-Aquí tienes tu almuerzo. -le dijo Sebastian a Ciel al entragarle una bolsa con el almuerzo dentro de ella. Por lo regular a Ciel no le gustaba comer nada que no fuera preparado por las perfectas manos de su hermanastro y a Sebastian no le agradaba que Ciel comiera cualquier cosa fuera de casa. -Vendré a recogerte a la salida, así que no te muevas de aquí hasta que llegue, ¿deacuerdo? -preguntó y Ciel suspiró, el ojiescarlata podía llegar a ser demasiado sobreprotector, pero aún así sonrió ya que esa sobre protección significaba que lo amaba. Tanto como lo amaba él. -De acuerdo, no me moveré de aquí. -dijo Ciel para después salir del lujoso auto negro del mayor. -Nos vemos, que tengas un buen día. -le deseó como todos los días y arrancó el auto una vez que el niño hubiera entrado al instituto. A lo lejos se encontraba un auto plateado y el conductor de este había mirado la escena muy interesado. -Así que siempre lo dejas y lo recoges, ¿eh? -murmuró mientras se formaba en su rostro una sonrisa perversa. Tomó su celular y llamó a un número en específico. -Ángela, hermana mía, -saludó cuando le respondieron. -¿Recuerdas al pequeño ángel que tiene Michaelis por hermanastro? -preguntó y esperó a que le respondieran. -Verás, hay algo que quiero que hagas por mí... * * * * * * -¡Vamos! -suplicaba un rubio a Ciel -¡Ven a jugar a mi casa! Te prometo que no te arrepentirás. -lo último lo dijo con una sonrisita perversa. -Ya te dije que hoy no puedo, un día de estos iré.- dijo Ciel algo fastidiado. -¡Siempre me dices lo mismo y nunca vas! -se quejó el rubio haciendo un puchero. -Es que últimamente he estado muy ocupado. -dijo el ojiazul, y era cierto, Sebastian lo mantenía ocupado durante el día... y en las noches lo agotaba demasiado... -¿Por qué no quieres jugar conmigo? -preguntó Alois con voz llorosa. -No es que no quiera. -dijo Ciel y luego suspiró. -Esta bien, te prometo que saldré contigo un día de esta semana. -¡Si! -festejó el rubio y atrapó a Ciel en un asfixiante abrazo. -¡Alois! ¡Suéltame! ¡Me asfixias! * * * * * * -Doctor Michaelis, alguien quiere hablar con usted ahora. -le avisó la recepcionista a Sebastian por el teléfono. -¿Quién es el que quiere verme? -preguntó el ojiescarlata. -La señorita Angela Blanc. Sebastian hizo una mueca de disgusto. "¿Y ahora qué querrá?" pensó. -Hazla pasar. -ordenó creyendo que esa podría ser una buena oportunidad para quitársela de encima. En pocos minutos la puerta se abrió y por ella apareció Angela, con una sonrisa y algunos papeles en la mano. -Hola Sebastian. -saludó sonriente. -Mi hermano no pudo venir a entregarte su currículum y sus papeles personalmente, así que vine yo por él. * * * * * * Ciel suspiró de frustración mientras veía la hora en su reloj. Había pasado una hora desde que salio del instituto y Sebastian no había llegado por él. Se le había hecho raro salir y no encontrar el auto del mayor afuera del instituto ya que este siempre llegaba minutos antes de que Ciel saliera, al principio no le dio importancia, pero pasaron los minutos y sus compañeros se comenzaron a ir, algunos caminando y otros en carro con sus padres. Recordó haber visto con recelo al último alumno ser recogido en carro. Miró al suelo tristemente, en eso el sonido de un auto estacionarse frente a él lo hizo levantar la vista rápidamente, pero se desilucionó al instante al ver que el auto no era el de Sebastian. -Hola. -saludó el conductor. -¿Me recuerdas? Soy Ash Landers, un conocido de Michaelis. -Ah, si, lo recuerdo. -respondió el niño algo desanimado. -¿Por qué estás tan solo? -preguntó el adulto fingiendo inocencia. -Estoy esperando a mi hermanastro. Él siempre viene por mí a la salida, pero creo que hoy se le hizo tarde. -explicó el menor. -Umm, vaya... -murmuró Ash, fingiendo que no sabía nada. -Bueno, Michaelis debe de estar atendiendo un asunto de suma importancia como para haberse olvidado de tí. -dijo, haciendo que el menor se sintiera mal. -Aunque, si yo fuera él, jamás me perdonaría el dejar solo a un niño tan hermoso como tú. Tengo una idea, ¿qué tal si te llevo a tu casa? -propuso. -No creo que sea buena idea, a Sebastian no le gusta que yo esté con extraños. -dijo Ciel. -Pero yo no soy ningún extraño. Tu me conoces, y tu hermanastro también, aparte sé dónde vives y te podría dejar ahí sin problemas, ¿qué dices? Y no aceptaré un no por respuesta. -E-Está bien. -accedió Ciel algo presionado por las palabras del mayor. -Supongo que no tiene nada de malo. -¡Excelente! -exclamó Ash, salió del carro para abrirle la puerta a Ciel y una vez que el menor estuvo adentro él entró y arrancó. * * * * * * Sebastian terminó de leer la última hoja de los papeles que le habia llevado Angela, despues de escuchar el discurso de ella de por qué su hermano merecía trabajar ahí, en ese hospital. -¿Y qué te parece? -preguntó la mujer. -Bueno, veo que tu hermano tiene buenas referencias, pero... -dijo pero dejo la frase incompleta al ver que se le había pasado (y por mucho) la hora de recoger a Ciel. Se levantó rápidamente de su silla y tomó las llaves de su auto. -¡Oye! ¿A dónde vas? -preguntó Angela algo alarmada. -Tengo que ir por Ciel. -respondió el mayor. -Pero, ¿qué pasa con mi hermano? -Dile a la recepcionista que digo yo que lo contrate, ¿está bien? Ahora debo irme. -y sin más, salió corriendo. "¡Maldición! ¿Por qué apagué el celular?" se recriminó mentalmente. * * * * * * -Este camino no se me hace conocido. -dijo Ciel después de un rato de estar en el auto de Ash. -¿A dónde vamos? ¿No se supone que me llevarías a mi casa? -Así es, pero antes te quiero llevar a un lado muy especial. -dijo el mayor con malicia en su voz. -¿A dónde? -preguntó Ciel desconcertado.
Lariett
Hola ^^ perdón por desaparecer y no subir capítulos pero he estado en exámenes y proyectos -.-U pero intentaré subir más capítulos seguidos :3
Hasta pronto !
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Gardenias Blancas
RomanceCiel Phantomhive es un niño de doce años que por decisión de su padre debe irse a vivir con su hermanastro Sebastian. A decir verdad Ciel no recuerda mucho de Sebastian, solo sus amables sonrisas, su cálida mirada carmesí y las gardenias que de vez...