Sabrina
Tres meses...
Ya hace tres meses que probé del más intenso amor que en mi vida había experimentado, un amor de apenas unos días, pero es que lo bueno o malo de una relación no se mide por el tiempo, más bien por la intensidad que le impriman los amantes.
Y lo nuestro fue muy intenso...
La preparación de la boda me ha dejado exhausta y eso es bueno, pues de alguna manera he logrado distraerme, entre el trabajo y esto puedo decir que he tenido muy poco tiempo de pensar en mi sufrimiento.
Supongo que en cualquier momento el karma hará de las suyas y lo espero pacientemente pues el daño que le ocasioné a Marianna no estuvo bien... y Raymond... afortunadamente me perdonó... pero la pasó muy mal también.
Me siento en el ventanal de mi oficina a mirar a la gente pasar a lo lejos y me causa risa ver lo extraños que somos todos, allá ellos están como si nada, pero por dentro los debe estar quemando su infierno personal.
Como a mí me quema el mío...
La extraño...
─ Toc toc ─ Dice mi madre, vestida impecable como siempre.
─ ¡Madre! Pasa por favor ─ Me levanto y la abrazó como cuando esperaba ansiosa a que llegara al colegio a buscarme.
─ Si yo no vengo tu no me visitas, ni me llamas ¿No?
─ Ay madre... lo lamento, es que estos días han estado sumamente complicados, además con la planeación de la boda es difícil, a veces se me olvidan las cosas... no sé cómo es que aún me acuerdo de mi nombre ─ reímos.
─ Debes estar emocionada ¿No? ─ me dice mirándome fijamente.
─ Pues sí... es algo único ─ y bajo la mirada.
─ Sabes que soy tu madre ¿No? ─ asiento ─ y te conozco jovencita, eres como tu padre, por fuera muy dura, pero por dentro tan blanda como queso fundido. Tienes tiempo así hija ¿Qué te hicieron?
─ Madre... estoy bien, estaré bien, de verdad no pasa nada.
─ ¿Y por qué tienes esos ojitos rojos? ─ pregunta angustiada.
─ Tranquila madre, sólo es tanta presión con la boda, el trabajo, etc... ─ hago una pausa tratando de tomar fuerzas de algún lugar oculto en mi alma y limpio una lágrima solitaria que escapa de mi triste mirada ─ te aseguro que en lo que salga del matrimonio estaré mejor.
─ Entonces no debes excederte... ─ me mira como tratando de meterse en mi mente y leer mis pensamientos ─ hija... puedes confiar en mí ¿Lo sabes?
─ Lo sé... ─ respondo tímidamente y con mi mirada trato de gritarle lo que mi boca es incapaz de decir.
─ ¡Amor qué sorpresa! ─ entra mi padre repentinamente.
─ Vine a buscarte porque tenemos la cita para tu chequeo anual, sabía que lo olvidarías... no me veas así, sabes que es importante controlar la salud ─ mi madre se ve muy enamorada aún, eso me gusta.
─ Cielo, no es necesario, yo estoy como una piedra, pero como te conozco muy bien y sé que no vas a desistir, pues vamos.
─ Cuídate mucho hija, te amo... ─ me susurra mi madre mientras se despide con una abrazo y acompaña a mi padre a la puerta, mientras él se vuelve y me lanza una mirada de pocos amigos.
Mi padre...
Es un hombre tan respetable, pero tan insensible... pudiera decir que gracias a él estoy así, pero no... esa decisión la tomé yo, estoy bastante grande como para asumir las consecuencias de mis actos, así que no debo culpar a nadie... indudablemente él no debió ponerme en tres y dos ni presionarme de esa manera, pero no debió importarme esa situación y perseguir el amor.
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Un Placer Conocerte... Hermana
RomanceSabrina es una mujer independiente, decidida y centrada. Se dedica completamente a su trabajo y a alcanzar sus metas, sin embargo, su mayor sueño es ser escritora. Marianna es una joven soñadora y con un gran corazón, estudia idiomas modernos y des...