Marianna
Unas delicadas manos me acarician la espalda desnuda, levemente voy sintiendo el cosquilleo que generan en mi ser, por breves segundos imagino que es Sabrina quien me dedica este gesto tan sutil, pero al voltear caigo en cuenta de que en realidad se trata de Fernanda.
─ Buenos días bella ─ Me dice regalándome un tierno beso en los labios y acariciándome la mejilla, me gusta la forma como me mira, es una mezcla de ternura, deseo y quizás amor o lo que se le parezca.
─ Hola bella ─ Le devuelvo el gesto acariciándole su larga cabellera negra.
─ ¿Cómo dormiste? ─ Me pregunta mientras se apoya en sus codos y me percato de que la sábana se le ha corrido un poco mostrándome sus rosados senos, no puedo evitar mirarlos, me gustan.
─ Como un angelito ¿Y tú?
─ ¿Como un angelito? No te creo, la verdad parecía que estabas envuelta en una pelea… creo que fue un muy mal sueño, en realidad tienes varios días así, a veces me provoca despertarte pero no sé si eso te sirva de mucha ayuda ─ Me dice pasándose una mano por su cabellera, no me pierdo ninguno de sus movimientos.
─ Pues la verdad no lo recuerdo, quizás sí tuve un mal sueño o sólo fue producto de… no sé, la verdad yo me siento bien ─ Desvío mi mirada porque en el fondo estoy plenamente consciente de lo que ocurre, desde que rompí con Sabrina no dejo de soñar con ella y me inquieta, no son precisamente sueños perturbadores, más bien son cargados de ansiedad.
─ Bueno, esta noche te hago un té, quizás de esa manera te sentirás más tranquila ─ Se levanta y la sábana abandona su cuerpo desnudo, la verdad es perfecta, tiene unas bellas curvas y un andar sensual ─ me daré una ducha, me gustaría salir a desayunar algo y a dar una vuelta ¿Te parece? ─ Voltea y se ve jodidamente sexy.
─ Estoy de acuerdo, estoy hambrienta ─ Y desaparece en el sanitario.
Estos días han sido poco ortodoxos, estoy en una especie de relación con la que siempre he considerado mi mejor amiga y no me quejo, todo marcha bien, es muy atenta, amable, amorosa, intensa, apasionada y elocuente, así que me es muy difícil aburrirme, sin embargo, no puedo evitar pensar en Sabrina, sus besos, caricias, mirada, voz, en todo, extraño mucho su calor y cercanía.
Miro mi teléfono y por un momento me siento tentada a llamarla, me quedo mirando la pantalla a ver si telepáticamente puedo comunicarme con ella y decirle que necesito ver su número móvil titilando e insistiendo ser atendida, pero sé que eso no sucederá, así que desvío la vista hacia el techo, respiro profundo y cierro los ojos buscando rememorar lo que sentí durante nuestro primer beso y a pesar de que ya he probado otros labios aún queda su dulce sabor, intacto e igual de intenso y se me escapa una leve sonrisa llena de pesar.
─ ¿Y esa hermosa sonrisa? ─ Fernanda se acerca a darme otro tierno beso en los labios.
─ Nada cielo, me voy a dar un baño, muero de hambre ─ Y al levantarme le doy un beso fugaz en los labios.
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Llegamos a un pequeño restaurant a la orilla de la playa que sirve unos desayunos Venezolanos deliciosos, su ambiente playero me invita a darme un chapuzón a la playa, no lo puedo evitar ¡Amo el mar! Y es una lástima que no cuente con mi traje de baño, es un pequeño detalle que se me pasó por alto.
Tenemos que pasar a través de la gente, pues el lugar es bastante concurrido, no obstante corrimos con suerte de encontrar una mesa libre y además con una vista maravillosa de esta parte de la costa Venezolana, así que podré admirarla mejor.
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Un Placer Conocerte... Hermana
RomanceSabrina es una mujer independiente, decidida y centrada. Se dedica completamente a su trabajo y a alcanzar sus metas, sin embargo, su mayor sueño es ser escritora. Marianna es una joven soñadora y con un gran corazón, estudia idiomas modernos y des...