Capítulo 24

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Marianna

Dicen que la vida te puede cambiar en un segundo. Que lo que pensaste que sería tu felicidad y tú norte, de pronto cambia de rumbo. Es como si la brújula se estropeara y entonces quedas sola tratando de poner un parche a los trozos rotos que vuelan por el aire, de ese terco corazón que lo que hace es encapricharse sin importar las consecuencias.

Vi pasar mi vida en ese segundo... vi cada escena de estos últimos meses, los buenos momentos y los no tan buenos, y creí que ya no podría seguir adelante, que mi vida se iría con cada grito de dolor de mi amada Sabrina.

Ya no recuerdo cuántas oraciones pasaron por mi mente, cuántas veces rogué a Dios para que fuese yo la que sufra de esa manera y no ella. Me duele verla así, pálida y decaída cuando pude ser testigo tantas veces de esa vitalidad que transmitía con cada mirada.

Fueron noches de desesperación, en donde dormí muy poco sólo por velar su sueño, y besar su alma cada vez que lloraba de dolor.

Ese día salí corriendo con ella todo lo rápido que pude, ella desmayada y yo desesperada, digamos que no fue un muy buena combinación, pero afortunadamente un ángel se cruzó en nuestro camino y nos ayudó a llegar a la clínica. A veces tenemos vecinos que realmente valen oro.

- Román - Digo con voz agitada

- Hija ¿Todo bien? -

- No... yo... Sabrina... Ro... man... Sí, Sabrina Nunez. Su novia... si. Román, estoy en la clínica con Sabrina

- ¿Qué? ¿Qué le sucedió? ¿En qué clínica están?

- Estábamos en la casa... y... de pronto gritó de dolor, se puso más pálida y se desmayó. Estamos en "El Valle"

- ¿Cómo? ¡Ya salgo para allá!

Y cuelga.

Todo transcurre muy rápido, y sólo recuerdo ver a las enfermeras llevarse a mi amada en una maldita camilla, y por mucho que intente preguntar, solo recibo <Señorita, debe esperar afuera... > como si al sentarme en esta maldita sala de espera tan siquiera me tranquilizara un poco... A pesar de mi desesperación, saco mi móvil y marco a Raymond... es el único que se me ocurre ...

- ¿Sabrina?

- Raymond... Disculpa que te moleste pero... no tengo a quién más recurrir.

- ¿Qué pasó?

- Estoy con Sabrina en la clínica... sí... no sé qué tiene... sólo le dio un fuerte dolor... ya Román viene... se desmayó... no... No sé... escúchame Raymond por favor... Necesito que me hagas el favor de pasar por el niño a la casa, se quedó con el vecino... te voy a enviar su número y le aviso que vas por él...

- Vale. Cuenta con eso... al pasar por él iremos a la clínica.

- Gracias Raymond... de verdad

- No te preocupes. Mantenme informado. ¿Vale?

- De acuerdo

Y suspiro nuevamente, mientras le envío un WhatsApp a mi niño y le aviso que lo pasarán buscando. Debe estar nervioso, quisiera que estuviera aquí para poder consolarnos. No puedo ocultar el miedo que tengo a perderla, y estar en esta sala de espera no me ayuda mucho que digamos, pues esta escena se parece mucho a las que tantas veces vi en las películas, una chica sola... Llorando desesperadamente y sentada en una de las sillas de metal, que chirrían con cada movimiento, generando un maldito eco que recorre hasta las venas de mi corazón, como si fuese un llamado de auxilio que invita a salir corriendo de allí a toda prisa...  Y no hay más nadie, sólo un par de enfermeras que entran y salen sin mediar palabra de esa puerta que alumbra con luces de neón la palabra "emergencia" y siento que estoy metida en un túnel donde mi única salida es esa maldita puerta... ¿Qué me depara el otro lado? Solo mi amada esperando por ser rescatada de las garras de... ¿De qué? Quisiera ser positva... 

... Trato de serlo en este momento, Dios me ayudará, yo lo sé... deseo de todo corazón que Sabrina salga de eso. Y ya no puedo seguir aguantando estas ganas de llorar, cuando unas manos cálidas acarician mis mejillas... es Román... al que estoy empezando a ver como un padre.

- ¿Qué pasó hija? ¿Qué tiene mi niña?

- No sé Román... estábamos hablando tan bien y de pronto... todo se oscureció y... la vi tan débil - mis lágrimas no me dejan decir palabra alguna

- Calma mi niña - Román me abraza fuertemente - ¿Y mi nieto?

- Raymond lo está buscando para traerlo. Cómo tú venías directamente no quise hacerte cambiar de dirección...

- Entiendo. No hay problema Marianna. Juntos vamos a ayudar a mi hija - Y me da otro abrazo reconfortante.

En ese momento veo a un hombre de mediana edad, vestido de bata blanca que camina hacia nosotros en cámara lenta. Una fuerte luz lo ilumina desde atrás, como si fuese un ángel... Y deseo de todo corazón que lo sea... Su rostro se mantiene circunspecto, así que no logro determinar si nos dará buenas noticias.

- ¿Familia de la Srta. Nunez?

- Soy su padre, Román y ella es su novia... dígame qué tiene mi hija.

- Soy el Doctor Benjamín Robles. - Se aclara la garganta- Yo estaré a cargo de Sabrina. Y necesito hacerle un par de preguntas - Se aclara la garganta nuevamente - ¿Su hija ha pasado por algún momento de estrés fuerte?

- Bueno... ha pasado unos meses un poco... complicados, perdimos a su madre y... otras cosas ¿Por qué?

- Verá, su hija tiene una úlcera gástrica bastante fuerte, que entiendo se manifestó con un fuerte dolor y un desmayo. En ocasiones, los dolores abdominales vienen dados por mala alimentación e incluso mucho estrés... Pudieran ser otras razones, pero cuando Sabrina despertó, no dejó de mencionar a su madre, a José... alguien llamado Marianna y balbucear otras cosas... como si peleara con alguien. 

<<Dígame algo... ¿Cómo fue su alimentación estos últimos meses? La verdad, la conseguimos deshidratada y muy delgada para su tamaño y edad...

- No comía mucho... - le digo con el ceño fruncido - yo intentaba que comiera algo pero ... ella es muy terca

- Esos factores pudieron desencadenar está situación ¿Había presentado dolores previamente?

- No que yo sepa - respondió Román

- Una vez - Dije perdida en mis pensamientos - hace meses, íbamos a cenar en tu casa Román y ella se encerró en tu baño... estaba pálida cuando entré y me dijo que tenía un poco de dolor pero que ya había pasado... realmente pensamos que era a causa de todo lo ocurrido con Lilian.

- Bien - Dice el doctor - La cuestión es la siguiente... como le dije, la paciente sufre de una úlcera gástrica... esto es una inflamación que evita que la mucosa normal del estómago lo proteja de los ácidos gástricos. Por lo general, se debe a una bacteria y el tratamiento suele ser sencillo... dieta y antibióticos. Pero en el caso que nos ocupa - Se aclara la garganta nuevamente y sigue sin mostrar gesto alguno en el rostro... sólo un par de arrugas en la frente, y una cara de no haber dormido en años - 

<<A veces esto puede empeorar un poco, pues puede llegar a ocurrir hemorragias u obstrucciones intestinales. Sabrina, tiene una pequeña hemorragia y necesita ser intervenida quirúrgicamente... es por ello, que necesito su autorización para ingresarla en el quirófano lo antes posible... no se preocupen... ella estará bien... les doy mi palabra.

Mientras Román firma la autorización, yo respiro un poco aliviada pero otro poco aún preocupada... no me agrada cuando se habla de quirófano... así que lo que me queda es seguir rezando y seguir esperando que las cosas salgan bien.

Mi madre siempre ha dicho "Dios... hágase su voluntad" y la verdad deseo que su voluntad sea que Sabrina salga bien de todo esto...

¡Dios, cómo me gustaría poder abrazarla de nuevo!

Un Placer Conocerte... HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora