Capítulo 23

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Sabrina

José…

No he tenido la oportunidad de conocerlo, pero Marianna me ha hablado mucho de él y sé que lo quiere como si compartieran la sangre. En su cara se deja ver una gran preocupación. Le doy un fuerte abrazo, mientras le susurro al oído que todo estará bien, que tenga Fe, pero en el fondo quisiera creerme esas palabras.

Una tal Sonia fue quien le dio la noticia, sin demasiados detalles. Simplemente le informó que el niño se encuentra en estado delicado. Es probable que el ajetreo del momento le haya impedido ahondar en pormenores. Yo sé muy bien que no es tarea sencilla ingresar a emergencias con alguien cercano. Primero, te ataca el temor de que algo malo le ocurra y, segundo, el papeleo respectivo que hay que hacer.

Mi padre y yo nos damos miradas fugaces de preocupación a través del espejo retrovisor. Maneja lo más rápido que puede y se le nota la preocupación. Como ha cambiado, de verdad parece un hombre nuevo, tan comprensivo conmigo y con el resto que de verdad se está ganando el cielo.

Anne Marie y Sergio tampoco nos abandonaron. Ella está de copiloto y su novio nos escolta en su carro.

─ En serio, puedo ir sola sin problemas ─ Dijo Marianna un poco nerviosa cuando nos exaltamos por la noticia que nos dio.
─ No, eres parte de mi familia y no te dejaremos sola ─ Le dice Román abrazándola ─ Todo estará bien hija, ya verás.
Miro a mi novia, es tan cabezota como yo, pero tiene un gran corazón. ¿Cómo pudo pensar que de verdad la dejaríamos sola en esto? Será mi esposa y estaré a su lado en las buenas y malas.
Mi mente es nuevamente asaltada por los pensamientos de ese niño…

Tengo entendido que su madre es una mala persona, usa drogas y vende su cuerpo a cambio de unas monedas. Por mi cabeza se asoma la posibilidad de que haya sido ella quien le hiciera daño. Bueno, digamos que no es tan pequeña, pues hay tanta maldad en este mundo que ya nada debería sorprenderme. Pero, por tratarse de su madre, le voy a dar un voto de confianza, pues no debería sacar conclusiones sin tener conocimientos de nada.
Llegamos al hospital y escoltamos a Marianna hacia el área de emergencias pediátricas, a pesar de que por momentos se nos pierda de vista.

La veo conversando con una señora que aparenta tener algunos años encima y que va vestida de una forma muy sencilla. La conversación que sostienen aparenta ser caldeada y me preocupo ¿Será la madre del niño?

─ ¿Qué? ¡Esto no puede estar sucediendo Sonia! ─ Enseguida respondo mi pregunta.
─ Hija, cálmate un poco por favor ─ Dice tomándola de la mano.
─ Permiso ─ Interrumpimos ─ ¿Va todo bien?
─ Sonia, ella es mi novia Sabrina, mi suegro y Anne Marie ─ Todos nos saludamos brevemente.
─ ¿Qué paso con el niño? ¿Nos puede explicar? ─ Pregunta mi padre.
─ Pues, su mamá lo golpeó muy fuerte. Tiene una costilla fisurada, varios moretones y una lesión en la cabeza ─ Hace una pausa para tomar agua, con manos temblorosas.
─ ¿Una lesión en la cabeza? ¿Cómo rayos lo golpeó? ─ No puedo contener mi rabia.
─ Pues, aparentemente, lo golpeo con algo de superficie dura. Fue un momento bastante salvaje ─ Sonia baja la mirada ─ Nuestro niño se salvó gracias a un vecino que escuchó sus gritos y el bullicio de la madre. Así que se asomó y vio aquel acto de violencia, saltó la pared que dividen ambas casas y se lo arrebató de las manos. Si eso no hubiese sucedido, quizás José no estaría vivo hija ─ Mira a Marianna que rompe en llanto.
─ ¡Por amor a Dios! ─ Grita mi padre.
─ ¿Y… la madre sigue libre…? ─  Pregunta mi novia con un tono de voz lleno de tristeza.
─ Me temo que sí ─ Responde Sonia.
─ ¿Cómo que sigue libre? ─ Román arruga en entrecejo ─ Sonia ¿Dónde está ese vecino? ─ Le pregunta.
─ Está en esa sala ─ Señala una puerta que desde lejos dice algo como “Sala de sutura”, desde esta distancia no alcanzo a leer bien ─ La madre también lo hirió. Cuando se llevó al niño en brazos, ella le lanzó un objeto, causándole una herida superficial.
─ Ya regreso ─ Dice mi padre mientras se pierde por el pasillo.
─ Sonia ¿José se pondrá bien? ─ Le pregunto preocupada, mientras abrazo a Mariana que sigue llorando. Ella nos mira curiosa, seguramente no se lo imaginaba.
─ Sí, afortunadamente ─ Me dice mientras toma a Marianna de las manos ─ Sólo necesita reposo y cuidados hija. Nuestro niño se pondrá bien. Le hicieron una tomografía y sólo arrojó algunas lesiones leves. Pero, eso sí, lo dejarán en observación por unos días, sólo para ver su evolución.
─ ¿Y luego te lo llevarías a la Casa Hogar? Allí estaría muy incómodo ─ Salta Marianna.
─ Sí, pero el niño no tiene familiares cercanos. Sabes que nunca conseguimos a su padre, no sabemos siquiera si está vivo. La casa hogar es la mejor opción por ahora.
─ ¿Por ahora? ─ Pregunta Marianna curiosa.
─ Sí, supongo que pondremos la denuncia. De esa manera, José quedará a la orden de la casa hogar y una familia podrá adoptarlo ─ Marianna arruga el entrecejo y la mira fijamente.
─ ¿Podrías velar para que lo adopten buenas personas? ─ Pregunta mi novia con un hilo de voz.
─ Sí hija ─ Le da una palmada en el hombro ─ Ese es nuestro principal propósito en la Casa Hogar ─ Sonia hace una pausa para atender el teléfono y se excusa para apartarse de nosotras por un momento.
─ Ya sabes que se va a poner bien y no volverá a estar con su madre ─ La abrazo.
─ Aparte de todo esto… estoy feliz por él ─ Suspira ─ Pero… tengo miedo de jamás volver a verlo ─ Hace una pausa y me mira ─ No puedo ser egoísta, lo que importa es que sea feliz y pueda tener una vida digna.
─ Eso es lo importante ─ Dice Anne Marie mientras la abraza.
─ Si necesitan algo, estoy a la orden ─ Nos dice Sergio mientras la toma de las manos.
─ Muchas gracias Sergio, eres muy amable ─ Marianna le ofrece una media sonrisa.
─ Listo ─ Dice mi padre mientras se acerca ─ Hablé con el vecino, al salir de aquí lo acompañaré a formular la denuncia. No podemos dejar que esa mujer se salga con las suyas.
─ Muchas gracias Román ─ Marianna le da un abrazo.
─ No tienes nada que agradecer hija ─ Mi padre devuelve el gesto.
Desde hace unos minutos se me ocurre una idea no tan descabellada. Lo pienso un poco más, miro a Anne Marie, quien me dice algo con la mirada y enseguida entiendo lo que debo hacer. Desvío la mirada hacia Sonia, veo que cuelga la llamada y me acerco hasta ella.
─ Sonia ─ Le pregunto por lo bajito.
─ ¿Sí? ─ Me mira curiosa.
─ Sonia… Quisiera que Marianna y yo adoptemos a José ¿Nos ayudarías con eso? ─ Guardo mis manos en los bolsillos un poco nerviosa.
─ No está claro el tema de la adopción gay en este país Sabrina. Habría que indagar más sobre el tema ─ Hace una breve pausa, como si estuviera pensando en la posibilidad ─ La verdad, no se me había presentado ese caso ─ Dice sosteniéndose la mejilla con la mano derecha.
─ Voy a buscar un buen abogado. Pero necesito saber si estás de nuestro lado ─ Clavo la mirada en ella.
─ No lo sé ─ Este tipo de cosas aún no están bien vistas. Es probable que el niño crezca en un ambiente hostil ─ Levanto una ceja ─ Me refiero a que las personas pueden llegar a ser muy crueles con niños de padres homosexuales.
─ Sonia, si te opones voy a dar pelea igual. Sabes lo importante que es José para Marianna. Ella lo adora y puede llegar a ser buena madre ─ Trato de disimular mi molestia ─ Además, no puedes culparnos por la crueldad de otras personas. Sabes muy bien que los homosexuales somos personas tan honradas como cualquier otra ─ Suspiro ─ Merecemos formar una familia. ¿Cuánto hace que conoces a Marianna?
─ Desde adolescente ─ Responde con un tono de voz bastante serio.
─ ¿Crees que la conoces bien? ─ No le quito la mirada.
─ Sí ─ Suspira.
─ Entonces, estás consciente de que mi novia tiene un gran corazón. Es una gran mujer y merece ser feliz ─ Hago otra pausa ─ También me parece que eres testigo fiel del cariño que siente por ese niño y todos aquí vemos lo preocupada que está y sus deseos por ser su madre legal. Así que no vengas con la tontería de la sociedad, nosotras sabremos como manejar las situaciones si se presenta el caso.
─ La Ley no prohíbe la adopción gay ─  Suspira nuevamente ─  pero tampoco la permite. Como te dije, no está claro el caso. Esto es poco usual para mí. Dos mujeres… ─ Me dices ─ Pero tienes razón en lo que dices. Conozco a Marianna y sé que tiene unos valores intachables ─ La mira a lo lejos.
─ Sólo somos dos seres humanos que se aman y quieren formar una familia. Dos personas que sienten correr sangre en sus venas, que toda su vida han luchado por dar lo mejor al mundo y sólo desean ser felices ─ Hago una pausa ─ No queremos más etiquetas Sonia, sólo queremos amarnos.
─ Bueno ─ Suspira ─ Busca un buen abogado y da la pelea Sabrina ─ Y se da media vuelta.
─ ¿Eso qué quiere decir? ¿Estás de nuestro lado o no? ─ Le pregunto alzando un poco la voz.
─ Estoy del lado que beneficie al niño ─ Da vueltas y me mira ─ Si ustedes demuestran serlo pues sí lo estaré. De lo contrario, no cuenten conmigo ─ Y se aleja.

Un Placer Conocerte... HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora