¿Alguna vez te habías preguntado que habrá detrás de la muerte?, ¿Un cielo?, ¿Un infierno?, ¿El limbo?, ¿O nos reencarnaremos en otra persona o animal?
La verdad desde que llegué a Beacon Hills llevó preguntándomelo varias veces, ya sabéis cada día nos acecha una criatura sobrenatural diferente, quien sabe cuando va a llegar tu hora, pero siempre tienes esa pequeña esperanza, de que es imposible que te ocurra a ti, ¿no? Eso pensaba yo, hasta esta misma noche, cuando me arrebataron mis sueños de convertirme en una maravillosa farmacéutica, de tener niños y una preciosa casa en el lago, además de mis recuerdos pasados, cuando se me cayó mi primer diente y esperaba ansiosa a que llegará el ratoncito Pérez, la primera vez que monté en bicicleta o cuando conocí a Stiles y Scott aquella fría noche en el bosque.
Resulta raro ¿verdad? que todo cuanto quisiste, todo cuanto soñaste se esfuma debido a alguien cuya mayor diversión es matar.
A lo largo de mi vida he presenciado como gente querida de mi entorno moría, el fallecimiento de mi madre en aquel incendio o la pérdida de Allison y Aiden, el tiempo pasa y aprendes a dejarlo pasar, aunque aún te queda esa espinita en el corazón que te impide olvidarlo. Pero el punto de vista de la muerte cambia cuando te ocurre a ti, ahora eres tú la que contemplas el sufrimiento del resto, desde los brazos de la otra persona que te sostiene con sus ojos bañados en lágrimas y dolor, ahora eres tú la que se marcha a un mundo mejor o peor como se quiera mirar, pero en ambos casos te marchas para no volver.
Es duro saber que tú vida puede cambiar de forma decisiva en milésimas de segundos, un día estás relajado echándote la siesta y de pronto tu corazón deja de funcionar, tal vez un paro cardíaco, o quién sabe que, pero no vuelves a respirar. En ese momento, ya no existen remordimientos o consuelo, alegría o tristeza, ganador o perdedor, en ese momento ya no existe nada, solo tú. Pues eso me acababa de ocurrir a mí, lo único positivo es que había muerto en brazos de alguien al que amaba, a pesar de sus asquerosas mentiras y temerosas acciones, aún me seguía preguntando el por que aún le quería, el por que me era tan difícil olvidarle, pero poco a poco todos esos pensamientos se desvanecían, perdía la conciencia, ya nada volvería a importar, la vida continuaría pero no conmigo...
Theo retiró sus lágrimas de sus ojos y se pusó en pie, se introdujo en el coche, y condujo hasta el laboratorio de los médicos del pavor. Lydia se encontraba aún en el suelo, pero la pelirroja por fin había recuperado la conciencia. Theo se abalanzó sobre la chica indefensa, como un completo lunático, Lydia intento escabullirse pero fue inútil, el chico ya había clavado sus garras en la nuca de la muchacha de ojos verdes, tal y como hizo Scott días atrás con el joven quimera, Corey.
Nunca he hecho esto antes, Lydia, sé lo peligroso que es, pero es un riesgo que tenemos que correr si quiero salvar la vida de Alex -dijo Theo con auténtica rabia. ¿Qué crees, Lydia?, ¿Lo estoy haciendo bien?
En la cabeza de Theo comenzaron a visualizarse imágenes aleatorias de la localización del németon.
Sí puedo verlo, lo veo - dijo el joven extrayendo sus garras violentamente del cogote de Lydia. La joven se quedó paralizada, de rodillas sobre el frío suelo de azulejos, como si estuviera en trance. Por otro lado, Theo cogió una pequeña jeringuilla de encima de una mesa metálica, y la relleno de un misterioso liquido verde que se encontraba en una enorme cápsula. Acto seguido, elevó a Lydia del suelo, y la sacó de aquel siniestro laboratorio bruscamente, introduciendo a la muchacha en el asiento trasero, seguidamente arrancó el coche directo hacia el bosque.
Después de caminar un rato largo, Theo encontró el németon, en la profundidad del bosque, soltó a la joven pelirroja rudamente sobre el duro suelo de arena, golpeándose en la cabeza. El muchacho se acercó a los inertes cuerpos de los jóvenes quimeras con firmeza.
Mira esto, Lydia, ¿crees que has perdido la cabeza?, mira esto - dijo Theo introduciendo la jeringuilla en el cuello de los muchachos, así uno a uno, hasta que le tocó el turno a la preciosa Alex.
Abrí mis ojos y respiré profundamente, miré a mi alrededor, cuatro jóvenes que me eran familiares estaban de pie frente a un chico alto y guapo, aquel muchacho era Theo, me puse en pie con dificultad contemplando con detenimiento a aquellas personas, reconociéndolos finalmente, eran Corey, Tracy, Josh y Hayden. Ladee mi cabeza hacia la izquierda y mi vista se fijo en el cuerpo inmóvil de una pobre muchacha de cabello largo y pelirrojo, que yacía en el suelo.
¡Lydia! -grité atemorizada, acercándome a la chica.
¿Quién eres tú? -escuché preguntar a Tracy.
Soy vuestro alfa - contestó Theo a los cuatro jóvenes. Y todos vosotros me pertenecéis. Tú también Alex.
¿De qué demonios hablas? -dije hecha completamente un lío, el chico me separó de Lydia, llevándome con él , me giré para echar un último vistazo a la chica de ojos verdes y observé a los cuatro quimeras siguiendo nuestro camino.
'Él es tan alto y guapo como el infierno. Él es tan malo, pero lo hace tan bien'
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Theo Raeken || Nobody's Gonna Love Me Like You [1]
FanfictionAlexandra Russo era una bella joven, su pelo era largo y moreno, sus ojos negros. Era divertida, alocada,sarcástica y perezosa. Tenía tan solo dieciocho años y ya había vivido miles de historias que jamás olvidaría. Este año iba ha ser duro al igual...