Confusión

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Sebastian recostó al pequeño niño en la cama, le quitó con delicadeza la ropa y le puso el camisón para que durmiera más cómodo, le dejó al conejo Lindor entre sus brazos, era el complemento perfecto que hacía ver a Ciel irresistiblemente adorable. Suspiró ya que la escena le hacía recordar a Ciel unos años atrás, cuando caminaba descalzo por los pasillos de la casa a media noche y tocaba a la puerta de su habitación con golpesitos tímidos y le pedía dormir con él ya que la oscuridad o los truenos le daban miedo. Y él encantado lo hacía pasar y lo tomaba en brazos para recostarlo a un lado suyo y arroparlo con las cobijas.

Suspiró. Como extrañaba esos momentos... esos momentos en los que él y Ciel eran tan felices, en donde tenía la entera certeza de amar a ese niño y de que él le correspondía; pero aún así en lo más recóndito de su ser no dejaba de sentirse la peor persona del mundo por aprovecharse así de un pequeño, pero de todas formas, no hacian la gran cosa, solo se besaban y se acariciaban, Sebastian jamás se permitió llegar más lejos con él, "Es sólo un niño", se repetía por aquellos tiempos, "tal vez cuando creezca... "

Dejó de lado sus pensamientos y después de cambiarse de ropa, se metió a la cama. No pudo evitar repegarse contra Ciel y abrazarlo con ternura, esa era la única forma de tener mayor contacto con él sin que se lo prohibiera. Suspiró por segunda vez esa noche y poco a poco comenzó a cerrar los ojos para quedarse profundamente dormido.

-¡No te vayas! ¡Por favor! -gritaba Ciel desesperado mientras corría bajo la lluvia.

-¡Ciel! ¡Vuelve aquí! -gritaba su padre con desesperación mientras corría detrás suyo.

El niño ya no pudo correr más y se cayó de rodillas al suelo llorando desconsoladoramente.

-Sebastian... -gimoteó con la tristeza más grande del mundo. -por favor no me dejes... te amo...

Ciel se despertó de golpe y se sentó en la cama. Respiraba agitadamente y una fina capa de sudor le cubría el rostro, no sabía por qué pero se sentía muy triste, tenía unas inmensas ganas de llorar.

-Ciel, ¿qué ocurre? -preguntó Sebastian, quien al sentir el movimiento que había hecho el niño al sentarse, se despertó.

-Yo... -Ciel quería decir algo pero no sabía como expresarlo, vio a Sebastian que lo miraba preocupado y de pront le entró un terrible miedo a perderlo. -Sebastian, prómeteme una cosa, -dijo de pronto. -prométeme que nunca me va a abandonar ni a dejar que te separen de mi.

Sebastian lo miró confundido y con una ligera sonrisa en sus labios.

-Ciel, ¿pero qué estás diciendo? si yo siempre voy a estar...

-¡Promételo! -insistió.

-De acuerdo, lo prometo. Prometo que jamás te abandonaré ni dejaré que nadie te aparte de mi lado. -dijo el mayor de forma seria, depués lo abrazó. -Jamás dejaría que alguien te separara de mi Ciel, eres lo más preciado para mi. -le susurró.

-¿Lo dices en serio? -preguntó el niño a lo que el mayor asintió.

Sebastian acercó el rostro al del menor para depositar un tierno beso en sus mejillas, Ciel reaccionó al contacto e inconscientemente atrajo el rostro del mayor y lo beso suavemente en los labios. Sebastian estaba más que confundido al respecto, pero no dudó en corresponderle. A los pocos segundos Ciel se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se separó rápidamente del adulto.

-¡L-Lo lamento! -tartamudeó. -Yo no sé... lo siento... -comenzó a balbucear.

-Ciel, tranquilo -dijo Sebastian mientras se ponía en pie y lo tomaba por los hombros.

-¡No! -exclamó de pronto. -Yo... perdoname... -de pronto su voz se hizo un murmullo y las lágrimas amenazaban con desbordarse de sus ojos. -Ahora me has de odiar... entenderé si ya no quieres que viva contigo... -dijo con la voz quebrada y salió de la habitación.

-¡Ciel! -lo llamó Sebastian al momento que iba tras él.

Lo tomó de un brazo y lo giró de manera que lo viera a la cara.

-Escuchame -le dijo mientras se acercaba aún más a él y lo tomaba de los hombros. -No tiene nada de malo lo que hiciste...

-¡¿Cómo que no tiene nada de malo?! ¡Yo...! -no pudo terminar la frase.

-Está bien pequeño, -le susurró Sebastian en tono tranquilizador. -Estabas asustado por una pesadilla, tenías miedo, es algo normal... entre hermanos no pasa nada -aseguró. -Y no estoy molesto contigo.

-¿Ah, no? -preguntó Ciel con la voz llorosa y con lágrimas corriendo por sus sonrosadas mejillas.

-Claro que no, mi vida. -aseguró mientras limpiaba esas suaves mejillas con sus dedos. -Jamás podría enojarme contigo. Ahora, ¿qué te parece si vamos a la cama? es muy tarde, dormir te tranquilizará un poco. -dijo en tono dulce mientras lo tomaba en brazos. -Es más, te prepararé un poco de leche tibia para que puedas dormir mejor, ¿te parece? -preguntó a lo que Ciel asintió levemente con la cabeza.

"Aún me amas", pensó Sebastian mientras veía la carita sonrojada, llorosa y tierna de su pequeño, "tal vez lo hayas olvidado, pero ese amor sigue por ahí, muy en el fondo pero ahí está."


By Lariet

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