Capítulo 8

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Marianna

El día no pudo ir mejor, entre pasear y compartir, el tiempo pasó sumamente rápido y en la disco todo fue perfecto, es que Sabrina tiene un encanto particular, sabe divertirse y hacer sentir a sus invitados como en casa, eso me gusta.

Pero anoche, sentí que en cualquier momento podría traspasar los límites, afortunadamente me salvó la campana, de lo contrario la hubiese besado sin lugar a dudas. Debo confesarlo... me siento atraída por Sabrina, me dan muchos nervios tenerla cerca, es tan perfecta que me aterra lo que me hace sentir.

Anoche tuve que acostarla, cambiar su ropa y se veía tan frágil que me conmovió, claro, luego de pasar un bueno rato sufriendo para que se moviera porque obviamente yo no puedo con ella... aunque me encantaría tenerla encima de mí... ok no, debo borrar esos malditos pensamientos lascivos de mi cabeza de una vez por todas.

─¡Buenos días!─ Me saluda sonriente apoyada de la puerta de la cocina ─Por favor dime que no hice el ridículo anoche, te lo ruega mi ego.

─Tranquila, solamente ligaste con el chico de la barra, le diste el número a tres lesbianas e intentaste hacer un baile erótico encima de una mesa. No me veas así, juro que traté de detenerte pero tienes mucha fuerza, así que sólo busqué las palomitas de maíz y me detuve a ver el show─ Le digo muy seriamente.

─¡OMG Hice el ridículo!... espera... ¿lesbianas? Pero... ¿Cómo? Yo... Dios no lo puedo creer ¿Eran lindas al menos?

─Pues rubias de ojos verdes y cuerpo escultural, creo que la pasarías bien─ Mantengo mi gesto serio ¿Te preocupa eso?

─¿Qué? ¿haber coqueteado con una mujer?─ Baja la mirada─ Creo que no tanto.

─¿Y por qué no tanto?─ Dejo mi café en la encimera y comienzo a servirle una taza, me intriga su respuesta.

─Porque resulta que no importa el sexo si el amor es puro... en todo caso, es una lástima porque preferiría a las morenas... mil veces─ Me dice mirándome directamente a los ojos y comienzo a temblar, la taza de café me delata.

Con nuestras miradas nos transmitimos lo que no nos atrevemos a decir con nuestros labios, es una promesa que se encuentra temerosa de ser revelada. Sin querer miro sus labios y me doy cuenta de que estoy mordiendo los míos y es que Sabrina representa a la manzana de la discordia, es tipo "besar o no besar, he ahí el dilema" y siento que estoy perdiendo la fuerza de voluntad, jamás había deseado tanto tocar o besar a alguien, joder es que hasta deseo acariciar su hermoso cabello ondulado.

Mierda ¿Qué diablos haces Marianna? Es tan suave y le queda tan bien, Sabrina no hace nada para evitar que lo siga acariciando, me mira fijamente y de brazos cruzados, pero puedo notar su respiración acelerada y enseguida noto lo mojada que me encuentro... su cuerpo es como un imán que me arrastra hacia ella y creo que el mío es un volcán en erupción del que va a brotar una lava muy ardiente y deseosa de placer, mis manos comienzan a moverse automáticamente por sus brazos, acariciando esa piel tan suave y tan erizada, ahora está acariciando mi cabello y me gusta lo que veo... pareciera admiración... mezclada con algo que no logro descifrar... cierro los ojos para sentir ese cúmulo de sensaciones que experimenta mi alocado cuerpo, ahora estamos más cerca, casi a un paso de besarnos...

Y suena el teléfono...

Enseguida Sabrina se aparta y sin dejar de mirarme responde la llamada, yo me volteo para servirme un gran vaso con agua, necesito urgentemente liberar este deseo, tengo mi entrepierna transpirando humo y fuego.

─Papá hola, buenos días... sí, el informe está listo... te dije que el lunes te lo entrego... claro, no hay problema... por cierto, tengo una visita y voy a estar yendo y viniendo... claro, tranquilo cuenta con eso... mujer papá... no quiero hablar de eso en este momento... igualmente, un beso─ Cuelga y veo un atisbo de tristeza en su mirada, pero se esfuma inmediatamente─ Mi padre es adicto al trabajo.

Un Placer Conocerte... HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora