Uumm...

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Eran más de las 12 de la mañana cuando suena mi móvil.

¿Quién demonios me llamaba a esa hora?

¿ Es que ahora la gente no hace nada más que madrugar? Y si eso es madrugar para mí.

Cogí el teléfono de mala gana.

-¿Quien?

-Vaya humor tienes vecina

-¡NATHAN! TU MADRE ESTABA DURMIENDO

-¿En serio estabas durmiendo? Y yo que quería quedar...

-Me da igual además ¿Cómo conseguiste mi número? Acosador

-Si si si lo que digas. Tienes 3 minutos para vestirte o te llevo en pijama. A partir de YA!

-¿Qué? No. Espera. Vale vale dame 10min ¿sí?

-Vale pero me lo tendrás que compensar.

-Claro que si, añadí con voz pícara y colgué.

Me vestí con un pantalón blanco, una sudadera azul y unas vans moradas. Me peiné y salí de casa.

Allí delante me esperaba un Nathan con unos vaqueros oscuros, una camisa blanca combinados con unas vans blancas.

- Al fin estas aquí y dime no me debías algo, añadió Nathan.

Yo no respondí simplemente me limité a empujarlo contra la pared más cercana y dar pequeños besos en su cuellos, aspirando su aroma.

Nathan estaba inmóvil pero las pocas neuronas que seguían funcionando lo obligaron a apretarme contra él.

Perfecto.

Mis besos fueron subiendo hasta rozar sus labios con los míos mientras que con mis dedos dibujaba círculos en su pecho.
Nathan parecía que estaba bajo un hechizo y justo entonces, se cayó de rodillas.

Os preguntaréis que paso ¿no?

Pues que mi rodilla había tenido el placer de conocer a Mini Nathan

-Y eso es por hacerme madrugar y dicho esto, entré en mi casa de nuevo.

Ahora que el idiota de Nathan me había despertado, no podría volver a conciliar el sueño pero ¿Qué podría hacer?

Mis padres no estaban en casa y mi hermano aun no se había levantado y si hoy lo despertaba con todo mi cariño, temo que es capaz de cometer un asesinato y todavía quiero vivir.

Y se me encendieron las bombillas.

Había entrado a la prisión escolar y ese era motivo para celebrarlo pero para eso se necesita dinero y ya que mis padres no estaban no me quedaba otro remedio que coger "prestado" dinero a mi hermano.

Entré sigilosamente en su habitación y fui hacia una lata en la que siempre guardaba el dinero. Le cogí "prestado" un billete de 20 y otro de 5 y salí por patas de allí.

Pensaréis que mi hermano y yo nos llevamos mal pero en realidad lo quiero mucho (como le digáis a alguien que he dicho esto, os robare vuestro chocolate muajajaja que malvada soy *.*) pero estos gestos de "cariño" eran habituales en nosotros.

Fui a una pequeña tienda que había cerca de casa y compré lo indispensable para una celebración por todo lo alto, patatas fritas, palomitas, coca cola y lo más importante de mi vida, ¡¡chocolate!!

Fui a casa y preparé todo lo que necesitaba, películas de comedia, de romance y como no pañuelos (recomendable si vas a ver Bajo la misma estrella) pero nunca jamás películas de miedo, las odio.

Prisión escolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora