿Y lo has concervado todo este tiempo? -preguntó sorprendido.
-Claro, es mi posesión más valiosa. -dijo Sebastian mientras le acariciaba el cabello al menor. El pequeño se dejó hacer mientras un leve suspiró se escapó de sus labios. -¿Quieres un poco de leche caliente para dormir? Te prepararé un poco. -anunció mientras se separaba de él y se encaminaba hacia la cocina.
Al sentir irse a Sebastian, Ciel sintió algo de frío y una especie de soledad. Sacudió la cabeza tratando de quitarse aquellar ideas raras de su mente mientras se recostaba un rato en el sofá mientras encendía el televisor.
-Sebastian... -murmuró. -Tú... ¿en verdad me... quieres? -se preguntó mientras cerraba los ojos poco a poco.
-¡Ciel! ¿te gustaría un poco de...? -se detuvo al ver al niño profundamente dormido en el sillón con el conejo de peluche entre sus brazos.
Sonrió con ternura a la vez que se acercaba a él y le acariciaba la cabeza; el niño instintivamente se comenzó a mover buscando el calor del mayor.
-Sebastian... -murmuró. -no me dejes...
Sebastian lo tomó delicadamente entre sus brazos mientras el pequeño recargaba su rostro en su pecho.
-Aquí estoy, mi amor... -le dijo Sebastian dulcemente. -Jamás me iré de tu lado, por que te amo demasiado como para perderte otra vez...
Y con el niño dormido en sus brazos, se dirigió a su habitación.
by Lariett
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Gardenias Blancas
RomanceCiel Phantomhive es un niño de doce años que por decisión de su padre debe irse a vivir con su hermanastro Sebastian. A decir verdad Ciel no recuerda mucho de Sebastian, solo sus amables sonrisas, su cálida mirada carmesí y las gardenias que de vez...